Capítulo 31. Philip

- Becca, cuando te veo no pienso en ti como esclava, puedes estar segura de ello, y si lo que quieres es que te lo demuestre, pues si, te lo probaré ahora mismo, quiero concederte la libertad.

Las pupilas de Becca de dilataron hasta lo imposible, su sangre comenzó a correr más rápido por sus venas, y casi sintió la necesidad de gritar de emoción al escuchar las palabras de Philip. Sonaba ciertamente sincero, se dijo a si misma, y eso la hizo gritar por dentro. Se giró, con la intención de darle las gracias, de besar sus labios, y decirle que esas eran sus palabras preferidas, y fue entonces cuando lo vio.

Lo vio en sus ojos, el deseo, la necesidad, el ansia; el único motivo por el que ese hombre le concedía la libertad antes del tiempo que había pedido a los demás esclavos, era porque quería llevarla a su cama, y convertirla en su amante. Y en esas condiciones, ella no podía aceptar la libertad, porque era un pago a sus servicios, como si ella fuera una prostituta

- No.

- ¿Cómo que no
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