—No sabes las veces que he soñado con ese momento, llevarlo a la escuela. Hacer un simple desayuno o jugar con él —dice ella con la voz quebrada—. Era una bobería. Buscaba alguna foto de él en redes y nada. Es como si no existiese. Eso me gustaba y a la vez me aterraba. Reflexionaba ¿y si algo le pasó?, ¿estará bien? Fueron momentos difíciles.—No tiene que volver a hacer así, no tienes que volver a esconderte —declara apretando su mano—. No dejaré que te alejes de él o que alguien te aparte de su vida.—Me gustaría creer eso, pero ¿qué pasará el día que te enojes y me quieras lejos? —inquiere ella con inseguridad.Ayden escucha eso, y sabe que debe afianzar su postura.—No quiero que te alejes de nuevo, Arya —declara con firmeza, su voz gruesa y varonil. Arya siente eso hasta en las entrañas—. Tenerte lejos es lo peor que nos ha pasado, a mí, a tu hijo, a Seb y Bea… todos te hemos extrañado. Sé que no confías en mi palabra, pero confía en lo legal, nuestro hijo, es nuestro, no mío. E
Arya, que no sabía que llevar a casa de Ayden, pregunta si puede llevarle legos. A lo que él afirma. Toda la mañana se la paso con Robín en una juguetería.—No creo que sea acertado… ¿Y si termino llevándole uno que no le guste? —inquiere a su amigo quien ya está cansado de oírla.—Sabes qué, me voy —dice el cansado—. Iré a conocer Nueva York, tú te puedes quedar aquí y buscar lo que necesites, si no sabes que llevar, pregunta a otras madres. El sitio está repleto de ellas —señala su alrededor y se percata de que es así.—Perdón por arrastrarte a esto… —se disculpa con su colega—. Te veo en la cena. Si te pierdes dime, y voy por ti.—Si me pierdo, que sea, pero en los brazos de un precioso neoyorquino —murmura él riéndose para que las demás compradoras no le escuchen. Arya se ríe y deja que se marche.Una vez sola, revisa en su iPhone que puede llevarle a un pequeño de cinco años. Al cabo de unos minutos sola y navegando en internet, se sintió agobiada.—Disculpa, ¿te puedo ayudar? —p
—¿Tú comes fresa, doctora? —pregunta el niño con curiosidad, para luego comer una fresa.—Sí, antes me encantaban, ahora son mis favoritas —confiesa con una mirada tierna para con su hijo.El niño se emociona y sonríe con su boca manchada de fresa y chocolate. Arya toma una de las fresas y come acompañándolos.El niño se chupa los dedos de su mano y toma una más. Ayden le deja y se come otra. Es un silencio, pero no incómodo.Esta Arya masticando cuando el niño la ve con curiosidad —¿Tú eres mi mamá? —pregunta él haciendo que ella se atragante.Ayden que se había sentado en el césped frente a ellos, se pone de pie de inmediato y corre por la botella de agua que dejo en el invernadero.—Toma —entrega la joven que poco a poco se repone—. Aryehn, mejor ven —toma de la mano a su niño—. Vamos para ducharte, antes de comer.—Pero estamos comiendo con la doctora bonita —recuerda haciendo un puchero.Ayden mira a Arya que ya se ha repuesto y se puso de pie.—Es una amiga, no tu doctora, se ll
Arya espera a que Ayden y su pequeño hijo salgan. Mientras tanto toma un poco de aire y va en búsqueda de Sebas.—Pensé que quizás te habías ido de aquí —comenta ella sorprendiéndolo—. ¿Qué habrá de comer?—Hey, hola… Bea no tarda en llegar con la comida —responde animado—. ¿Cómo van las cosas con…? —señala el techo refiriéndose a los de arriba.—Que te digo, ha sido una sorpresa encontrarlos… ver a mi hijo —confiesa recargada en la barrita de la cocina con la cabeza recargada en las manos y los codos en la encimera—, es lo más sublime que me ha pasado. Apenas le conozco y ya le amo.—Es tu hijo, Arya —comenta Sebas mirándola con ternura—. Él pregunta constantemente por su madre, seguro a estas alturas se imagina que eres tú, solo que con pelo rubio.—¡Me preguntó si quería ser su mamá! Por supuesto que en ese momento no sabía que era mi hijo, pero ahora que lo sé, quisiera decírselo —expone ella con emoción.Sebas se mueve de un lado a otro en la cocina preparando la mesa mientras le
Arya se despierta en medio de la noche un poco acalorada. Cuando se da cuenta en dónde está, su corazón sufre un vuelco. Su pequeño yace abrazado a ella, envuelto entre sus brazos. Eso es algo con lo que soñó y por fin lo tiene. Está tan conmocionada que las lágrimas caen por sus ojos.Acaricia el pequeño rostro de su hijo y le da un beso en la frente.—Eres tan precioso, hijo mío —murmura—. Te he amado tanto, te he extrañado tanto.Aryehn se acurruca más a ella buscando calor, sus manitas yacen acomodadas debajo de su rostro y unidas.—Pareces un angelito hermoso —susurra Arya sin dejar de pasar sus dedos por el cabello del pequeño. De pronto un suspiro se escapa del niño.—Mami…Arya siente su corazón palpitar emocionado, él ha llamado a su mamá en sueños sin saber que la tiene a un lado.Luego de un tiempo, ella se levanta, necesita agua y un baño.Al salir al pasillo del lado opuesto de la puerta de su hijo, yace entreabierta una puerta. Dentro la lámpara de una mesita está abierta
—¿Y tú? —pregunta a cambio, dejando de pasar su arrepentimiento, él la mira y suelta una risita—. ¿Has pensado en eso?—Mucho. Me encontré pensando en eso más de lo que debería —declara él.—Será afortunada la mujer que elijas para ti, solo te pido algo, déjame estar en la vida de Aryehn, quiero que sepa que soy su mamá, quiero que sea mi hijo —afirma ella y eso provoca una alegría en el corazón de ambos.—Ya lo habías dicho, y te he dicho que sí, no dudes de eso —asegura él y levanta la mano solo para tomar la de ella que yace entremedio de los dos—. Es cierto cuando te dije que te amo. Dime que debo hacer para que me creas.La ternura en su voz no le pasa desapercibida, el día de hoy entre ellos todo ha sido demostraciones de cariño y ternura.Sus cuerpos estaban cerca, ella podía sentir el hormigueo en su piel con un simple tacto de su mano.—¿Por qué no me permitías tocarte en el pasado? —pregunta ella finalmente rompiendo el encanto.—No puedo decírtelo… no aún —confiesa él—. Pero
Arya esperaba que todo marchara mejor una vez que ella y Ayden hicieron las pases. Vaciar su corazón y decir lo que sentía fue liberador para ella. Sin embargo, sabía que Ayden seguía guardando con gran recelo el porqué no se dejaba tocar. Ella había intentado acercarse a él en el pasado y no se lo permitió, excepto cuando ella estaba vulnerable. Más ahora, el apuesto millonario le ha abierto su corazón esperando que ella le acepte.Luego de desahogarse, Ayden y Arya terminan de comer mientras aclaran algunas cosas. Son cinco años en los que ambos deben ponerse al corriente, especialmente cuando del hijo en común se refieren.—Tengo que volver a la oficina —anuncia Ayden cuando ve la hora—. Si decides ir con Gerard, solo avísame y paso por ti.—De acuerdo, gracias —musita ella sin decir más.Se acercan a la puerta y es un momento lleno de incomodidad en el que ninguno de ellos sabe qué hacer o qué decir. Arya toma la iniciativa y se acerca para darle un beso en la mejilla tal como él
—El problema no es el departamento, Arya —declara el millonario tomándola de los hombros—. El problema es que hay alguien que te busca para hacerte daño y no lo voy a permitir. Robín tiene razón, lo mejor es que vengas conmigo, pondré seguridad a tu lado, contrataré un sistema de seguridad para tu departamento para que estés tranquila de que Robín estará bien. Pero lo mejor, hoy, es que vengas a casa conmigo. La conmoción en Arya es inminente, no sabe cómo reaccionar adecuadamente, así que solo suelta una sonora carcajada. Ayden y Robín la observan con curiosidad, el primero sabiendo que es porque no está de acuerdo, el segundo creyendo que está conmocionada. Ambos tienen razón. —Ahí vamos de nuevo —comenta ella derrotada volviendo a su habitación. Sabe que no tiene caso discutir, porque Ayden encontrará la manera de que ella vuelva a su casa. Toma su maleta que aún no había terminado de desempacar y echa las pertenencias que quien sea que haya entrado a su casa tiro por el suelo.