Carrick estaba por salir de su oficina cuando se encontró con un hombre que le parecía desagradable en su bar, hizo la seña a los de seguridad y alertó a sus chicas.
Camino hacia Andrés Berrocal, un empresario reconocido porque sus negocios no eran tan transparentes sino más bien turbios y siempre a la orilla entre lo que puede ser ilegal y peor que eso.
—Señor Berrocal, está disfrutando.
—Burwish—Dijo sin quitar la mirada del trasero de la chica que bailaba para él. —Todo lo que tengo que hacer para tener tu atención.
—Angie, tráenos una copa a los dos—Ordeno Carrick a la bailarina.
Ella detuvo se baile y se giró hacia mis hombres para preguntarles qué les gustaría, Andrés pidió un Whisky y Carrick un ron. El dueño de Lemonade tomó asiento y vio el reloj.
—No tengo mucho tiempo, pero estoy atento.
—Quieto invitarte a hacer negocios, una sociedad.
—Tengo lo que nec
Julianne estaba sorprendida de que Cash hubiese hecho todo lo que ella había pedido, desde leer hasta estar en silencio en la oscuridad, incluso cuando los primeros rayos de sol salieron él se levantó solo para cerrar las cortinas. Al medio día fueron por un brunch a solas, estaba casi segura de que Carrick había solicitado que fuesen los únicos con acceso al jardín y en la tarde dieron un paseo por la ciudad en auto el cual básicamente consistía en Carrick manejando por los lugares más lindos de la ciudad. —Cash, quiero ir a mi casa. Necesito estar sola. Carrick se aparcó y abrió la guantera en la cual tenía una bolsa demasiado grande de gomitas ácidas, abrió el paquete y se metió tres en la boca y le ofreció a Julianne la cual negó con al cabeza y le miró confundida. —Julianne—Dijo mientras masticaba y ella se apoyó contra el asiento. —C
En la mañana Carrick había ido a desayunar con su hermano de en medio. Carlo se veía igual de triste y meditabundo, pero cuando llegó Baron la pena de ambos desapareció, era como si simplemente tuviese la habilidad para hacerles reír y olvidar sus problemas.Su hermano pequeño era terriblemente divertido, pero Baron insistía en ser siempre el alma de la fiesta, Baron tenía planes para él y sus hermanos, irían a cenar, unos tragos, buena compañía (la de sus hermanos porque ya no le permitían contratar putas o entretenimiento femenino como le gustaba llamarle) un club de baile de fiesta latina, era buenísimo bailando salsa, en realidad todos bailaban bien excepto Carlo que tenía dos pies izquierdos.Baron observó a su hermano menor beber como si el sabor fuerte y caliente del alcohol alimentara esa llama corta que le quedaba de vida, sabía que su matrimonio era un desastre en aquel momento, uno que él provocó. Po
Así es, solo podía tener una de las dos mujeres, amaba a una de ellas, quería protegerla, disfrutar de una relación saludable, ver creer a sus hijos y construir un futuro en el que pasaban más desnudos que vestidos en un paraíso tropical bebiendo piñas coladas. Por Analissa lo único que sentía era lástima, debido a ello, el joven había hecho una estupidez tras otra que afectaba la vida de sus hijos, a de la mujer que amaba y la suya. La respuesta era totalmente fácil. Tenía que terminar con la culpa, la lástima y la moralidad que le hacía repetirse: ¨Es la madre de mis hijos¨ Tenía unas reuniones temprano con algunos clientes así que después de una despedida llena de abrazos y una dosis de realidad por para cada uno de los hermanos Burwish, finalmente fue a trabajar, que el día sería durísimo. Cuando Carrick llegó a las oficinas que tenía en Nueva York mandó un mensaje a la clínica de rehabilitación de Analissa. Me disculpo con la señora Analissa Ha
Julianne acarició a Carrick lentamente y él le miró unos centímetros más baja, con los ojos verdes llenos de excitación, deseo y una pizca de orgullo femenino por tenerle sin palabras, respirando cada poco que ella le permitía.La joven le lamió el pecho y Carrick se aferró a sus caderas, escondió su rostro en la curva del cuello de Julianne y le acarició un pecho, July sonrió y Carrick aprovechó esa sonrisa para besarle con toda la pasión y las ganas que le tenía. Se había enloquecido la primer vez que le vio y no sería la última, adoraba cada centímetro de su cuerpo, y estaba seguro de que tendería toda la vida para asegurarse de que ella lo supiera. Carrick acabó primero, sin embargo eso no significaba que estaban por terminar, Carrick con la vista borrosa vio a Julainne.—¿Estás lista? —pregunt&
Carrick y Julianne hablaron durante horas con la luz apagada, debajo de las cobijas en medio de besos. Hasta que se quedaron dormidos. Julianne se despertó primero como todas las noches, vio a Carrick a su lado, intentó ponerse en pie y Carrick le rodeó con más fuerza de la cintura. —¿Puedo ir al baño? —No —Respondió y ella sonrió. —Por favor. —Vamos a ir al baño y tú vas a venir a acostarte conmigo. —No… —July, ya no estás ahí mi amor. Estás aquí conmigo—Dijo en su oído. Julianne arrugó el rostro y se quedó quieta entre los brazos de Carrick. —No quiero hacer esto, ni ir a terapia—Reconoció. —Podemos conseguir alguien aquí. La tecnología es mágica, podrías llamar, incluso hacer videollamada. ¿Sabes puedo volar a la persona que elijas? Conmigo o sin mí, mereces estar segura. —Él me sigue. —¿Cómo? —preguntó Carrick y le pidió que se volteara. —Julianne, te están acechando o te sientes acechada.
Julianne sabía reconocer a un adicto, fue la primera en identificar cada una de las recaídas de su hermana, cuando probaba iniciaba con un hablado pausado, a Alice le costaba parpadear, así que comenzaba un pestañeo muy rápido y todo la ponía histérica, sus nervios se cambiaban por una alta frecuencia y combinación de una mujer postguerra y postparto, cuando llegaba a ese punto su comportamiento era hiperactividad pura, pasaba el día muy agitada, se movía de una forma exagerada justo como Analissa lo estaba haciendo en ese momento en el que caminaba de un lado a otro mientras murmuraba cosas para sí misma. Julianne le observó detenerse, Analissa se llevó una uña a la boca y se acercó a Julianne y le señaló con la brocha del maquillaje en la mano. La mujer se paró frente a ella y le dio una fuerte cachetada. Julianne respiró hondo aguantándose el dolor las ganas de matarla a golpes, le tomó la mano y le vio a los ojos.
Julianne había insistido en que no tenía nada, sin embargo tanto los policías como los paramédicos le había visto rodar por las escaleras, así que de igual manera se subieron en una camilla y le llevaron. Cuando llegó al exterior pidió que le llamaran a Tom a alguien necesitaba que revisaran a Analissa, sabía que alguna estupidez había hecho. Carrick le vio en la camilla y le tomó de la mano. —¿Qué te hizo? —Analissa me iba a inyectar algo y creo que se lo inyectó ella. —Dijo asustada. —Va a matarse Cash, tienes que hacer algo. —No me interesa, qué te ha hecho a ti —Le preguntó a los paramédicos que tenía Julianne. Le dijeron que iban al hospital para hacerle unas radiografías. Julianne le tomó fuerte de la mano y dijo: —Ve por Analissa, algo se inyectó. Necesito no ser la persona que sabía que iba a matarse y no se lo impidió. Por favor. No tengo nada, ni siquiera dolor —Carrick le inspeccionó con la mirada y le dijo que no quería dej
Carrick se levantó primero que Julianne, lo que sea que le hubiesen dado estaba demasiado bueno para dormir porque la mujer que nunca duerme ni ronca lo estaba haciendo, el joven le rodeó con algunas almohadas como hacía con sus hijos cuando estaban pequeños, le cobijo bien y fue por una ducha. El joven tomó una ducha. De agua fría, se peinó y se vistió. Luego subió a la suite en la que estuvo alojado con anterioridad. Carrick saludó al detective encargado del caso, y el gerente, estaban en la habitación que Analissa había convertido en la escena del crimen. Carrick no presentó cargos para ayudar al caso de Analissa y pidió al gerente que hicieran una renovación en el lugar odiaría que su madre fuese a visitar la ciudad y se encontrase con ese reguero. Regresó a la habitación con el desayuno. Se preparó un café y llamó a uno de sus clientes, el señor Ching quería impresionar a unos inversores gringos y estaba decidido a usar su casino como centro de entretenimi