Jacob… La familia de Rebecca me parecía bastante interesante y todo un desafío. Admito que al principio solo la quería a ella, verla en ese club tan decidida y preciosa, segura y hasta ambiciosa, una buena negociadora, esa era una mujer para mí. Que hubiera sido meretriz me importaba una mier.da, ahora estaba conmigo.Sin embargo, estaba consciente que ella no dejaría a sus hijos, ni a su madre, lo poco que conocía de su historia podía ver lo importante que era su familia, que daría todo por ellos, una mujer capaz de tragarse su orgullo por sacar adelante a sus hijos y al mismo tiempo protegerlos de todo lo que conlleva este mundo.Cuando la encontré afuera de esa escuela no podía creer que era ella, verla con su cabello corto, sin maquillaje, unos jeans, blusa larga y tenis, me hizo cuestionar al detective que contrate, ¿cómo era posible que esa era la mujer que había estado buscando? Al conocerla me dí cuenta que era como si tuviera dos personalidades, había una madre protectora
Ver a Angelo desde abajo en ese juego tan agresivo de luchas me pareció un riesgo total, Jacob no me permitió negarme cuando subieron, aunque sabía que todo era seguro, no quería que estuviera ahí, yo sabía que era una mamá sobreprotectora, pero es que no lo podía evitar, mis hijos eran mi vida, había hecho todo por ellos, los amaba más que nada en el mundo y no quería que nada los dañará. Mi corazón saltó cuando lo ví caer y casi me dieron ganas de subir a golpear a Jacob por hacerle eso a mi pequeño, había sido agresivo solo para ser la primera vez, él no sabía nada de esto; Sin embargo, cuando todo terminó Angelo venía feliz, también Jacob, pero ¡Angelo estaba feliz! Fuimos a un par de juegos más donde Jacob nos insistió en subir, yo terminé en unos obstáculos saltando con pelotas, fue divertido, mamá fue la única que no se subió, dijo que ya estaba muy vieja para esas cosas, Angelo también subió y competía con su hermana o con Jacob, su actitud había cambiado en poco tiempo, ter
–¿Crees que Sally acepté salir conmigo? –preguntó Hunter. Ya se había tardado demasiado, hace meses que yo me había dado cuenta que le gustaba, seguramente ya todo el edificio lo sabía porque andaba detrás de ella, se mantenía muy nervioso, cualquier acercamiento sus rostro ruborizado lo traicionaba, siempre estaba de acuerdo en lo que dijera aunque muchas veces no fuera su opinión propia. –Creo que debiste hacerlo hace meses –respondí extendiendole la carpeta. Estábamos revisando unos documentos. –Quería esperar a que las cosas estuvieran tranquilas aquí –se excusó –, pero la campaña está por terminar y no sé si deba decirlo ahora. –Ahora cuando la campaña está por terminar y estamos atorados de trabajo –le señalé. –Tienes razón, es algo estúpido. –No lo es –corregí –. Si no lo haces ahora, no sabes donde vamos a estar el próximo mes y solo te convertirás en el ex colega de trabajo que nunca volvió a ver de nuevo. –Entonces, ¿lo hago? –Sí. –¿Cómo debo hacerlo? –También qui
Me equivoqué… Definitivamente me equivoqué. Como Jacob aseguró anoche, me levantó a las cinco treinta de la mañana para ir al gimnasio donde él entrenaba, todo era increíblemente ordenado y limpio, lámparas que iluminaban el lugar, a la vista había un ring de boxeo color azul y otros dos al fondo, una parte del piso era de madera y había una zona acolchada color negra, también sacos de boxeo donde entrenaban y una zona de pesas al otro lado, el lugar era amplio y creo que olí a flores al entrar, estaba más limpio que mi propia casa. –Sorprendida –murmuró Jacob a mi oído. –No sé qué decirte –encogí los hombros –. Siempre creí que los gimnasios eran como los que aparecen en las películas. –¿Cómo en las películas de Rocky? –Sí. –Te aseguro que Rocky no está por aquí –sonrió –. Aunque tú puedes ser Becky. –No me digas así, por favor. –¿Por qué? –dudó –. Es lindo, Becky. No debí decirle que no me dijera así, me he dado cuenta que Jacob no le agrada recibir órdenes y cuan
El domingo salimos a almorzar afuera de la casa porque Jacob le había prometido a Angelo comprarle un videojuego que ni yo entendía, le insistí a Jacob que eso no era necesario, que Angelo solo se había aprovechado de la situación, ni siquiera sabía en qué momento Angelo lo había convencido de eso, al parecer tenía sus habilidades escondidas, pero al final terminamos en el centro comercial después de almorzar, mamá había venido con nosotros, Alice intentaba mantener su distancia, ya comenzaba con la etapa de “me avergüenza estar con mi mamá”, aunque eso fue hasta que vio una tienda de ropa de marca y Jacob le dio permiso de escoger lo que quisiera, le advertí con la mirada que no abusará y ella terminó por escoger un par de blusas y dos vestidos, era una tarde preciosa y el día había sido excelente, Jacob cada vez me sorprendía más con sus detalles, aunque mañana saldríamos a su conferencia y estoy segura que por eso quería chantajear a mis hijos.Ahora había entrado a la tienda de ap
El día del viaje llegó, nos despedimos de los niños y le dí mil recomendaciones a mi madre y a Iriana, es que era la primera vez que iba a estar tan alejada de ellos por más de veinticuatro horas, me parecía increíble como Jacob se había ganado el corazón de todos, era un hombre maravilloso, hasta Angelo me dijo que no me preocupará por ellos, salimos de la ciudad en un helicóptero, jamás me había subido a uno y estaba pálida al verlo, pero Jacob estuvo a mi lado, llegamos en minutos y el helicóptero llegó a un hotel, Jacob me ayudo a bajar, aún me temblaba el cuerpo y el sonido que hizo en el camino lo escuchaba en mis oídos como un eco. –¿Te sientes bien? –me preguntó Jacob. –Sí. –Vamos a la habitación –propuso –. Puedes descansar unos minutos y luego salimos. Lo acepté, seguramente mi cara lo decía todo y es que ni siquiera me había subido a un avión mucho menos a un helicóptero. Llegamos a una habitación preciosa, el piso color beige, paredes blancas con cuadros colgando, una
Moví mi mano por toda la cama buscando a Jacob, pero no lo encontré por ningún lado, tardé en entender que estaba sola en la cama, con pesar abrí los ojos y miré alrededor, espero que Jacob tenga una buena razón para no seguir en la cama; fue cuando la puerta del baño se abrió y él salió con una toalla hasta la cintura, recorrí su marcado abdomen con mis ojos, traía el cabello húmedo y algunas gotas de agua pasaban por su piel. –Buenos días –sonrió, levantó su mano y señaló sus ojos –. Mis ojos están aquí. –Eres un pesado. –¿Yo? ¿Por qué? –preguntó acercándose a mí, la forma en que venía me inquietaba. –Porque te bañaste sin mí –hice un puchero –. Después de que me hiciste prometerte que nos bañaríamos juntos todos los días. Se subió a la cama dejando gotas de agua sobre la sábana, me reí cuando se acercó, su piel estaba fría. –Te veías tan linda durmiendo que no quería despertarte –me dio un beso, iba a separarse pero yo lo detuve para besarlo mejor y más deseosa, al moverme l
Después de que Ronald saliera de nuestro alrededor y fuera al otro salón con sus compañeros, Jacob continuó saludando a todos, de inmediato reconocí a Esteban Montaner, nuestras miradas se cruzaron y le sonreí, me alejé un poco de Jacob para ir a saludar. –Rebecca, nos seguimos encontrando –sonrió. –Supongo que es algo común si estamos en el mismo lado –comenté –. A menos que me esté siguiendo. –Puede ser cualquiera de las dos opciones –bromeó. El señor Montaner apareció a su lado, mi viejito traia un traje negro, me sonrió enseguida y tomó mi mano. –Es un gusto verla, señorita –saludó besando mi mano –. Está usted muy hermosa está noche. –Papá, deja tranquila a Rebecca. –Está bien –lo detuve y acerqué mi otra mano para saludarlo –. Es una gran alegría volver a verlo, señor Montaner. Él me sonrió de esa manera tan especial como lo hacía en el club, fue un segundo hasta que separé mi mano, tampoco podíamos quedarnos así todo el tiempo. –La campaña está por terminar, ¿has pensa