Becca dormía plácidamente aquel día.Después de la fiesta, su dueño había estado muy contento, incluso les había dado raciones completas de comida cada día, y había sonreído mucho más de lo habitual, así que la chica se había permitido un poco de relax, y por ese motivo dormía tan tranquilamente aunque ya comenzaba a vislumbrarse el amanecer.En la mente dormida de Becca, el hombre misterioso al que seducía cada noche, había vuelto a aparecer, aunque esta vez no era como las anteriores.Becca estaba sentada en una silla frente al mar, podía oler el agua marina, escuchaba a niños reír a su alrededor, y eso que nunca había ido a la playa… pero aún así estaba segura de que si ese lugar existía, olería exactamente como lo hacía en su sueño. Becca miró alrededor, como si no entendiera el motivo por el que estaba sentada allí, ociosa, y de pronto lo vio. Nadaba como un dios, y cuando comenzó a emerger del agua, observó al desconocido.Aquel hombre de fuertes piernas, torso musculado y alegre
Philip se había negado desde el principio a acudir a la selección y compra de esclavos, y el viejo que parecía el perrito faldero del chico, también dijo que se quedaría para ayudarlo como las tareas que quisiera realizar en esos días.A Matt tampoco me agradaba comprar seres humanos, le parecía algo desfasado, y pensaba que al igual que había ocurrido en el mundo de los humanos, tenia que ser abolido del mundo de los lobos. Pero si Philip quería sacar adelante aquella casa, no le quedaba más remedio que recurrir a medidas desesperadas.Al contrario que Philip, él si que había recorrido todas las casas del vecindario buscando personal. Lo habían decidido así, porque si alguien le daba por pensar, y mirar de cerca a Philip, era posible que reconocieran en él los rasgos de su familia de lobos, y si eso ocurría, corrían un grave peligro de ser detenidos, asesinados, o simplemente de que el nuevo Alfa irrumpiera en su casa, y los echara de allí. Así que, para evitar riesgos, Philip y Mat
Becca estaba cansada de organizar, decorar postres, y encima escuchar las quejas continuas de la jefa de las esclavas. De vez en cuando recordaba lo que se suponía que iba a ser su futuro, miraba la terrible realidad que tenía delante, y sentía como se le llenaban los ojos de lágrimas. Aquel día, como tantos otros, le había ocurrido exactamente eso,y para su consternación, la jefa de las esclavas la había encontrado llorando dentro del armario de ingredientes de cocina, le había echado la bronca, la había amonestado, y encima esa noche no podría disfrutar de las sobras del banquete que ofrecieran aquella noche. Esa parte era la que más le dolía, porque las sobras de los banquetes le recordaban a su vida pasada, y le gustaba comer como antes, aunque fuera solo una noche. Pero ese día, no podría hacerlo.Como castigo, estaba allí de pie, decorando los pequeños pastelitos que salían de la cocina, y que una vez adornados se colocaban en una inmensa fuente de cinco bandejas. Cada piso ten
Matt se fue a su habitación, se cambió de ropa, ya que la que había elegido para la cena estaba completamente cubierta de algún tipo de masa dulce y colorida, y regresó al salón para la cena. El encuentro con aquella chica lo había dejado desconcertado, y aunque sabía que no tenía ningún tipo de orden de adquirir una esclava, pensó si sería posible conseguir una con las habilidades de Becca. Era una auténtica joya, hablaba varios idiomas, sabía organizar fiestas, y era capaz de hablar con elegancia; sin duda, todas esas cualidades serían altamente apreciadas por un Alfa, y si algo tenía claro, es que Philip necesitaba cierta guía para llegar a recuperar el puesto que un día ostentó su padre. Había escuchado a Sarah recomendarle que celebrara una fiesta, pero en el estado actual de la casa, y sin nadie que pudiera organizarla… no sería posible; y la pobre Sarah no podría viajar en los siguientes meses, el nuevo embarazo
Becca estaba ya preparándose para dormir, cuando la jefa de esclavas irrumpió en su zona de descanso. No le importó encontrarla semi desnuda, igualmente se acercó a ella con cara de odio.- Becca, acompáñame.-¿Adónde? No pienso acostarme con el invitado del jefe, él mismo me prometió que nunca ocurriría eso.- Sinceramente, el amo me ha pedido que te lleve al salón, y voy a hacerlo, si hace falta que te lleve arrastrando por el pelo, así lo haré; pero como esta noche me siento benevolente, te daré la posibilidad de vestirte y acompañarme.Becca se puso su ropa a toda prisa, atemorizada por la posibilidad de que aquella vil mujer cumpliera sus amenázalas, y la llevara a rastras al salón. Temía lo que sucedería en aquel lugar, pero desde luego, temía igual o m&aac
Philip se enteró a través de un mensaje de que Matt y los esclavos partirían al día siguiente, y no pudo hacer nada más que acostarse, e intentar olvidar que ahora era el dueño de varias personas. En su fuero interno había esperado que algo ocurriera, y eso les impidiera completar la venta, y de ese modo no tendría que enfrentarse al problema de ser el dueño de varios esclavos.¡Por todos los cielos! Él se había criado en una ciudad, y aunque su hermana Sarah y él habían sido muy pobres, nunca jamás habían oído hablar de algo semejante a la esclavitud.¿Cómo podían los Lobos mantener una costumbre tan bárbara como esa? Quizá el hecho de haberse criado alejado de una manada no le permitiera ver los motivos de permitir la esclavitud, pero lo cierto es que el hecho de haberse hecho con la propiedad de unos pobres muchachos lo turbó.Se durmió preocupado, dando vueltas, y cuando al fin concilió el sueño, tuvo pesadillas… o más bien, sus extraños sueños, con la hermosa ninfa que lo provoca
El viaje le estaba pareciendo muy duro a Becca, que nunca había recorrido tantos kilómetros, ni tan deprisa.La única vez que salió de su casa, fue como esclava del comerciante, y el viaje no fue tan largo, o al menos eso le pareció a ella, porque el hombre iba parando en todos los pueblos en el camino a vender sus productos, a veces incluso en granjas grandes, y en todos y cada uno de esos lugares, dejó a Becca dentro del vehículo, pues no quería que vieran que llevaba una esclava. Él le dijo que prefería que no preguntaran, pero ella, instintivamente, sabía que era porque en aquellos lugares no estaba bien visto ser dueño de esclavos.En cambio, ahora, Matt no se detenía nunca, y los muchachos que el comerciante le había conseguido parecían no cansarse jamás.Becca no quería resultar problemática, y por ello, soportaba aquel viaje sin decir nada, aunque le dolía la espalda, sentía las piernas cargadas, y le dolía la cabeza por el traqueteo del coche. Era un enorme Jeep, que conducía
Matt se arrepintió de haber parado en aquella taberna en cuanto vio como el tabernero miraba a Becca. La observaba con ansia mal disimulada, y no le pasó por alto la forma en la que miraba sus pechos marcados por la tela del vestido. Así que se mantuvo lo más cerca que pudo de la chica, que parecía no darse cuenta de como la miraba aquel hombre, y creyó haber salvado la situación en cuanto se subieron de nuevo al coche, y partieron.Pero después, cuando ya estaban en camino, y la pobre muchacha vomitó todo el contenido de su estómago por la ventanilla (afortunadamente), se dio cuenta del completo error que había cometido al elegir aquel lugar para comer.Matt paró en el arcén, y se bajó del coche, para revisar como se encontraba Becca, ya que los muchachos se habían apartado cuanto habían podido de ella, y comentaban el mal olor que exhalaba.- ¡Becca! ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido?La chica lo miró con las mejillas encarnadas, y a Matt se le cayó el alma a los pies, no era posible qu