Arya… —murmura Ayden al ver a la mujer que yace de pie frente a él con vestimenta de doctora y cabellera rubia.La doctora Annie Edwards lo ignora por completo para hacerse cargo del pequeño.—Aryehn, soy la doctora Annie, ¿me recuerdas? —inquiere acercándose al menor y revisando sus pupilas.Annie Edwards no quiere pensar que el que tiene enfrente es su hijo. Bloquea sus pensamientos para poder atenderlo.Ayden la escucha y piensa que quizás está equivocado.«Pero es su voz» medita al darse cuenta de que su cabello ahora es rubio totalmente. No puede verla directamente a la cara, así que duda de no haber alucinado.Annie comienza a dar órdenes a los enfermeros a su alrededor. El paramédico le informa lo que le dieron y ella completa el tratamiento.Sus manos tiemblan un poco, Ayden está a pocos pasos de ella, intentando ver su rostro, su cara.—Saquen al señor Emory de la habitación —exige Annie a uno de los enfermeros en voz baja.Este deja lo que hace y se gira dónde Ayden.—Discul
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? —pregunta Arya con el rostro desencajado.Podría esperar que el presidente acudiera a visitarla, pero nunca Ayden Emory.—Solo tuve que buscar en el directorio del hospital la información de “Annie Edwards” —confiesa aún agarrado al marco de la puerta—. Buen nombre, por cierto. ¿No me invitarás a pasar?—Veo que lo acosador no se te quita —remarca con rostro serio—. Además, no me has respondido ¿qué haces aquí?—Vine a hablar —responde bajando los brazos y dejándolos caer lado a lado.Ayden mantiene la esperanza de que ella se comporte accesible y puedan tener una conversación madura.—Lo siento, mi hora de consulta es de ocho a dos, de lunes a viernes —anuncia irreverente.Arya intenta cerrar la puerta, pero él la detiene.—¿En serio? ¿No sientes o tienes curiosidad por saber cosas de tu hijo? —cuestiona no creyendo la insensibilidad de Arya. Y luego da un paso hacia ella y está a su vez camina hacia atrás.—¿Para qué? —responde con desdén—. No
—¡Buenos días, campeón! —saluda Ayden a su hijo y acude a su lado para abrazarlo.—¡Papi! —responde el pequeño de rizos castaños con dorado, levantando sus brazos para que su padre lo sostenga.—¿Recuerdas a la doctora? —pregunta Ayden—¡La doctora bonita! —dice el niño sonriendo con ella.Arya se emociona al escucharlo, él la ha llamado bonita sin saber que es su madre. Ayden sonríe en aprobación.—No puedo estar más de acuerdo contigo, Ary —dice Ayden en complicidad con su hijo.—¿Cómo te sientes hoy, Aryehn? —pregunta ella ya sabiendo que el nombre de él es una mezcla de ambos nombres—Bien, estoy fuerte —responde el niño enseñando su minúsculo brazo en señal de eso.Esto le arranca una sonrisa a la doctora llena de sentimientos encontrados. Tener a Ayden y su hijo frente a ella no es lo que esperaba que sería.—Tengo que irme, pero volveré más tarde —declara con un nudo en la garganta—. Cuídate mucho, sí, y cuida a tu papá, a veces es muy torpe —dice dirigiéndose al pequeño que le
Cuando Ayden los ve entrar tan familiares y cercanos, no puede dejar de sentir una punzada de celos. Sin embargo, cuando Arya se percata de quien está en la habitación, se emociona.—¡Seb, Bea! —expresa emocionada y corre a abrazarlos.Estos se acercan a ella y la abrazan fuertemente.—¡Te extrañamos! —dice Bea con lágrimas en los ojos. Sebas dice que también, pero sin lágrimas—. No te hagas el fuerte, que bien que lloraste cuando el señor Emory te dijo que la había encontrado.—Es imposible no hacerlo, nada es igual sin ti —declara Sebas y vuelve a abrazarla.—También los he extrañado, chicos —dice ella limpiándose una lágrima—. Sus charlas, regaños y tardes de té.Bea sonríe más animada y le pasa la vista por todo el cuerpo. La toma de la mano y la hace girar.—Mírate, estás guapísima, ya toda una mujer sexi, y adulta —alaga haciendo que Arya se sonroje.—Es lo que le he dicho y me ha tirado la puerta en la cara —confiesa Ayden.Arya pone los ojos en blanco haciendo que Sebas y Bea
Arya había resistido el impulso de confesar al pequeño que era su madre. Una vez que se apartó de él salió de prisa de la habitación. El doctor Evans se disculpó por ambos y salió detrás de ella. En cuanto encontraron una habitación vacía se encerraron.—¡Perdón, Robín! —dice ella rompiendo en llanto.Lleva ambas manos al rostro para cubrírselo mientras llora.Robín Evans la abraza y este lo rodea con sus brazos, es algo que ya habían hecho antes y ninguno se siente incómodo. Él, aunque apuesto y caballeroso, siempre ha mantenido su distancia.—No te disculpes, ahora entiendo por qué es tan difícil alejar de tu mente a ese hombre —murmura sosteniéndola, ella ríe un poco y sorba por la nariz—. Dejaré que fantasees con él, solo si prometes no divorciarte de mí.Arya ríe ante la bobada de su amigo y se aparta.—Gracias, Robín —dice tocando sus brazos—. Siempre me haces reír cuando lo necesito.Este sonríe en complicidad, pero entonces la puerta se abre y el ímpetu con lo que lo hace los
Arya niega con la cabeza.—Solo somos amigos —confiesa—. Él es bisexual. Solo que gusta más de hombres que de mujeres, es mi mejor amigo, es como mi hermano.Ayden siente que su alma vuelve a su cuerpo. Quiere reprimir su felicidad, pero es casi imposible.—Solo quería alejarte —declara sus verdaderas intenciones—. Veo que sigues siendo terco.—Solo con lo que quiero, y te quiero a ti, te amo Arya —dice emocionado.La joven doctora no dice nada. El silencio es incómodo entre ellos.—Yo no te amo —analiza ella sus sentimientos por él—. Al menos no de la forma en que tú crees. Te admiro, te respeto, pero el amor y la devoción que una vez existieron por ti, se desvaneció. Perdí a mi madre, jamás pude ver a mi hijo hasta hoy… y tú, tú fuiste un patán. Y creo que no me amas, creo más bien que es una especie de salvavidas al que te aferras porque tenemos un hijo en común.—No digas eso, no es así —desmiente él con severidad y se pone de pie—. Si tanto estás aferrada a creerlo, no puedo culp
El restaurante tiene una hermosa terraza hacia el mar.—Sé que ya te lo había dicho, pero te ves preciosa —alaga Ayden de nuevo.—Gracias, no tienes que estarlo diciendo —comenta ella—. No estás obligado a nada. Lo sabes.—No es por obligación, realmente siempre he creído que eres hermosa —confiesa él haciendo una pausa para beber de su copa de vino—. Desde la primera vez que te vi en el restaurante para la entrevista. Un poco irreverente, pero hermosa —ríe con un poco de pena.Arya lo mira cómo no creyendo eso.—No te creo, apenas si me viste —recuerda.—Cierto, quizás no mantuve mi vista fija, pero si te vi, más cuando te marchaste —confiesa y ella lo ve escandalizada haciendo que él ría—. Por eso te invité a ir a mi departamento, a hablar.—Oh… me parece difícil de creer, por ese entonces yo era un manojo de nervios y huesos —rememora con tristeza—. No había mucho que ver en mi retaguardia.Ayden se ríe. Era cierto que ella estaba muy delgada, casi en los huesos, pero su figura era
—No sabes las veces que he soñado con ese momento, llevarlo a la escuela. Hacer un simple desayuno o jugar con él —dice ella con la voz quebrada—. Era una bobería. Buscaba alguna foto de él en redes y nada. Es como si no existiese. Eso me gustaba y a la vez me aterraba. Reflexionaba ¿y si algo le pasó?, ¿estará bien? Fueron momentos difíciles.—No tiene que volver a hacer así, no tienes que volver a esconderte —declara apretando su mano—. No dejaré que te alejes de él o que alguien te aparte de su vida.—Me gustaría creer eso, pero ¿qué pasará el día que te enojes y me quieras lejos? —inquiere ella con inseguridad.Ayden escucha eso, y sabe que debe afianzar su postura.—No quiero que te alejes de nuevo, Arya —declara con firmeza, su voz gruesa y varonil. Arya siente eso hasta en las entrañas—. Tenerte lejos es lo peor que nos ha pasado, a mí, a tu hijo, a Seb y Bea… todos te hemos extrañado. Sé que no confías en mi palabra, pero confía en lo legal, nuestro hijo, es nuestro, no mío. E