Ahora o nunca

Carrick estaba acostado en la cama con sus tres hijos. Isabela le había acuñado toda la noche y le acarició la espalda hasta quedarse dormida. Carrick pensó que su hija estaba dormida y se deslizó suavemente para hacer una llamada.

—¿Tom, cómo está él?

— El médico le ha sanado todas las heridas y ha dicho que va a estar bien. ¿Qué más necesitas?

—Dile que lo llene de barbitúricos.

El hombre finalizó la llamada con su jefe y vio a los Altazar Pieth ingresar a la habitación de su hija. Había hecho todo lo que podía por  salvar a Julianne. Los médicos había hecho todo, eran ella y Dios los que tenían última palabra.

James y Emma ingresaron a la habitación y la mujer tomó la mano de su hija. Emma pensó que sus hijas habían llegado al mundo entre muchas tormentas, la de la naturaleza, la tormenta en su relación, la tormenta en ella misma. Si había personas preparadas para el desastre deberían ser sus hijas.

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