Hacienda “El patrón” Los dedos de Emiliano se adentraron en el interior de Alicia, estaba sorprendido y excitado el sentirla húmeda, y más el pensar que solo él podía hacer que se pusiera así. Los labios entreabiertos de ella se cerraron y luego uno de sus dientes aprisionó el labio inferior, estaba a punto de cerrar sus ojos pero él negó.—No cierres los ojos, quiero ver como te vienes en mi mano. —las mejillas de Alicia se incendiaron por la manera sexy y ronca en que aquellas palabras de Emiliano salieron de su boca. “Si lo vuelve a decir, ¡Por tatita Dios que me vengo como cascada!” Los dedos de él comenzaron a hacer su trabajo, la pelvis de Alicia cobró vida y comenzó a moverse al ritmo del movimiento que ejerció. —Dios…—Alicia jadeó sintiendo ese calor recorrerle por debajo de la piel hasta llegar a su centro. Emiliano estaba duro como una roca. —A la m****a el reposo—soltó Emiliano y Alicia aún en su nube de excitación le siguió, él brincó a lado del sillón y empezó a desvest
Hacienda “El patrón”Durante el camino por el largo sendero, Alicia se abrazó a sí misma pensando en lo que le había dicho a Alonso. Pensó en que quizás un tiempo atrás pudo haberse sentido atraída a él, por qué él no era feo, era atractivo, pero, Emiliano había llegado y estaba empezando a hacer que la tierra bajó sus pies empezara a moverse con solo una mirada. La sonrisa apareció en sus labios, era atractivo y no lo iba a negar, y tenía un no sé qué, qué pondría loca a cualquier mujer, como ese semblante de ser todo un gruñón, pero detrás de esa máscara de indiferencia y frialdad, había un hombre tímido y que no había experimentado lo que cualquiera a su edad ya lo había pasado. A lo lejos, las luces de un auto se vieron, Alicia se tensó pensando que fue imprudente salir de noche por ese lugar antes de que Emiliano pasara por ella, su celular había muerto por la batería y no quería pedirle a Alonso el favor. Siguió caminando, pero más lento, aquellas luces siguieron encendidas impid
Hacienda «El patrón»Alicia estaba dando un sorbo a su vaso de agua mientras miró al par en la mesa platicando en inglés, ya que William no sabía hablar mucho español, aunque insistió en seguir aprendiendo, necesitaba primero ponerse al día rápidamente, pero antes de eso, le había pedido permiso a la esposa de Emiliano para no ser grosero, Alicia había dicho que no había problema porque ella también quería aprender inglés y su pronunciación. —Tienes una bonita hacienda—dijo William emocionado por el cambio radical en su ex socio y amigo. —Gracias, —respondió Emiliano, sonrojándose. —Mañana te llevaré a cabalgar, quiero mostrarte las extensiones de tierra que me regaló mi padre, en unas semanas la empezaremos a trabajarlas, deberías de darles un vistazo y puede que te animes a invertir. —William alzó sus cejas.—¿Hablar en serio? Sabes bien que a donde inviertas, yo invierto. —brindaron quien sabe por qué pero lo hicieron. Alicia se disculpó para dejarlos solos en la mesa, Emiliano se
Alicia se quedó petrificada leyendo quien sabe cuántas veces ese mensaje en la pantalla del celular de Emiliano, se atrevió a deslizar la notificación de la barra y apareció el mensaje:“Espero muy ansiosa tu llegada a Manhattan, cariño. Te he extrañado como no tienes idea, me he sentido sola, y no me importa que seas ahora un hombre casado. Casados me gustan más.”Sintió el corazón latirle tan deprisa que pensó que le daría un “patatús” como ella le decía al infarto, se llevó la mano a su pecho y tomó una bocanada de aire, cerró sus ojos y empezó a contar hasta diez para calmarse. —Diez, —una breve pausa recordando lo de la discusión de aquella noche con la llamada de la viuda, no iba a contar despacio y comenzó el conteo a toda prisa antes de ir a buscarlo. —Nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos… —¿Ya te has despertado?—se escuchó la voz de Emiliano y los ojos de Alicia se abrieron. —¿Dónde está la señora Rod…?—Emiliano detuvo su tono divertido cuando vio el semblante
Hacienda «El patrón» La cena estaba yendo bastante divertida, Alicia había practicado el inglés con Will, y este el español. Hubo risas, bromas y anécdotas de Emiliano con él en los tiempos en los que empezaban a ser socios y los riesgos que tenían que correr para lograr sus objetivos, el dineral que habían hecho, y el último en el que se aliaron para después seguir cada quien por su camino. —¿Y por qué se separaron si les iba re-bien?—preguntó Alicia antes de dar un sorbo a su copa de vino, Emiliano notó lo sonrojado de sus mejillas por el alcohol así que sutilmente cuando ella terminó y dejó la copa a lado del plato vacío, él la retiró reemplazándola por una de agua fría cuando ella prestó atención a su amigo y ex socio. —Me enamoré—dijo William, al decirlo, soltó un suspiro, Alicia alzó sus cejas con sorpresa. —Ella me dejó. Así que decidí alejarme de todo, me fui a viajar, conocí gente, viví aventuras y luego regresé para firmar los papeles del divorcio una vez que estuve list
Hacienda «El patrón»Días después…Alicia revisó una otra vez la maleta que había doña María ayudado a armar y quería cerciorarse que no le faltara ningún atuendo, entre ellos, sus jeans favoritos. Había leído en internet todo acerca de Manhattan, el clima, los mejores lugares para visitar, lo que más le emocionó, es que vería la gran estatua de la libertad, aquella que veía a veces en películas románticas en el internet. —¿Pusiste la ropa interior de encaje?—preguntó doña María entrando a la habitación de nuevo, venía con un par de toallas nuevas en mano que había comprado en su viaje en Puerto Vallarta. —Traje un par de toallas de mi viaje, ¿Cuál eliges?—le ofreció dos toallas coloridas de palmas y cocos, y otra era el mar con un par de conchas en la parte final. —Me gustan las palmas, —dijo Alicia—Aunque nunca he visto unas. —Pero lo harás una vez que regresen, habla con Emiliano y dile que…—fue interrumpida por su hijo que entró a la habitación.—¿Qué me diga que cosa?—Alicia l
New York, Estados UnidosAeropuerto internacional John F. KennedyAlicia había tenido su primer viaje en avión demasiado bueno, Emiliano estaba sorprendido por como lo había pasado. No se había mareado, no había vomitado, incluso se había quedado dormida contra la ventanilla por un rato, pero de ahí, todo bien. El auto privado que había organizado Ryan desde la hacienda, ya esperaba por ellos, dos hombres de seguridad que vestían de civiles, los estaban siguiendo. Emiliano quería que Alicia disfrutara de la ciudad sin tener a nadie de los guardaespaldas encima de ellos como celebridad, aunque él no tenía que olvidar que tenía enemigos, como esos exesposos coléricos que aún intentaban hacer algo en contra de él. «Una parte de mi vida que tengo que contarle a Alicia una vez que nos instalemos» pensó Emiliano mientras esperaba que ella se acomodara en el asiento antes, al hacerlo, él siguió y se sentó a su lado, iban en la parte trasera de una camioneta blindada. Durante el camino al át
Ático de los Rodríguez, New York, Estados Unidos Alicia se giró lentamente hacia Emiliano cuando escuchó que había dicho: «Bienvenida a nuestro nuevo hogar, señora Rodríguez.» Esas palabras habían golpeado en su interior como nunca antes algo lo hizo, la palabra «hogar» era algo que hace mucho no recordaba tener, le recordó de inmediato a la fallecida de su madre en aquel accidente de auto, ella si hubiese esperado el cruzar y Leonardo no hubiese estado conduciendo en estado de ebriedad, su madre estuviese viva y podría estar viviendo el cambio radical que había dado su vida, pero entonces si hubiese seguido viva, ella no hubiera entrado a la hacienda, no hubiera conocido a Emiliano y por lógica, él no se hubiese casado con ella. —¿Qué pasa?—preguntó Emiliano acercándose hasta a ella, posó su mano en su hombro y lo acarició con sus dedos. Ella salió de su nube de pensamientos y abrió un poco más sus ojos al ver al hombre a su lado, mirándola con inquietud, así que puso una gran son