Amelia. -” Doctora Miller, el Doctor Fraser quiere verla en su despacho.”- me dijo la enfermera Ellie Callaghan, una de las enfermeras más veteranas de nuestro departamento. -” ¡Por dios, Ellie! Llevo ya un mes trabajando, y me sigues llamando doctora Miller, siempre que lo oigo me dan ganas de girarme para buscar a mi cuñada. Llámame Amelia, a secas, ¿vale?”- le dije con una sonrisa, mientras sentada frente a mi mesa de despacho, en la sala común que se les adjudicaba a los doctores fitoterapeutas. Estaba terminando el informe de evolución de mi último paciente, para que lo revisara su traumatólogo asignado. Cuando la sonriente enfermera entró para darme un recado del jefe de mi departamento. -” Lamentablemente, Doctora Miller, para usted, mi educación de Galloway, no me permite tratar con esa familiaridad tan típica de los norteamericanos, y menos a un superior, si lo hiciera, mi inglesa y tradicional abuela, se revolvería en su tumba.”- me dijo la enfermera de medina edad, con
Connelly.-” Connelly ¿No vienes con nosotras a la fiesta que da el representante del diseñador en unos de los áticos del hotel Eurostars Wall Street? Dice que irán muchas actores y actrices.”- me dijo una de mis compañeras modelos con las que acaba de desfilar en el Lincoln Center, en la semana de la moda de Nueva York, para el famoso diseñador puertorriqueño de origen español, Carlos de la Margue.-” La verdad estoy agotada, el vuelo desde Londres a Nueva York ayer, y la preparación del desfile me han dejado muerta. Ahora sólo deseo, una copa de vino blanco, una buena cena, y ocho horas de sueño ininterrumpido, hasta el próximo desfile del martes, no saldré sino para ensayar.”- le dije con cara de agotamiento.-” ¿De verdad te vas a perder una fiesta llena de guapos millonarios, y famosos?”- dijo otra de las modelos jóvenes, que tendría la misma edad que yo.-” No seas estúpida Susane, Connelly vive entre guapos millonarios, su familia y la familia de sus padrinos, para ella es lo q
Rowdy. -” Señor Cooper hay un accidente más adelante, por lo que puedo ver hay varios coches implicados.”- dijo el chofer, que la compañía que había contratado a mi empresa, para que implementara un nuevo sistema de telecomunicación, me había puesto, mientras sacaba la cabeza por la ventanilla para ver mejor, más adelante. Esto me hizo levantar la cabeza, de mi portátil en el que trabajaba, para ver por qué estábamos detenidos, aunque había muchos coches por delante de nosotros, como para ver lo que había sucedido, de nuevo otro retrasó más de los muchos que llevaba hoy, aunque tengo que decir que este, por lo menos, tenía su razón de ser, y estaba más que justificado. Tendría que pasar varias semanas más aquí en Nueva York antes de volver a California, en él ya que había un congreso muy importante, en dos semanas, en esta misma ciudad, donde mi empresa presentaba un nuevo sistema de video llamada mucho más nítida, con acciones varias, a tiempo real, y muy afectiva, que se podía apl
Connelly. Por mucho que pensé que eso estaba mal, por mucho que traté de decirle a mi traidor cuerpo que se controlara, de nada sirvió, y menos cuando mi mente comenzó a confundirse, aliándose a ese traidor, provocado por las sensaciones que esos labios me hacía sentir. Hasta el momento que fui arrastrada por sus fuertes brazos, fuera del peligro que era esa trampa mortal en a la que yo voluntariamente me había introducido para salvar al bebe, creí tenerlo todo controlado, pero sólo hasta que me encontré entre sus brazos. Fue en ese momento, cuando su calor, las increíbles y problemáticas sensaciones que él despertaba en mí, y el miedo que creí no sentir, anteriormente, me dieron ganas de abrazarlo, y pedirle que no me soltara. Esa sensación tan impactante, en mi mente, me descoloco, así que para evitar que él se diera cuenta, a pesar de lo evidentemente enfadado que estaba, por la estupidez que claramente había cometido, decidí centrarme en la estúpida rotura de mi valioso chánd
Rowdy. -” No preciosa, olvídate, no te voy a soltar, hoy tú y yo, vamos a terminar con esto, de una forma, o de otra, quieras o no, hablaremos, estoy harto de que nos pase siempre lo mismo, ya sea en diferentes países, o en diferentes situaciones, no me gusta eludir mis luchas, asi que vamos a enfrentarlo de una maldita vez, no voy a dejar que ambos acabemos como siempre. Todo tiene su límite, Bruja Arpía, y yo ya llegué al mío.”- la verdad no tenía nada previsto cuando le dije estas palabras, al menos nada de lo que verdaderamente pasó después. Simplemente necesitaba que, de una vez, definir qué era lo que demonios me pasaba con esa mujer, si era algo pasajero por un maldito embrujamiento pasajero, que ella me había echado, o es porque, a pesar de lo que siempre había creído que sentía por Emilia Paola Miller, en algún momento, en estos tres años, mi corazón y mis sentimientos habían tomado un camino diferente al que yo me había trazado originalmente. La verdad es que en este mome
Connelly. -” Hemos llegado señor Cooper”- oir como pronunciaba ese nombre, una voz profunda, desconocida, e inesperada, me hizo abrir los ojos de golpe. Para encontrarme ante esos ojos profundos e intensos, sin la barrera de sus gafas, mirándome. Era definitivamente los ojos más impresionantes que había visto nunca, no por su aspecto, aunque eran grandes con largas pestañas, ni por su color marrón miel indescriptible, sino por la intensidad arrasadora, que hizo que, por un segundo, me sintiera totalmente expuesta, con todos mis sentimientos a flor de piel. Darme cuenta de esto fue lo que me hizo reaccionar e intentar separarme de él, de nuevo totalmente avergonzada, sentándome de nuevo al darme cuenta de que no sólo estaba entre sus brazos, sino que, además, estaba totalmente acostada sobre su cuerpo, apoyando mi cabeza en su hombro. -” ¿Se puede saber qué haces, maldito imbécil? ¡No te tomes tantas libertades!”- le dije intentando levantarme, bajando mi cara para que, por lo meno
Connelly. Todo era incontrolable, desatado, perfecto. Me negué a hablar, temiendo de que, si lo hacía, la magia que nos arrastraba desapareciera, si esto era lo único que iba recibir del hombre que amaba, que así fuera, no pensaba arrepentirme de nada. Sus besos fueron aún más candentes, más persuasivos, más desquiciantes, cuando me depositó sobre la cama, mientras me acariciaba el costado de mi cuerpo, con sus tentadoras manos, despacio, probando así por su tacto que, definitivamente, estaba creado para seducir a una mujer, esta se entregará sin reservas. Yo, por mi parte lo abrazaba por sus hombros, aproximando su cara la mía, mientras enredada mis dedos en su pelo negro, espeso, y sedoso. Sentía su lengua en mi boca, esa maldita hacía que mi mente se perdiera en todas esas sensaciones, haciéndome arder desde dentro, sin control. Pronto esos labios, y esa lengua, me demostraron que, el más inofensivo de los males que podía hacerme sentir, lo acaba de experimentar ahora, a partir
Connelly. Cuando abrí los ojos, esa mañana, tarde milésimas de segundo en recordar que había pasado, y menos aún en sonreír, fue quizás esa sonrisa, y la ganas que tenía de girarme para buscar al hombre, para mirar a los ojos a quien se había convertido en mi primer amante, y desde luego, en mi primer amor, lo que hizo que, los nervios ante lo desconocido, al día siguiente, y el miedo que no había sentido esa noche, cerrara los ojos, para fingir que dormía, y así evitar enfrentármelo, sobre todo cuando lo sentí que se movía detrás de mí, para abrazarme, pegando su pecho a mi espalda, y dejando su brazo en mi cintura. -” Podría creer que estás dormida, Maléfica, si no te hubiera oído gemir de satisfacción, al despertarte, y no hubiera visto esa sonrisa de gata traviesa de hace unos segundos, por no decir que me resultaría muy fácil de demostrar que estás fingiendo dormir, preciosa.”- me dijo en un susurro en el oído, haciendo que la tensión se acumulara de nuevo, en esas zonas en la