—¡Buenos días, campeón! —saluda Ayden a su hijo y acude a su lado para abrazarlo.—¡Papi! —responde el pequeño de rizos castaños con dorado, levantando sus brazos para que su padre lo sostenga.—¿Recuerdas a la doctora? —pregunta Ayden—¡La doctora bonita! —dice el niño sonriendo con ella.Arya se emociona al escucharlo, él la ha llamado bonita sin saber que es su madre. Ayden sonríe en aprobación.—No puedo estar más de acuerdo contigo, Ary —dice Ayden en complicidad con su hijo.—¿Cómo te sientes hoy, Aryehn? —pregunta ella ya sabiendo que el nombre de él es una mezcla de ambos nombres—Bien, estoy fuerte —responde el niño enseñando su minúsculo brazo en señal de eso.Esto le arranca una sonrisa a la doctora llena de sentimientos encontrados. Tener a Ayden y su hijo frente a ella no es lo que esperaba que sería.—Tengo que irme, pero volveré más tarde —declara con un nudo en la garganta—. Cuídate mucho, sí, y cuida a tu papá, a veces es muy torpe —dice dirigiéndose al pequeño que le
Cuando Ayden los ve entrar tan familiares y cercanos, no puede dejar de sentir una punzada de celos. Sin embargo, cuando Arya se percata de quien está en la habitación, se emociona.—¡Seb, Bea! —expresa emocionada y corre a abrazarlos.Estos se acercan a ella y la abrazan fuertemente.—¡Te extrañamos! —dice Bea con lágrimas en los ojos. Sebas dice que también, pero sin lágrimas—. No te hagas el fuerte, que bien que lloraste cuando el señor Emory te dijo que la había encontrado.—Es imposible no hacerlo, nada es igual sin ti —declara Sebas y vuelve a abrazarla.—También los he extrañado, chicos —dice ella limpiándose una lágrima—. Sus charlas, regaños y tardes de té.Bea sonríe más animada y le pasa la vista por todo el cuerpo. La toma de la mano y la hace girar.—Mírate, estás guapísima, ya toda una mujer sexi, y adulta —alaga haciendo que Arya se sonroje.—Es lo que le he dicho y me ha tirado la puerta en la cara —confiesa Ayden.Arya pone los ojos en blanco haciendo que Sebas y Bea
Arya había resistido el impulso de confesar al pequeño que era su madre. Una vez que se apartó de él salió de prisa de la habitación. El doctor Evans se disculpó por ambos y salió detrás de ella. En cuanto encontraron una habitación vacía se encerraron.—¡Perdón, Robín! —dice ella rompiendo en llanto.Lleva ambas manos al rostro para cubrírselo mientras llora.Robín Evans la abraza y este lo rodea con sus brazos, es algo que ya habían hecho antes y ninguno se siente incómodo. Él, aunque apuesto y caballeroso, siempre ha mantenido su distancia.—No te disculpes, ahora entiendo por qué es tan difícil alejar de tu mente a ese hombre —murmura sosteniéndola, ella ríe un poco y sorba por la nariz—. Dejaré que fantasees con él, solo si prometes no divorciarte de mí.Arya ríe ante la bobada de su amigo y se aparta.—Gracias, Robín —dice tocando sus brazos—. Siempre me haces reír cuando lo necesito.Este sonríe en complicidad, pero entonces la puerta se abre y el ímpetu con lo que lo hace los
Arya niega con la cabeza.—Solo somos amigos —confiesa—. Él es bisexual. Solo que gusta más de hombres que de mujeres, es mi mejor amigo, es como mi hermano.Ayden siente que su alma vuelve a su cuerpo. Quiere reprimir su felicidad, pero es casi imposible.—Solo quería alejarte —declara sus verdaderas intenciones—. Veo que sigues siendo terco.—Solo con lo que quiero, y te quiero a ti, te amo Arya —dice emocionado.La joven doctora no dice nada. El silencio es incómodo entre ellos.—Yo no te amo —analiza ella sus sentimientos por él—. Al menos no de la forma en que tú crees. Te admiro, te respeto, pero el amor y la devoción que una vez existieron por ti, se desvaneció. Perdí a mi madre, jamás pude ver a mi hijo hasta hoy… y tú, tú fuiste un patán. Y creo que no me amas, creo más bien que es una especie de salvavidas al que te aferras porque tenemos un hijo en común.—No digas eso, no es así —desmiente él con severidad y se pone de pie—. Si tanto estás aferrada a creerlo, no puedo culp
El restaurante tiene una hermosa terraza hacia el mar.—Sé que ya te lo había dicho, pero te ves preciosa —alaga Ayden de nuevo.—Gracias, no tienes que estarlo diciendo —comenta ella—. No estás obligado a nada. Lo sabes.—No es por obligación, realmente siempre he creído que eres hermosa —confiesa él haciendo una pausa para beber de su copa de vino—. Desde la primera vez que te vi en el restaurante para la entrevista. Un poco irreverente, pero hermosa —ríe con un poco de pena.Arya lo mira cómo no creyendo eso.—No te creo, apenas si me viste —recuerda.—Cierto, quizás no mantuve mi vista fija, pero si te vi, más cuando te marchaste —confiesa y ella lo ve escandalizada haciendo que él ría—. Por eso te invité a ir a mi departamento, a hablar.—Oh… me parece difícil de creer, por ese entonces yo era un manojo de nervios y huesos —rememora con tristeza—. No había mucho que ver en mi retaguardia.Ayden se ríe. Era cierto que ella estaba muy delgada, casi en los huesos, pero su figura era
—No sabes las veces que he soñado con ese momento, llevarlo a la escuela. Hacer un simple desayuno o jugar con él —dice ella con la voz quebrada—. Era una bobería. Buscaba alguna foto de él en redes y nada. Es como si no existiese. Eso me gustaba y a la vez me aterraba. Reflexionaba ¿y si algo le pasó?, ¿estará bien? Fueron momentos difíciles.—No tiene que volver a hacer así, no tienes que volver a esconderte —declara apretando su mano—. No dejaré que te alejes de él o que alguien te aparte de su vida.—Me gustaría creer eso, pero ¿qué pasará el día que te enojes y me quieras lejos? —inquiere ella con inseguridad.Ayden escucha eso, y sabe que debe afianzar su postura.—No quiero que te alejes de nuevo, Arya —declara con firmeza, su voz gruesa y varonil. Arya siente eso hasta en las entrañas—. Tenerte lejos es lo peor que nos ha pasado, a mí, a tu hijo, a Seb y Bea… todos te hemos extrañado. Sé que no confías en mi palabra, pero confía en lo legal, nuestro hijo, es nuestro, no mío. E
Arya, que no sabía que llevar a casa de Ayden, pregunta si puede llevarle legos. A lo que él afirma. Toda la mañana se la paso con Robín en una juguetería.—No creo que sea acertado… ¿Y si termino llevándole uno que no le guste? —inquiere a su amigo quien ya está cansado de oírla.—Sabes qué, me voy —dice el cansado—. Iré a conocer Nueva York, tú te puedes quedar aquí y buscar lo que necesites, si no sabes que llevar, pregunta a otras madres. El sitio está repleto de ellas —señala su alrededor y se percata de que es así.—Perdón por arrastrarte a esto… —se disculpa con su colega—. Te veo en la cena. Si te pierdes dime, y voy por ti.—Si me pierdo, que sea, pero en los brazos de un precioso neoyorquino —murmura él riéndose para que las demás compradoras no le escuchen. Arya se ríe y deja que se marche.Una vez sola, revisa en su iPhone que puede llevarle a un pequeño de cinco años. Al cabo de unos minutos sola y navegando en internet, se sintió agobiada.—Disculpa, ¿te puedo ayudar? —p
—¿Tú comes fresa, doctora? —pregunta el niño con curiosidad, para luego comer una fresa.—Sí, antes me encantaban, ahora son mis favoritas —confiesa con una mirada tierna para con su hijo.El niño se emociona y sonríe con su boca manchada de fresa y chocolate. Arya toma una de las fresas y come acompañándolos.El niño se chupa los dedos de su mano y toma una más. Ayden le deja y se come otra. Es un silencio, pero no incómodo.Esta Arya masticando cuando el niño la ve con curiosidad —¿Tú eres mi mamá? —pregunta él haciendo que ella se atragante.Ayden que se había sentado en el césped frente a ellos, se pone de pie de inmediato y corre por la botella de agua que dejo en el invernadero.—Toma —entrega la joven que poco a poco se repone—. Aryehn, mejor ven —toma de la mano a su niño—. Vamos para ducharte, antes de comer.—Pero estamos comiendo con la doctora bonita —recuerda haciendo un puchero.Ayden mira a Arya que ya se ha repuesto y se puso de pie.—Es una amiga, no tu doctora, se ll