Sofía (alias Isabel). - “¿Me das tu aprobación?”- le dije a Vale cuando estaba totalmente vestida y maquillada, mirando al móvil en nuestra videollamada a tres. La verdad es que desde que Vermont me dijo lo que para su madre significaba una reunión entre amigos, me quedó claro que iba a necesitar del asesoramiento de mi hada madrina, Valerie Martin. Es verdad que llevaba dos semanas de aprendizaje exprés de cómo ser una exmodelo con gusto y clase, pero, aun así, recibir indicaciones de mi cualificada profesora, no me venía mal, nada mal. Sobre todo, después de lo que me había dicho Vermont, para después desaparecer hasta ahora, y nos saber de él, ya que se fue a su baño. Habéis oído bien dije “su baño”, ya que, aunque tuviéramos una sola habitación, y una sola cama, para la comprensión, incomprensible para mí, de la gente rica y millonaria, ambos debíamos tener, por lo visto, dos baños, unos para cada uno. De hecho, yo accedí al mío, a través de mi vestidor. Esto es algo nuevo qu
Sofía (alias Isabel). Delante de mí, estaba el hombre en esmoquin más guapo que había visto nunca, James Bond al lado de este hombre, vestido así, era un aprendiz a guaperas. Era hasta injusto que ese cuerpo musculado cubierto con esa tela de hombre civilizado, lo hiciera ver aún más peligroso, que, con la ropa de rebelde sin causa, tipo motorista, como casi siempre lo había visto vestido yo. Sobre todo, porque yo sabía lo que se ocultaba debajo de ese traje, en especial la dureza de sus músculos, ya que los había sufrido, durante las largas horas, que había estado pegada a su espalda, y agarrada a su fuerte cintura, durante nuestro loco viaje en moto, hasta Cleveland. - “Recomponte, Sofía y deja de jadear como una perra en celo, joder.”- me dije a mi misma, con ese mi maldito mal hábito, de hablar en alto. Fue en ese momento, cuando él se dio cuenta que yo estaba ahí, y me miró, puedo decir cuando fue justo el momento en que el sargento de policía, Vermont Wilson, fue cogido con l
Vermont. -“Lo tenemos todo previsto, Samary se ha encargado no sólo de controlar el dispositivo que llevara Sofía, sino también ha hackeado la señal de seguridad de tu casa, para grabar en todo momento todo lo que allí suceda, menos mal que convenciste a tus padres para que usaran los dispositivos de vigilancia de nuestra empresa, así es más fácil entrar en los servidores y colocarle el audio, para que todo quede grabado.”- me estaba diciendo Dante, mientras espera a Jessica Rabbit, al parecer la maldita Diva, se estaba tomando su tiempo, y yo quería estar con tiempo para la recepción de los invitados, sobre todo, porque deseaba controlar la llegada de los representantes de Corneld. - “Esperemos que esté grabado todo, esta maldita mujer está tardando demasiado, y yo deseo estar allí para cuando el presidente, o algún representante de esa empresa llegué.”- dije con algo de frustración en la voz. - “Tu mujer está siendo asesorado por la mía, para que desempeñe su papel a la perfecció
Vermont. Así, bajamos las escaleras para hacer nuestra gran entrada al salón, donde, por desgracia, ya habían llegado la mayoría de los invitados. Tras entrar mi madre me fue presentando a los invitados, mientras yo sostenía, cogida de mi brazo, a una sonriente Jessica Rabbit que hacía su papel a las mil maravillas, despertando en los hombres que la miraban la más diferentes formas de reacción, algunas eran de apreciación de su belleza, y otras simplemente un descarado deseo, mientras me miraban a mí con cierta envidia. - “Te presento al presidente de Andrew Corneld, de Corneld Industries, un posible socio de tu padre, y su ayudante Cotton Macferson. Señor Corneld , este es mi hijo Vermont Wilson, y ella es su esposa, mi nuera, Isabel Wilson, son recién casados.”- le dijo mi madre presentándonos, a quien iba a ser a partir de ahora uno de nuestros objetos de investigación. Sentí como el brazo que tenía agarrado al mío, se tensaba, y como el cuerpo de mi esposa legal, temblaba, l
Sofía (alias Isabel). - “Bien pues desde hoy, practicaremos, por lo pronto esta noche dormirás en mis brazos, quizás después de varias horas en ellos, aprenderás a dejar de comportante como una gata sobre un tejado de zinc caliente. Y deja de mirarme así, tu suegra se acerca, y debemos seguir con la misión. Sonríe Jessica Rabbit, y compórtate como una niña buena.”- oí que me decía el He-man pervertido, después de que yo tan sólo lo reprendiera por no advertirme antes de abrazarme para que esto no me cogiera de sorpresa. Todo lo que había pasado hasta ahora, se me olvido, desde el esperado encuentro con los representantes de Corneld Industries, hasta que mi suegra nos llevara de un lado a otro, presentándonos a gente que ya ni me recordaba de sus nombres, mientras ella me presentaba, emocionada, para que conocieran a la responsable de que hijo prodigo hubiera regresado. En varias ocasiones, Vermont, tuvo que intervenir, cuando su madre comenzó a contar cual había sido mi gran obra
Sofía (alias Isabel). Durante todo este proceso, la ira que había acumulado había disminuido, lo suficiente, como para poder hablar con cierto policía gillipollas, sin querer asesinarlo tras la primera silaba que pronunciara. - “Nada de saltar como una tigresa, nada más abrir la puerta, lo escuchas calmada, y le dices lo que le tienes que decir, dejándolo claro todo, después instalas el muro de Berlín con todo lo que encuentres, y a dormir, que estas agotada. Oíste bien, a dormir, nada de montarla, ni agresiones físicas, Sofía Martínez, que nos conocemos.”- me dije a mi misma en alto, y tuve que repetírmelo varias veces, antes de abrir la puerta para salir del vestidor. Cuando salí, nada salió como yo había previsto, al parecer había tardado más de lo que pensaba, ya que ahora, en uno de los dos lados de la enorme cama, estaba acostado y dormido, Vermont, que por lo que pude observar muy nítidamente, y casi sin parpadear, sin al menos la parte superior del pijama. Mientras part
Narrador. Mientras todo esto pasaba, esa noche, en la mansión Wilson, en Key Tower, el edificio más alto de Cleveland, y del estado, donde se encontraba la residencia de Andrew Corneld, este hablaba con su ayudante, el misterioso, callado y oscuro, Cotton Macferson, después de regresar de la recepción. - “No sé, pero algo me dice que la llegada repentina del heredero de los Wilson, y su interesante esposa, no es casual.”- le dijo el primero mientras se tomaba con placer, su té árabe. Durante la celebración, y por el papel que representaban, había tenido que hacer que bebía alcohol, gracias a Alá, que tenía una técnica muy depurada para hacer creer que era un excelente bebedor, y conocedor de esa sustancia que el Corán prohibía, esa maldita sustancia que debilitaba y volvía loco a los infieles. Pero como todos, él era otro escalón más en la guerra santa que llevaba desde hacía siglos, su pueblo, así que como le habían enseñado desde pequeño, su deber era transformarse en la espada,
Sofía (alias Isabel). Poco a poco me fui despertando, me sentía cómoda, con el grado de calor y comodidad adecuados para que no tuvieras ganas de levantarte, sabía que tenía que abrir los ojos y desperezarme, pero estaba tan gusto, sentía tanto placer, estaba tan excitada, ese calor y ese olor a mi alrededor, esas manos que me acariciaban, ese cuerpo que se acomodaba contra mí… - “Espera ¿qué me acariciaba y se acomodaba? ¿Qué demonios?”- pensé diciendo la última frase en alto, mientras de golpe abría los ojos. Sentía detrás en mí, a la altura de mis glúteos, como alguien se restregaba contra mí, y no eran precisamente las manos lo que con afán se pegaba a mi cuerpo, era algo duro que crecía con cada frotación que hacía, mientras al menos una de sus manos le estaba dando un buen repaso a uno de mis senos, que ya estaba endureciéndose, mientras la otra me sujetaba por mis caderas, para que me pegara más contra su, ya más que despierto, cuerpo. A las pruebas me remitía, eso que sent