- No me puedo creer que te arrisgues al enfado de tu hermana,para regresar a este pueblo cuando la marea esté más baja, y todo por los desvaríos de un loco que no sabía ni lo que decía.- Vamos a ver, Matt, fuiste tú quien dijiste que confiabas en la palabra del viejo de la posada, y si eso es así, la marea más baja se producirá dos días después del cumpleaños de mi sobrino, por lo que mi hermana no tendría porqué enfadarse.Philip y Matt habían recogido todas sus cosas esa misma mañana, y en esos momentos se encontraban de camino a la casa Lobingston, con la idea de sorprender a Sarah, la hermana de Philip, y quedarse hasta el cumpleaños del más pequeño de la familia, que en pocos días cumpliría un año.- Se enfadará.- murmuró Matt.Y después de ese breve comentario, ninguno de los dos dijo nada, y se limitaron a conducir en silencio mientras veían como pasaban las horas a través de las diferentes posiciones del sol.Llegaron a la casa Lobingston ya de madrugada, y uno de los guardia
Los días pasaron volando, y Philip vio como llegaba el día de la fiesta del primer cumpleaños de Eldom sin que se hubiera atrevido a confesar a su hermana que se irían justo después de que la celebración acabara. Lo había consultado con Matt, y ambos habían llegado a la conclusión, de que si querían llegar a tiempo para el momento en que la marea estaba más baja, y localizar al viejo del pueblo, tendrían que salir esa misma tarde.Philip se arregló con esmero ese día, y se dio cuenta de que todos en la casa estaban nerviosos por el cumpleaños del pequeño Eldom. El niño había dado sus primeros pasos ese mismo día, aunque en esos momentos, rodeado por todos los invitados que se habían desplazado para pasar con él su cumpleaños, ya ni siquiera gateaba.Philip y Matt conversaron con todos en la fiesta, y muchos de los lugareños se mostraron de que ellos hubieran recorrido tantos kilómetros en sus viajes, puesto que aquella era una manada familiar, y pocas veces los habitantes salían tanto
Becca estaba cansada, le dolían los brazos de cargar cajas,las piernas de caminar, y desde luego, le dolía la cabeza de reírse con las bromas de su dueño, pero al fin era medianoche, y le habían dado permiso para retirarse.Dos años después de haber sido vendida a un comerciante que pasaba por el territorio de su antigua manada, su vida no había cambiado mucho. Seguía siendo una esclava, y hacía tiempo que había abandonado la fantasía de escapar, porque las dos únicas veces que lo había intentado, había acabado siendo detenida, y había sido severamente castigada por sus acciones; así que ya no albergaba esperanzas de huir, de hecho, y comparando su vida con la de otros esclavos, Becca no vivía tan mal. Su amo no abusaba de ella, la alimentaba frecuentemente, y no solía golpearla; evidentemente, esa no era la vida que ella había imaginado cuando aún pertenecía a una privilegiada familia de una manada, pero aquellos días habían pasado, y ella ya había asumido su nueva vida.Se tumbó sob
Matt escuchó el grito de su amigo Philip en la distancia, y creyó que había muerto. Philip no era demasiado alarmista, por eso, en cuanto escuchó como gritaba, echó a correr en dirección a los acantilados tras los que un calmado mar lo observaba.Llegó hasta el mismo borde resollando, a fin de cuentas, ya no era un hombre joven, y un esfuerzo como ese, le robaba el aire.Junto al afilado borde de piedra, el viejo loco se reía, y Matt sintió un deseo inhumano de golpearlo, y borrarle la sonrisa de la cara.Lo cogió por las solapas de su camisa, lo enfrentó sin miedo, ni siquiera se planteó la posibilidad de sentir temor.- ¿Qué demonios has hecho con Philip? ¡Es un buen muchacho!- Matthew, suéltame.- dijo el viejo en un tono más serio de lo que él nunca hubiera creído posible.- ¿Cómo sabes tú mi nombre?- No es difícil averiguar cosas cuando los demás ni siquiera se dan cuenta de que estás escuchando, ¿no crees?- ¿Quién eres? Pensaba que eras solo un viejo que desvariaba, pero veo qu
Dos semanas después- Estoy alucinada con la casa, de verdad, y debo decir, que por una vez me equivoqué e hiciste bien en buscar la casa de mamá y papá.Philip sintió una punzada en el corazón cuando escuchó como su hermana se refería a sus padres; era consciente de que Sarah era la que mejor lo había razonado, y que a pesar de que la pérdida le dolía, no había dejado que el dolor la consumiera.- Sarah, sería alucinante si alguien quisiera venir aquí, Matt no ha podido ni siquiera conseguir criados para esta casa, en el pueblo piensan que está encantada.- Ummm, ¿y por qué no les demuestras que se equivocan?- ¿Cómo puedo hacer eso si nadie quiere poner un pie entre estos muros?.- Philip enarcó la ceja mientras miraba al otro lado de la pantalla, donde su hermana estaba obsevándolo como si se le escapara algo muy obvio.- ¡Pues dando una fiesta! Nadie rechazará comida y bebida gratuita, ya lo sabes.- Puede ser, pero ahora mismo, somos solo Matt y yo y un viejo loco que se queda a d
Becca dormía plácidamente aquel día.Después de la fiesta, su dueño había estado muy contento, incluso les había dado raciones completas de comida cada día, y había sonreído mucho más de lo habitual, así que la chica se había permitido un poco de relax, y por ese motivo dormía tan tranquilamente aunque ya comenzaba a vislumbrarse el amanecer.En la mente dormida de Becca, el hombre misterioso al que seducía cada noche, había vuelto a aparecer, aunque esta vez no era como las anteriores.Becca estaba sentada en una silla frente al mar, podía oler el agua marina, escuchaba a niños reír a su alrededor, y eso que nunca había ido a la playa… pero aún así estaba segura de que si ese lugar existía, olería exactamente como lo hacía en su sueño. Becca miró alrededor, como si no entendiera el motivo por el que estaba sentada allí, ociosa, y de pronto lo vio. Nadaba como un dios, y cuando comenzó a emerger del agua, observó al desconocido.Aquel hombre de fuertes piernas, torso musculado y alegre
Philip se había negado desde el principio a acudir a la selección y compra de esclavos, y el viejo que parecía el perrito faldero del chico, también dijo que se quedaría para ayudarlo como las tareas que quisiera realizar en esos días.A Matt tampoco me agradaba comprar seres humanos, le parecía algo desfasado, y pensaba que al igual que había ocurrido en el mundo de los humanos, tenia que ser abolido del mundo de los lobos. Pero si Philip quería sacar adelante aquella casa, no le quedaba más remedio que recurrir a medidas desesperadas.Al contrario que Philip, él si que había recorrido todas las casas del vecindario buscando personal. Lo habían decidido así, porque si alguien le daba por pensar, y mirar de cerca a Philip, era posible que reconocieran en él los rasgos de su familia de lobos, y si eso ocurría, corrían un grave peligro de ser detenidos, asesinados, o simplemente de que el nuevo Alfa irrumpiera en su casa, y los echara de allí. Así que, para evitar riesgos, Philip y Mat
Becca estaba cansada de organizar, decorar postres, y encima escuchar las quejas continuas de la jefa de las esclavas. De vez en cuando recordaba lo que se suponía que iba a ser su futuro, miraba la terrible realidad que tenía delante, y sentía como se le llenaban los ojos de lágrimas. Aquel día, como tantos otros, le había ocurrido exactamente eso,y para su consternación, la jefa de las esclavas la había encontrado llorando dentro del armario de ingredientes de cocina, le había echado la bronca, la había amonestado, y encima esa noche no podría disfrutar de las sobras del banquete que ofrecieran aquella noche. Esa parte era la que más le dolía, porque las sobras de los banquetes le recordaban a su vida pasada, y le gustaba comer como antes, aunque fuera solo una noche. Pero ese día, no podría hacerlo.Como castigo, estaba allí de pie, decorando los pequeños pastelitos que salían de la cocina, y que una vez adornados se colocaban en una inmensa fuente de cinco bandejas. Cada piso ten