Julianne estaba sentada en la cama rodeada de médicos y familia, su hermana no podía dejar de llorar y su hermano reí mientras intentaba tranquilizarle, los médicos reconocieron que era un milagro que estuviese despierta, pero el que contase con todas sus facultades era simplemente obre de Dios.
—Señorita Altazar, ¿cree en Dios? —preguntó uno de los médicos. —No me responda, después de esto, solo sepa que debería.
Los médicos salieron, Arturo y Emma les acompañaron para agradecer por su labor y para escuchar qué tan largo sería la el proceso de recuperación o cuándo podían volar de vuelta a casa.
Julianne recibió un abrazo de cada uno de sus hijastros, Sebastian se acercó para decirle lo insoportable que era Cash y como tenía prohibido morir antes que ellos, Alonso le abrazó y le recordó que era su prima favorita. Santi le mostró un maravilloso dibujo, ella vio como le había hecho un traje de dos piezas con el que le gustaba ir a trabajar, además, escribió en
Julianne notó lo nervioso y desesperado que estaba Carrick, así que sonrió para indicarle que no era tan malo como sonaba. El joven intentó respirar calmadamente, pero escuchaba los latidos de su corazón ene su oído y sentía como que se iba a desmayar solo ante la idea de que Julianne fuese a dejarle. Ella le sirvió un vaso con agua y le pidió que se calmara. —Habla, habla antes de que infarte. —Carrick… no seas dramático —él puso la mano de Julianne en su pecho y ella sonrió y dijo nerviosa: —No... ya no más espacios, contratos, juegos. Soy Julianne la abogada solterona de tu cita en New York. La joven adolescente que planeaba dejarlo todo por ti. La que duerme abrazada a ti y espera que no me sueltes. Esa persona necesitada y desesperada por tu amor. Así que voy a amarte con desesperación, en las buenas y en las malas. —Me alegra porque haría cualquier cosa para que me amases con desesperación—Julianne sonrió. Carrick le abraz
Julianne, le dio un abrazo a Santi y les explicó que no era una regla ni obligatorio. Ella podía ser la esposa de su papá o su novia, pero, si querían y se sentían listos para avanzar en su relación podía ser también su mamá. Le dio un beso en la frente al más pequeño y un abrazo, luego extendió su brazo hacia los mayores, Sebastian rodó los ojos y se acercó. —Puedo castigarte por rodarme los ojos—Sebastian rio y le rodeó con sus brazos con cuidado de no lastimarle, le dio un beso en la mejilla y su hermana rio. —Vamos a ser tan felices comprando por el mundo. —Ustedes dos, separadas—Advirtió Cash antes de unirse al abrazo. Alice aprovechó para tomar una foto de los cinco, se unió y su hermana sonrió. Los niños fueron a acostarse y Alice se quedó fuera con Carrick y Julianne le sirvió una copa de vino a cada uno y le dijo a su hermano que recordara que la suya era de decoración, Julianne fue a prepararse una taza de té.
Isabela estaba en la sala de su casa organizando una fiesta de cumpleaños para su papá junto a su madrastra. Carrick es una persona difícil para sorprender, le gusta su cumpleaños, lo celebra, pero, no es una persona impresionable y las sorpresas las detecta como un perro policía la droga, pero es tan feliz con una botella de whiskey que con un pastel enorme a como lo es recorriendo un lugar mágico para su cumpleaños. Julianne era de irse por todo los altos, pero, era difícil cuando Cash cumplía años con su hijo más pequeño. Después de la hora quebrándose la cabeza en búsqueda de una buena forma para celebrar el cumpleaños del papá y el hijo más divertido de la casa, Julianne decidió quebrarse la cabeza solo con uno y llamó a su hijastro. —Mi amor, Santi—Dijo mientras le daba besos en la mejilla.—¿Qué quieres para tu cumpleaños? —No sé… un paseo familiar. —¿A dónde? —preguntó su hermana mayor —No sé… sorpréndeme. —Con eso dic
Emma le hizo una seña a su secretaria para que no le pasara llamadas ni interrumpiera. Cambió al temperatura del cuarto porque su hija siempre prefería estar en una habitación fría, además acomodó la luz para que fuese menos estresante para Julianne. Emma se acomodó en su silla, se arregló el pelo en una cola y dejó que su hija hiciera lo mismo en una especie de sofá cama gigante. Julianne se acostó y se estiró sobre el sofá, se quitó los zapatos y después de unos segundos en el cómodo sillón, le preguntó a su madre si estaba lista o si era incómodo para ella ser su terapeuta. —La gente no cree en la salud mental. Yo no creo que me nuble el juicio tenerte aquí solo por el hecho de amarte. Creo que nada de lo que sientes ahora es por mi culpa. —Mamá, ¿nunca hiciste nada malo?—le preguntó la joven de vuelta. —No. Julianne se sentó sorbe el sofá y dio un sorbo al café. —Mamá, siempre ponías tu carrera primero. Nos co
Cuando regresaron a casa los chicos insistieron en ver una película, Carrick les comentó que se quedaban a cargo de Julianne, Bash le dio la mano. Su madrastra y sonrió. Su hija mayor le preguntó que por qué no se iba ya, todos rieron ante el comentario de Isabela. Julianne y Cash fueron a su habitación a cambiarse por un pijama y la joven se sentó sobre la cama mientras se desmaquillaba. —¿Qué pasa, Jul? —Nada. Carrick caminó hacia ella y le dio un beso en los labios, luego se sentó a su lado y le rodeó con el brazo, July sonrió y preguntó a qué iba de viaje. Él le comentó que había unos casinos y locales que quería comprar, pero tenía que verificar. —Ahora tú. —Fui a terapia hoy con mi mamá. —Carrick sonrió. —Es bueno. —Lo es… Siento que necesitaba quitarme la máscara con la persona más influyente de mi vida. —Tu mamá. ¿Quieres a tu mamá, Julianne? —Los dos rieron. —No seas así. Me propu
Julianne e Isabela caminaron de un lado a otro en silencio mientras pensaban en qué hacer. Isabela siempre pensó en su hermano como un ser sexual, por siempre podría decirse que desde los once años cuando una vez le encontró masturbándose por accidente. Isabela se giró y vio a su madrastra, la cual estaba seria intentando llamar a su papá, y sonrió, porque sus hermanos oficialmente no eran su problema, señaló a July y dijo: —Tú eres nuestra mamá. Es tu problema —Dijo Isabela y abrió la caja para empezar a comer. —Tu papá no me contesta. Quiero el divorcio y no nos hemos casado. —Siempre tan inoportuno. La puerta de la habitación de Bash se abrió. Las dos se quedaron en silencio. Julianne le quitó lo que quedaba de dona en la mano a Isabela y las dos vieron a Sebastian salir en bóxer, el joven las miró y Julianne dio un paso al frente mientras terminaba de masticar. —Sebastian, ¿estás con alguien ahí?—pregunt
Julianne y los niños fueron extraídos el apartamento en pijamas por la parte trasera, Carrick tenía a su hijo menor sobre el regazo, Isabela y July estaban agarradas de la mano en el asiento de enfrente y Sebas estaba apoyando la cabeza en el hombro de Julianne. El trayecto se le hizo eterno, no podía creer que fuese tan desafortunada, primero pensó en el fallecimiento de algunos de sus abuelos, sin embargo su padre le hubiese dicho algo. La joven agarró fuerte a sus hijastros y les abrazó. Sebastian le besó en la mejilla prometió: —Estamos contigo mamá.—Le aseguró Sebas. — Pase lo que pase. —Sí, eres una Burwish y eso trae privilegios—Añadió Isa. —¿Cuáles privilegios?—preguntó Julianne divertida. —No sé, pero abuela siempre dice eso—Las dos mujeres rieron más que por los nervios, Carrick negó con la cabeza y se sintió mal porque sus hijos había encontrado una madre en el mejor momento de sus vidas, pero no tenía el valor de decirles
Julianne estaba intentando recordar su primera cita ella se había puesto creativa y además de no querer salir con un cliente había pedido a Patrick que le prestara una máquina de polígrafo. Compró hamburguesas y pizza, unos helados que fueron comiendo. Julianne preguntó sobre su familia y dijo que todos estaban muertos, lo cual había sido mentira, su lugar favorito, él respondió: Mi casa de la infancia. Unos meses más tarde estaban paseando en auto por el centro. —Hay un hotel en el centro, me dijo que esa fue la casa de sus padres. Un grupo de policías buscaba los restos del cuerpo de Brianna Penant Altazar. Mientras un grupo más grande buscaba a su tío. El hombre no se resistió. Estaba sentado en su habitación cuando los policías ingresaron, por último entró Julianne con un chaleco antibalas. —Mi amor, te he estado esperando. —No eres él. —Le dije que no te necesitábamos que te matara y mírate mu