La limusina de Jacob me dejó frente a la casa, al entrar mamá y Alice estaban en la sala, ví la hora en mi teléfono y pasaba treinta minutos la medianoche. –¿Qué haces despierta, jovencita? –pregunté a Alice –. Tienes clases mañana. –Te estábamos esperando –respondió mamá en su defensa. –Solo quería saber que llegarías bien –mencionó Alice. –Ya estoy en casa, ahora ve a dormir y sin el teléfono sobre la cama –le advertí cuando iba subiendo las escaleras. Tenía la mala costumbre de vagar por internet antes de dormir y luego se quedaba con el teléfono en la mano.Cuando desapareció por las escaleras, tomé lugar al lado de mi madre, estaba cansada por tanto trabajo y los pies me dolían. –¿Y ese vestido? Fue ahí cuando me percaté que no me había cambiado y aún sentía los labios hormigueando por los besos de Jacob, intenté ignorar las sensaciones en mi cuerpo. –Ah, no es nada –comenté –. Nos dieron vestimenta a todos para el evento. –Vestimenta para el evento sería como un uniforme
Terminé en un edificio color turquesa con ventanas color mostaza, pensé que me llevarían a la casa de Jacob o a un lugar más elegante, una zona privada, un lugar lujoso tal vez, bajé del auto y el chófer me indicó marcar el quinto piso, al llegar a la entrada eso hice, poco después de que la puerta se abrió y subí por el ascensor, volví a marcar el número cinco, al subir y abrirse las puertas me llevó a un pequeño pasillo con una única puerta blanca al frente, el piso era de madera, así que me quite los zapatos y toqué la puerta, fue abierta por Sam que solo me hizo una seña para que entrará por el angosto pasillo. Sin embargo, solo era una apariencia porque al terminar el pasillo había un enorme apartamento, una sala y comedor al menos para ocho personas, un televisor gigante, muebles de madera color café y blanco, otra pequeña sala al fondo con salida a un balcón y unas escaleras que van hacía arriba que supongo son los dormitorios, había dos puertas que no deduje que había detrás,
–Entonces, dices que estás saliendo con ese hombre importante –repitió mamá confundida. –Sí, mamá. –¡No puedes salir con nadie, mamá! –chilló Angelo. Diría que su reacción me sorprende pero era mentira, esperaba que hiciera berrinche, me reclamará y fuera a encerrarse a su dormitorio. –Mamá puede salir con quien quiera –refutó Alice. –¿Y qué pasará cuando papá regrese? Ahí estaba la inconsistencia, pero era hora de aclararlo intentando no dañar la reputación de su padre. –Mis niños, ustedes ya deben de saber que su padre y yo tenemos algún tiempo separados –confesé –. Él sigue siendo su padre, pero ya no estamos juntos. –¡Osea que no lo pudiste esperar! –exclamó Angelo –. ¿Cómo pudiste mamá? ¡No podías esperar un poco más! –¡No le hables así a tu madre! –regañó su abuela –. Te dio la vida, siempre te apoya y te conciente cada vez que puede, tienes que respetarla. –No me voy a ir a ningún lado –reclamó Angelo. –No les estoy preguntando –tuve que hacerme la dura, no teníamos
Después de terminar de ordenar mi ropa y acomodar mis cosas personales, miré por la ventana, había una preciosa vista, ahora que lo veo bien, es un parque, en la habitación de mamá no tuve tiempo de detenerme a ver con detalle, tiene unas flores preciosas, algunos árboles, bancas donde las personas pueden sentarse y una fuente en el centro, esto parece película de cine. Me reí y salí a ver afuera, las personas de la limpieza ya habían terminado, Iriana se encontraba en la cocina. –Señorita Lowe, ¿necesita algo? –No, solo quería dar una vuelta al apartamento –murmuré –. Creo que es más grande que mi casa. Ella sonrió. –Es un gran apartamento. –¿Usted vive aquí? –curioseé. –Sí, puedes encontrarme detrás de está puerta –señaló detrás de la cocina una puerta color beige. –Oh vaya, no había visto esa puerta. –No te preocupes, casi nadie la nota –sonrió. –¿Y aquí siempre hay tantas personas haciendo limpieza? –dudé. –No, el servicio solo viene una vez por semana, otra chica se en
–Lo lamento, mi madre le pidió a Iriana que me diera otro dormitorio y está empeñada que no debemos dormir juntos –susurre al entrar a la habitación de Jacob después de esperar a que mi madre se durmiera. Él dejó su teléfono sobre la mesa y se acercó a mí con una gran sonrisa, me tomó por la cintura, me quedé sin respirar cuando sentí la firmeza con la que lo hizo, sentí su aroma masculino que me encantaba y la calidez de su cercanía. No te enamores, Rebecca. Esas eran las palabras que me repetía, debía tener cuidado con este hombre, era tan atractivo, sexy y besaba como el diablo, comenzaba a preguntarme ¿cómo sería en la cama? Seguramente muy bueno, ojalá lo pudiera descubrir esta noche. –No te preocupes que lo último que haremos es dormir. La forma tan sensual que lo dijo con esa voz grave fue directo a mis entrañas, me besó tan apasionado y posesivo, su lengua invadió mi boca, llevé mis manos a su cabello, tan suave y esponjoso, lo sujete con fuerza mientras él me levantó
Llegué al edificio y estuve un momento en el auto, empecé a pensar que la idea de Jacob de trabajar desde casa, era buena idea, la última vez que se dijo algo de Jacob y de mí comenzaron a hablar cosas sin sentido, ahora que era un hecho que teníamos una relación posiblemente ya me habían inventado toda una telenovela. Sin embargo no puedo dejar que eso me desanime, está era la oportunidad que me había quedado y con el contrato que había firmado con Jacob tendría trabajo al terminar la campaña y toda está farsa. Tomé aire y con el poco valor que me quedaba salí, no encontré a nadie hasta que llegué a mi piso, misteriosamente todos estaban ocupados, nadie me vio entrar, fui directo a mi escritorio, la chica de las fotocopias me miró y cuando yo lo hice bajó la mirada al aparato que tenía al frente, una de las secretarías hizo lo mismo, los demás parecían enfocados en su trabajo, espero que sigamos así. –Aquí está señorita Lowe –exclamó Sam que venía hacía mí –. Espero que tenga la li
–Podemos ir al lugar que querías –propuse.–Está bien –murmuró escribiendo en su teléfono –. Llegaremos a casa. Creo que se molestó porque le dije que no, miré la ventana y tardé un instante en sentir una mano rodear mi cintura, Jacob me acercó a su cuerpo. –¿Qué pasa? –dudó –. Creí que esto era lo que querías, ir a casa con los chicos. –Es que… también podemos hacer lo que tu quieras. –Yo quiero estar contigo. Sentí su nariz rozando mi cuello, el aliento golpeando mi piel y al instante apreté mis piernas sintiendo el cosquilleo en el vientre. –¿Por qué cierras las piernas? –susurró a mi oído, se acercó despacio y me beso, era muy seductor, la forma de acercarse y hablar, la forma que me hacía sentir me gustaba, su mano fue detrás de mi cabeza y profundizó el beso, empecé a sentir el calor en mi cuerpo, rocé mi mano sobre su camisa bajando hasta llegar a su pantalón, tomé el cinturón, nos daba tiempo de algo antes de llegar a la casa, pero él me detuvo. –No, aquí no –negó –. No
Jacob no estaba en el dormitorio cuando llegué, no creí que hubiera tardado tanto y ya era tarde, no entiendo a dónde podría haber ido, espere unos minutos a que todos estuvieran dormidos y fui a darle una vuelta a la casa, pero no lo encontré, me sentí tonta al haberme peleado con mamá por él cuando ni siquiera me había esperado. Las peores cosas pasaron por mi cabeza, seguramente se había ido a buscar a alguien que no tuviera una madre entrometida y que pudiera complacerlo, él era un hombre atractivo y elegante, cualquier chica caería en sus encantos, no quería pensar en eso, pero era algo que ya estaba en mi cabeza, después de todo ya me habían sido infiel antes, no tenía que lamentarme, después de todo esto solo era un trato, Jacob y yo realmente no teníamos una relación, estar aquí solo había sido resultado de la tontería de la calentura que habíamos tenido, ya me había acostado con él y aunque hubiera sido sorprendente, eso tenía que ser suficiente. No te enamores, Rebecca. L