Arya no puede dejar de llorar. Ayden ya le había llamado codiciosa, interesada y no pensaba pedirle más. Suficiente humillación había tenido ya en su vida. —¡Para mañana! ¡¿Oíste?! —advierte su hermano y luego cuelga. La joven doctora se levanta del sofá con las manos temblorosas, el rostro manchado de lágrimas y la boca seca. Toma su maleta, su bolsa de la farmacia y su móvil. Camina hasta su recámara, intenta recomponerse, debe hacerse la prueba lo antes posible. Porque si no está embarazada aún puede huir y pagarle lo que debe a Ayden poco a poco. Pero de ser lo contrario, estaría sujeta a él por los siguientes nueve meses. Entra al baño y realiza los dos test, la desesperación le carcome las entrañas, tiene sed así que les pone sus cubiertas y sale con ellas en la mano. Va a la cocina, necesita comer algo y beber agua. En todo el día no había probado nada, urgencias había estado lleno por culpa de unos maratonistas. Justo cuando toma un vaso de cristal de una gaveta superior,
Ayden cazo al hermano de Arya, bueno, no literalmente, pero mandó que le buscaran. No era una persona generalmente violeta, pero el hermano de Arya, la madre de su hijo, era un grano en el culo que tenía que ser retirado. No pensaba terminar con su vida, pero si darle un escarmiento de tal manera que no la volviera a molestar. —Señor, Emory, el paquete llegó a la bodega tres —avisa John Burwell a su jefe que yace sentado detrás del todoterreno. —Bien, llévame allá —pide y el otro obedece. Al llegar, Jeff se sorprende de verlo solo, tenía miedo de que fuera una trampa. —¡Hola, hola, señor todopoderoso! —saluda arrogante Jeff a Ayden—. ¿Y mi hermanita? Pensé que vendría a verme y saludar. Ayden que no solo se ha dedicado a trabajar su musculatura, sino también, el arte de la meditación —aunque esto último no le ayuda mucho cuando se trata de su hermana—, también el jiujitsu. Respira pacientemente para no golpearlo a las primeras de cambio. —Verás Jeff, la cosa es así. Has sido un
La velada transcurre de lo mejor, y se dan cuenta de que ambos disfrutan de la pizza.—Mira, al menos tendremos eso en común —comenta Arya con inocencia.Ayden no sabe a qué se refiere, pero no le hace mucho caso.—Y el bebé, digo, tendrá mis genes al final de cuenta —aclara comentando de nuevo, esto hace que se gane una mirada severa de parte de Ayden—. Lo sé, lo sé, yo desapareceré de sus vidas, pero ¿has pensado que realmente no es así?—¿A qué te refieres? ¿Intentas chantajearme? —pregunta con indiferencia.Pero Arya está tan de buen humor que no le importa.—Por supuesto que no, tú quieres que desaparezca, pero realmente cada que veas a tu hijo, me verás a mí —señala ella haciendo que Ayden la mire con curiosidad.—No me había planteado eso&hellip
Las semanas iban pasando, Arya cada vez sentía una fuerte atracción por Ayden. A veces, se recostaba en la recámara pensando en que tal vez él se enamoraría de ella. Pero había un problema, él no permitía que ella se acercase más de lo debido a él.—Esta noche saldré a cenar con unas compañeras de trabajo —avisa Arya a Ayden quien la mira de reojo.—Esta noche tenemos la cita con la ginecóloga… ¿Se te olvidó? —pregunta con desdén.Arya se queda pasmada por un momento y luego saca su teléfono. Ayden tiene razón.—Perdón, creí que era mañana, entonces no hay problema pospondré la cena —asegura ella y vuelve a dejar el móvil en su maleta de trabajo.Su vientre ya abultado la hace lucir tierna y maternal.—¿Te ha dejado dormir? —pregunta Ayden al ver sus ojeras.—Un poco, casi de madrugada, me quedé dormida, cuando menos pensé ya era hora de levantarme —aclara ella pasando su mano por su vientre. Ayden la mira con curiosidad—. ¿Quieres tocarlo?Él duda un momento, pero eso es demasiado ín
Arya le contó de su familia, y de su ex mejor amiga, de la cual no sabía nada desde hace meses. Lo que la hacía sospechar de que había sido quien la delató ante su hermano Jeff.—¿Y el señor no se enoja por qué eres amiga de Mark? —pregunta inocentemente Cathy.—No lo sabe, sabe que es mi jefe y es todo que debe saber. Un día me iré y no volveré —declara con tristeza.—¿En serio no volverás? —pregunta Cathy.—No lo haré, es parte del convenio, es más, ni siquiera sé si podré conocer al bebé cuando nazca —confiesa resignada en ello. Lo ha venido pensando desde hace tiempo, pero se anima a hablarlo con Ayden.—¿Y si un día quiere otro hijo? —pregunta Cathy.—Pues no sé, quizás se busque otra mamá sustituta —dice riéndos
Cathy había demostrado ser una buena masajista, ayudaba a Arya con el dolor de pies, así como de espalda.Por las tardes, al volver de trabajo, luego de una ducha, le mostraba como hacer ciertos ejercicios pélvicos que ayudarían a la hora del parto. Sin embargo, había algo que a ella no le gustaba. Cada vez que salían de su habitación para cenar, ella se daba cuenta de cómo es que Cathy observaba a Ayden.«No es que él me pertenezca, pero llevo en mi vientre a su hijo, al menos eso debería de detener un poco a la chica en sus fantasías mentales hacía el millonario» piensa cuando nota como es que suspira la joven pelirroja frente a ella en la mesa.Ayden se comportaba con Cathy como nunca o muy rara vez lo hacía con Arya. Era amistoso y atento con la joven de cabello color fuego. Eso enardecía a la doctora en formación, pues veía que nunca tendr&i
Ayden se sienta frente a ella y medita rápidamente en que decirle.—A mí no me importa lo que ella piense de ti, yo ya tengo una idea de ti y eso no lo hará cambiar ni ella ni nadie —aclara él haciendo que el corazón de Arya se acelere—. Una vez más te pregunto qué haces acá. Eso pudiste habérmelo dicho en la mañana, no tengo problema con que la mandes a dormir a su casa, ella está a tu disposición. Ya te lo había dicho.Arya nota como el pecho de Ayden sube y baja con cada respiración que da. Lo admira y él se da cuenta de ello, pero no le dice nada.—Vale… quería hablarte del auto —confiesa ella.—¿Qué tiene? —pregunta confundido.—Cada vez se me dificulta más subir y bajar, es muy alto para mí. Mírame —señala cómicamente su cuerpo—. Soy enana, apenas puedo subirlo.Ayden se ríe un poco pero no tanto como para ofenderla.—Eres perfecta, Arya —dice primero sin darse cuenta de lo que ha dicho, luego vuelve a tomar su actitud distante—. Eso lo puedo solucionar fá
Ayden, molesto con Cathy porque se ha atrevido a tocarlo, le confronta.—No sé qué le ha hecho pensar que puede tocarme, señorita Sullivan, pero que no vuelva a pasar —advierte con cierto aire imponente que provoca temor en ella.—Lo, lo siento… creí que la estábamos pasando bien —aclara ella fingiendo timidez.—Tener una buena charla no significa que yo la pretenda, así que aleje esas ideas de su cabeza —dice firmemente—. Y por favor, no de señales inequívocas a Arya, le recuerdo que usted está a su servicio tanto como yo. Ella lleva a mi hijo en su vientre y, por lo tanto, estamos a su disposición, no la moleste —dice esto puntualizando cada palabra severamente.—De acuerdo, Ayden —responde resignada.—Señor Emory, para usted —dice él tomando distancia—. Por hoy se puede retirar, buenas noches.Sebas qué paciente esperaba el momento, entrega la maleta de mano a la chica haciendo ver su impaciencia por qué se marchara. Esta lo hace sin rechistar, pero molesta por