Dante
El sol apenas comienza a iluminar el horizonte cuando escucho el clic suave de la puerta principal. Scarlett intenta entrar sin hacer ruido, pero no hay forma de que me engañe. Su olor, mezcla de tierra húmeda y algo metálico, me golpea antes de que siquiera cruce la sala. Ha estado en algún lugar que no quiere que yo sepa, y eso me enciende una alarma en el pecho. Me levanto del sillón donde estuve esperando toda la noche, los músculos tensos por la falta de sueño y la creciente frustración. No estoy dispuesto a seguir ignorando los secretos que nos rodean. Cada vez que pienso que empiezo a entenderla, Scarlett hace algo que me recuerda lo poco que sé de ella. Y eso me carcome por dentro. —¿Dónde estabas? —le pregunto sin girarme, manteniendo mi voz neutral, pero con un filo que no puedo evitar. Scarlett se queda paralizada por un segundo, pero se recupera rápido. Ella siempre es rápida para ocultar sus emociones, peDante El aire de la madrugada está cargado de tensión. Scarlett y yo nos sentamos uno frente al otro en la sala, la luz tenue de la chimenea proyecta sombras danzantes en las paredes. No hemos dicho mucho desde nuestra última conversación, pero el silencio entre nosotros ya no se siente como una amenaza; es un terreno incierto, pero con una promesa de algo más. —Si vamos a hacer esto —digo al fin, rompiendo el silencio—, necesito saber que estás completamente conmigo. Sin mentiras. Scarlett asiente, su expresión es seria pero decidida. No veo en ella rastro de las dudas que antes la perseguían. —Estoy contigo —responde con firmeza—. No más secretos. Y por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo confiar en esas palabras. Sé que aceptar su ayuda es un riesgo, pero también sé que no puedo enfrentar lo que viene solo. Elijah es un enemigo astuto, y si tengo alguna esperanza de proteger a mi manada, necesitaré a Scarlett a mi lado. —Bien —digo, inclinándome hacia adelante—. Ent
DanteEl aire pesa más de lo habitual. Desde el amanecer, noto cómo las miradas furtivas entre los miembros de la manada se han vuelto más frecuentes, como si todos caminaran sobre hielo delgado, temerosos de que algo estalle en cualquier momento. Las conversaciones en susurros y los silencios incómodos solo alimentan mi preocupación: la tensión está a punto de romperse.Y Marcus… Él no deja de presionar. Desde que comenzó esta crisis, mi hermano ha intentado asumir un liderazgo más activo, y aunque siempre he confiado en él, ahora no es tan sencillo dejar las riendas. Esta no es una situación común, no es una cacería ordinaria. Tenemos a Elijah acechando en las sombras, y cualquier error podría ser fatal.—Dante, no podemos seguir esperando —dice Marcus con firmeza, mientras cerramos la puerta de mi despacho para evitar oídos curiosos.Nos sentamos frente a frente. Él se inclina hacia adelante, los codos apoyados en la mesa, el ceño fruncido en esa mezcla de preocupación y frustració
ScarlettEl aire en la cabaña es espeso de tensión mientras los líderes de las manadas discuten en torno a una mesa de madera, sus voces chocando como olas furiosas. Los argumentos y las amenazas llenan el espacio, cada palabra impregnada de sospecha y recelo. Marcus se encuentra a mi lado, con los brazos cruzados y los ojos alerta, listo para intervenir si la conversación se descarrila.El propósito de esta reunión es claro: necesitamos aliados para enfrentar la amenaza de Elijah. Sin embargo, el verdadero desafío no es convencerlos de unirse a nosotros. Es convencerlos de que pueden confiar en mí, la cazadora.—¿Cómo sabemos que no nos traicionarás? —pregunta Logan, un líder veterano de una manada del norte. Su voz es grave, sus ojos grises me atraviesan como una cuchilla.Siento cada mirada sobre mí, evaluándome, buscando un motivo para rechazarme. Respiro hondo y mantengo la calma. Este es un terreno peligroso, pero ya he pisado lugares peores
DanteLa noche es un refugio inquieto para mí. Me recuesto en la cama, pero el sueño no me concede tregua. En cuanto cierro los ojos, las imágenes comienzan a surgir, como si una puerta oculta en mi mente hubiera sido abierta sin permiso. Veo escenas difusas, fragmentos de un pasado que había olvidado, o quizá algo que Luna, por algún motivo, me había hecho olvidar.Al principio, las visiones son incoherentes: un rostro familiar, la risa distante de alguien que alguna vez amé, y luego el dolor… siempre el dolor. Siento el peso de una traición antigua que no logro comprender del todo. Me despierto sobresaltado, empapado en sudor, mi corazón retumbando como un tambor de guerra. Scarlett, aún dormida a mi lado, respira suavemente. La observo unos segundos, intentando anclarme al presente, pero las sombras del pasado siguen aferrándose a mí.Me levanto en silencio, caminando hacia la ventana de la cabaña. Afuera, la luna brilla en lo alto, como si supiera más
DanteEl sueño me toma por sorpresa. Apenas cierro los ojos, soy arrastrado a un lugar que reconozco pero no quiero recordar. Estoy de pie en medio de un bosque oscuro, y la luna llena ilumina las sombras que se arrastran a mi alrededor. Frente a mí, veo rostros conocidos: viejos amigos, miembros de la manada… y un enemigo disfrazado de aliado. Siento una traición ardiendo en mi pecho, un dolor que me asfixia.Las imágenes se vuelven más claras. Estoy en el borde de un precipicio emocional. Luna está allí, más joven, con una expresión solemne. “Es por tu bien, Dante”, susurra. Entonces, con un destello de poder, borra algo de mi mente. El recuerdo se quiebra como cristal roto, dejándome vacío, pero ahora los fragmentos están regresando.Despierto de golpe en la cama, el cuerpo cubierto de sudor frío. Scarlett está a mi lado, profundamente dormida, pero mi mente sigue atrapada en esos ecos del pasado. Me siento al borde de la cama, respirando con dificultad. La habitación está en silen
La tensión en la manada crece como un incendio sin control. Dante siente que el tiempo se agota y que las alianzas que intentan construir con otros clanes penden de un hilo. En medio de esta incertidumbre, Marcus ve una oportunidad para asegurar la posición de Scarlett entre los lobos, pero no será fácil. La manada sigue dudando de ella, y Marcus cree que la única forma de consolidar su confianza es obligarla a realizar un acto definitivo de lealtad. —Debes atacar al emisario de Elijah —le dice Marcus a Scarlett, su tono cortante e impasible. La orden cae como un martillo sobre la conversación. Dante, que ha estado escuchando desde un rincón de la habitación, da un paso al frente, la mandíbula apretada. —No. No permitiré que ella haga eso —dice Dante, su voz cargada de ira contenida. Scarlett observa el enfrentamiento entre los dos líderes. Puede sentir el conflicto burbujeando debajo de la superficie, pero también sabe que esta es una oportunidad crucial. Si demuestra su valía,
ScarlettLa tensión en la manada es palpable, como una cuerda a punto de romperse. He pasado los últimos días sintiendo la desconfianza en cada mirada, en cada murmullo que los lobos creen que no puedo escuchar. Dante intenta mantenerse firme, pero sé que esto lo está afectando más de lo que deja ver. Lo conozco lo suficiente para notar que la incertidumbre lo carcome por dentro. Y ahora, escondida detrás de unos arbustos, escucho cómo todo se desmorona más rápido de lo que imaginaba.Marcus, su propio hermano, está organizando una reunión en secreto. Lobos de la manada se agrupan a su alrededor, y sus palabras me perforan como cuchillas.—Dante está perdiendo el control —dice Marcus, con la voz baja pero llena de convicción—. Está demasiado distraído con Scarlett, y esa debilidad nos puede costar caro. No podemos dejar que su apego nos lleve a la ruina.Mis manos se aprietan en puños. Estoy furiosa, pero también asustada. He visto cómo las grieta
Dante El peso del pasado cae sobre mí como una tormenta inesperada. Los recuerdos que durante tanto tiempo he mantenido enterrados finalmente se desbordan, arrasando todo a su paso. No sé si fue la cercanía de la traición de Marcus o mi creciente vínculo con Scarlett lo que rompió las barreras que había construido. Pero ahora los fragmentos de mi memoria se ensamblan como piezas de un rompecabezas cruel. Y lo veo todo: la razón por la que no confío, por qué siempre mantengo a los demás a distancia. Estoy en medio de la sala, con los ojos cerrados, mientras la verdad se despliega en mi mente como una herida abierta. Ella se llamaba Helena. En aquel entonces, creía que el amor que compartíamos sería suficiente para desafiar cualquier amenaza. Mi confianza en ella era absoluta, pero esa confianza me cegó. No vi las señales a tiempo. No vi la traición hasta que fue demasiado tarde. Re