SamanthaHan pasado horas… bueno, estoy exagerando, han sido varios minutos, pero así se siente. Cristian sigue caminando con rapidez, y yo continúo cargada en su hombro como un costal de papas. ¿Es que este hombre no se cansa nunca? Aunque, siendo sincera, no me puedo quejar. Desde aquí abajo tengo una vista increíble.Vaya… su trasero está más grande. Definitivamente ha estado ejercitándose. No puedo evitar deleitarme un poco con la vista cuando, de repente, se detiene. ¡Por fin! Parece que me va a bajar.Pero, claro, no lo hace de manera delicada. Me suelta tan bruscamente que mis pies tambalean y estoy a punto de caerme al suelo. Sin embargo, Cristian me agarra justo a tiempo, sujetándome de la cintura.—¿Estás bien? Discúlpame, no pensé que podías caerte —me dice con evidente preocupación, mientras sus manos recorren mi cuerpo, revisando que no me haya lastimado.Mi corazón se acelera. ¿Por qué demonios me tocas así, Cristian?—¡No pensaste! —le respondo, exagerando como siempre—
SamanthaMi mente intenta procesar la llegada de esa mujer, pero es imposible ignorar la rabia que crece dentro de mí. Esto que siento serán ¿Celos? No, no puedo sentir eso. Cristian puede hacer lo que quiera con su vida, ¿no? Pero, por más que lo niegue, me enfurece haberle permitido que me besara. Peor aún, le correspondí. Al hombre que me traicionó con esa maldita de Cristal.—Oye, mírame —dice Cristian, intentando capturar mi atención—. No vayas a pensar cosas que no son. Espérame aquí, no te muevas. Voy a abrirle.Lo fulmino con la mirada.—No estoy pensando nada. Además, es tu casa, tu vida, y a mí no me importa lo que hagas —respondo, molesta.Él suelta una risa corta, como si mis palabras fueran una broma.Cristian se dirige a la puerta, y yo me alejo unos pasos, nerviosa. ¿Será una amante? Mi corazón late rápido, y mi mente empieza a dibujar escenarios absurdos. Si tengo que enfrentarla, lo haré. No voy a dejar que nadie me humille. Aunque, ¿qué diablos estoy pensando? Ya bas
SamanthaDesde que llegué a la casa, subí directamente a la habitación y me tiré en la cama, intentando dormir, intentando no pensar. Pero ha sido inútil. Llevo más de una hora mirando al techo, atrapada en un bucle de pensamientos que no me dejan en paz.Mi mente está agotada, saturada. Las palabras de Sofía resuenan una y otra vez, mezclándose con la reacción de Cristian y lo que me dijo Iván: que Cristian se la pasaba tomando y preguntando por mí. Todo eso me confunde, me revuelve el alma. Pero lo que más me descoloca es su beso. Después de tantos años, volví a sentir sus labios sobre los míos, fue como si el tiempo no hubiera pasado. Y lo peor... es que me encantó. Lo disfruté. Y deseo volver a sentirlo.Sin embargo, cuando recuerdo que dijo que supuestamente aún me ama, me invade una rabia inexplicable. No le creo nada. Si de verdad me hubiera amado, no me habría engañado con Cristal. Si me amaba, no habría destruido lo que teníamos. ¡Es un idiota!Mis pensamientos se ven interru
CristianHoy me desperté decidido a todo. Tengo que verla, reconquistarla, sin importar el pasado. ¿Me dejó porque dejó de amarme? ¿O fue por algo más? ¿Y si fue por otro, como una vez insinuó mi madre? No, conozco a Sam, y no creo que fuera por eso. Podía sentir el amor en cada mirada que me daba, en cada palabra.Y aunque me pidió que la dejara en paz, no puedo hacerlo. Volverla a ver fue como revivir todo lo que vivimos juntos. No me imagino una vida sin ella otra vez.Algo que me molesta profundamente es que piense que Cristal es mi novia. No lo es, y tengo que dejarle eso claro.Con la decisión firme, me levanto, me baño y me cambio rápidamente. Antes de ir al trabajo, necesito verla. Sé que está en casa de Rossy, y estoy seguro de que irá a ver a Princesa. La conozco demasiado bien. Siempre que despertaba, iba directo a los establos, como un ritual.Hoy, voy a encontrarla. Y no voy a dejar que se me escape otra vez.Cuando estoy saliendo, veo a Williams llegar... caminando. Es r
Cristian.Al entrar a la veterinaria, comienzo a atender al gatito y a los dos cachorros. Todo es rápido; con el tiempo he aprendido a reconocer los síntomas y a saber qué tienen casi al instante. No es nada grave. Les receto unas vitaminas para estimular su apetito, y eso es todo.Todo va bien hasta que veo entrar a un hombre con... ¡un cocodrilo! Les juro que no le tengo miedo a ningún animal, pero esto ya es demasiado.—Amigo, los cocodrilos no están en mi lista. Lo siento, pero puedo recomendarle a un colega del zoológico. Es excelente con esos animales.El hombre me agradece y se va.Sin poder contenerme, salgo de la clínica buscando a Sam con la mirada. La veo en el puesto de quesos. Necesito hablar con ella, explicarle lo que pasó con Cristal y ese estúpido beso. Parece que las cosas están a mi favor porque, justo en ese momento, llega Williams.—Qué bien que llegaste. Cúbreme, necesito hablar con Sam —le digo, empezando a caminar hacia ella.—Claro, amigo. Para eso estamos —re
SamanthaDespués de confirmar con Harry la hora y el lugar de nuestra salida, me dirijo a la habitación para decírselo a las chicas. Al entrar, las encuentro acostadas, hablando en voz baja. En cuanto me ven, ambas hacen silencio de inmediato.—¿De qué hablaban? ¿Y por qué se callaron cuando entré? —pregunto, entornando los ojos y cruzándome de brazos.Ellas intercambian miradas rápidas.—De nada. No estábamos hablando de nada. ¿Por qué preguntas? —contesta Alex, visiblemente nerviosa.—¿Me están tomando el pelo? Claramente estaban hablando y dejaron de hacerlo al verme. ¿Qué están tramando?—No es nada importante, tranquila. Mejor dinos: ¿a qué hora quedaste con Harry? —dice Rossy, cambiando el tema de manera evidente.Las observo con seriedad, tratando de descifrar qué esconden. Conociéndolas, seguramente están planeando algo para sabotear mi cita. Aunque, siendo honesta, no me molestaría demasiado si lo hicieran. Estoy saliendo con Harry por puro impulso y, claro, por celos.—¿Ento
Samantha—Cristian, ¿qué haces aquí? ¿Qué se te ofrece? —le pregunto, poniéndome de pie. Aunque trato de parecer tranquila, mi corazón late con fuerza. Sé que esto no terminará bien.—Eso te pregunto a ti. ¿Qué haces aquí con este imbécil? —espetó, sus palabras escupen veneno, y sus ojos están encendidos de rabia.—Bueno, creo que es obvio, ¿no? —respondo con una sonrisa desafiante—. Estoy en una cita.La ira en su rostro se intensifica, sus puños se tensan, y siento que está a punto de explotar.—¿No te advertí que no te acercaras a ella? —le dice a Harry, su voz es un gruñido lleno de furia.—Cristian, cálmate. Estás exagerando. —intento calmarlo, pero es inútil.—¿Cálmate? —me mira como si hubiera perdido la cabeza—. ¿Cómo pretendes que me calme cuando te veo con este idiota?—Cristian, por favor, no armes un espectáculo. —le digo con firmeza, intentando que recapacite.—No estoy armando un espectáculo. ¡Estoy defendiendo lo que es mío! —grita, y de repente siento cómo su mano apri
SamanthaTodo el trayecto ha sido un silencio reconfortante, lejos de la tensión de antes. Trato de mantener la vista fija al frente, pero mis ojos insisten en buscar a Cristian cada vez que creo que no se dará cuenta. Se ve tan guapo. Ahora que todo está más tranquilo, su aroma comienza a invadir el espacio; ese perfume varonil que siempre ha usado, mi favorito. Es embriagador, como él.—Si sigues mirándome, me vas a gastar —dice de repente, con esa voz profunda que me hace estremecer—. Aunque no me molesta que lo hagas. Puedes mirarme todo lo que quieras, porque yo nunca me cansaría de verte.Mi corazón se acelera de inmediato, y siento un calor subiendo a mis mejillas. ¿Desde cuándo se dio cuenta de que lo estaba mirando? Tengo que ser menos obvia.—No te estaba mirando. No tengo necesidad de eso —miento descaradamente, volviendo la vista hacia la ventana para ocultar el nerviosismo que seguramente es visible en mi rostro.—Bien, como digas. Te voy a creer, mi Sam —responde, riéndo