Philip había acudido a las escaleras de entrada el primero de todos, como anfitrión de aquella velada, quería recibir a todos y cada uno de los invitados. Le asombró la decoración que Becca había escogido para la fiesta, y le pareció que era la misma que él hubiera seleccionado si tuviera algún tipo de gusto para esos eventos. Llevaba ya una hora de pie, saludando a aquellos que llegaban en el barco que partía de la playa más cercana, y luego regresaba para recoger a otros invitados, y sentía cierto mareo a consecuencia de los muchos brindis que había realizado aquella noche. El cóctel que había ideado Becca era sensacional, sabía dulce, pero no empalagoso, y resaltaba frente a tanta comida en color blanco.- Hermanito, creo que deberías darle las gracias a Becca por esta fiesta; yo puedo quedarme aquí recibiendo a los invitados.Philip se giró hacia Sarah y le sorprendió lo favorecedor que le quedaba aquel vestido de satén blanco, marcando cada curva de su ya avanzado embarazo. A su
Becca se sentía absolutamente ultrajada, ¿cómo era posible que hubiera estado a punto de caer en la misma trampa que ella misma había rechazado durante tantos años? Había visto a tantos lobos tratar a las esclavas como Philip lo había hecho con ella… tomarlas en cualquier rincón, como a fulanas, sin preocuparse de quien pudiera verlos, o quien pudiera espiar su encuentro. Becca sabía por experiencia que había personas a las que les gustaba contemplar los encuentros amorosos, y aunque a ella le parecía asqueroso, ciertamente no quería que nadie la observara mientras tenía sexo en un rincon oscuro de la casa.Por no hablar de que aquella hubiera sido su primera vez, y ella, que siempre había creído controlar perfectamente los impulsos de su cuerpo, y se había burlado de aquellas mujeres que decían que el deseo se apoderaba de ellas.Y esa noche, entre los brazos de Philip, por primera vez, había descubierto lo que era la pasión, y había estado a punto de ceder a sus instintos. La había
- Becca, cuando te veo no pienso en ti como esclava, puedes estar segura de ello, y si lo que quieres es que te lo demuestre, pues si, te lo probaré ahora mismo, quiero concederte la libertad.Las pupilas de Becca de dilataron hasta lo imposible, su sangre comenzó a correr más rápido por sus venas, y casi sintió la necesidad de gritar de emoción al escuchar las palabras de Philip. Sonaba ciertamente sincero, se dijo a si misma, y eso la hizo gritar por dentro. Se giró, con la intención de darle las gracias, de besar sus labios, y decirle que esas eran sus palabras preferidas, y fue entonces cuando lo vio.Lo vio en sus ojos, el deseo, la necesidad, el ansia; el único motivo por el que ese hombre le concedía la libertad antes del tiempo que había pedido a los demás esclavos, era porque quería llevarla a su cama, y convertirla en su amante. Y en esas condiciones, ella no podía aceptar la libertad, porque era un pago a sus servicios, como si ella fuera una prostituta- No.- ¿Cómo que no
Philip no se arrepentía de lo ocurrido con Becca, porque realmente sentía que sería imposible renegar de una noche como la que ellos dos habían pasado, pero era consciente de que si se repetía, los esclavos comenzarían a hablar, y la reputación de Becca quedaría por los suelos, pues todos interpretarían que se acostaba con su amo para conseguir un trato de favor.Así que se levantó con sigilo, mientras ella dormía plácidamente, y observó la bella imagen de su cabello extendido por la cama, y su pecho semi desnudo como consecuencia de los múltiples movimientos que hacía cada pocos segundos. Philip se acercó, depositó un beso en su frente, y se fue lo más rápido que pudo, evitando que nadie lo viera mientras iba por el pasillo a su habitación, pero fue inútil, porque en cuanto cruzó la puerta de su cuarto, se encontró con Sarah sentada en la cama, esperándolo. Estaba adormilada, y abrió los ojos en cuanto lo escuchó entrar.- ¡Philip! ¿¿Dónde estabas?? ¿¿Sabes lo preocupados que nos dej
Philip salió confundido de su habitación; en primer lugar, por el hecho de que Sarah hubiera descubierto de inmediato que su amorío fue con Becca, a pesar de que la noche anterior su casa estuvo llena de mujeres; en segundo lugar, porque lejos de recomendarle que actuara como él pensaba que debía hacer, le indicó que lo hiciera en modo contrario, aún cuando él estaba muy seguro de que de ese modo perjudicaría menos a Becca…A pesar de no entender el razonamiento de su hermana, decidió seguir sus recomendaciones, pues habitualmente solía tener razón, y si era así, y no hacía caso a sus consejos, ella tenía tendencia a repetirle en multitud de ocasiones que se había equivocado aún cuando ella trató de ayudarlo.Así que, se dirigió a la cocina, y buscó en los armarios lo que necesitaba para que ambos pudieran tomar un buen desayuno. Aunque había mantenido las distancias con Becca, lo cierto es que conocía a la perfección sus gustos, porque la había observado cuando ella no era consciente
Amantes… claro que no podía esperar otra cosa de Philip, de hecho, en algunos círculos, su romance, incluso si Philip la tomaba solo como una amante sin derecho a nada, sería incomprendido. Philip era un heredero Alfa, luchando por abrirse paso en un mundo difícil, gastando su dinero en organizar fiestas en las que darse a conocer y obtener el apoyo de otras personas, y Becca, que antes se había movido en círculos como ese, sabía de sobra lo que Philip necesitaba. Una esclava sin ningún tipo de ventaja no era una posibilidad para él, él necesitaba la hija de un hombre fuerte, poderoso, como su hermana y su cuñado, que le brindaban toda la fuerza de la manada Lobingston, pero con un vínculo legal que justificara que era un Alfa, y se tomaba su puesto en serio.Becca, si bien había sido la sobrina de un Beta, hoy día no era nada. No tenía dinero, ni conexiones sociales, ni siquiera tenía su propia libertad, ¿cómo podía esperar así que Philip pensara en ella como algo más que una simpl
Aquella semana pasó deprisa, y Philip no tuvo mucho tiempo para pensar en nada aparte de en la reforma que estaba llevando a cabo en la casa. Aquella mañana era su reunión semanal con Matt, y éste estaba al otro lado del pequeño escritorio que había instalado en su habitación y que hacía las veces de despacho hasta que pudiera tener uno de verdad.- A ver, Matt, estabas comentando que hemos tenido que hacer un nuevo encargo de frutas y verduras, ¿verdad?- Si, Philip, con tanta gente es muy difícil que nos llegue la comida que encargamos para toda la semana, los chicos comen mucho, y es normal, trabajan muy duro.- Ya, lo sé, he visto lo rápido que avanzan con los arreglos, de hecho, creo que ya tenemos tres dormitorios habilitados para nuestros invitados, pero aún así, el gasto en comida me parece excesivo, ¿qué podemos hacer?- Bueno, es que en la fiesta de la semana pasada nos gastamos el mismo presupuesto que el que manejamos en la casa toda la semana.Philip era consciente de lo
Aquel sábado se celebraría la segunda fiesta del Alfa de Piedra Salvaje. Becca, que inicialmente debería haber estado dedicada solo a su organización, se encontró abrumada por la cantidad de tareas que la desagradable criada nueva le asignaba.Además de incluir un número realmente absurdo de cosas a hacer durante el día, los días en que Becca acudía a casa de la modista para ayudar a sus nietos a hacer los deberes y ayudarlos a que avanzaran en el colegio, regresaba agotada para encontrarse a la mandona mujer esperándola con un una pila de supuestos trabajos mal realizados. Mientras le mostraba las camisas que estaban inadecuadamente planchadas (y que Becca sabía que ella había arrugado intencionadamente), le pegaba con una vara que llevaba siempre pegada al cinturón.Becca se mordía los labios cada vez que la madera zahería su piel, pero no quería darle la satisfacción de hacerle saber que le dolían aquellos golpes. Becca llevaba mucho tiempo estando sola, y sabía, que como tantas o