Becca estaba cansada de organizar, decorar postres, y encima escuchar las quejas continuas de la jefa de las esclavas. De vez en cuando recordaba lo que se suponía que iba a ser su futuro, miraba la terrible realidad que tenía delante, y sentía como se le llenaban los ojos de lágrimas. Aquel día, como tantos otros, le había ocurrido exactamente eso,y para su consternación, la jefa de las esclavas la había encontrado llorando dentro del armario de ingredientes de cocina, le había echado la bronca, la había amonestado, y encima esa noche no podría disfrutar de las sobras del banquete que ofrecieran aquella noche. Esa parte era la que más le dolía, porque las sobras de los banquetes le recordaban a su vida pasada, y le gustaba comer como antes, aunque fuera solo una noche. Pero ese día, no podría hacerlo.Como castigo, estaba allí de pie, decorando los pequeños pastelitos que salían de la cocina, y que una vez adornados se colocaban en una inmensa fuente de cinco bandejas. Cada piso ten
Matt se fue a su habitación, se cambió de ropa, ya que la que había elegido para la cena estaba completamente cubierta de algún tipo de masa dulce y colorida, y regresó al salón para la cena. El encuentro con aquella chica lo había dejado desconcertado, y aunque sabía que no tenía ningún tipo de orden de adquirir una esclava, pensó si sería posible conseguir una con las habilidades de Becca. Era una auténtica joya, hablaba varios idiomas, sabía organizar fiestas, y era capaz de hablar con elegancia; sin duda, todas esas cualidades serían altamente apreciadas por un Alfa, y si algo tenía claro, es que Philip necesitaba cierta guía para llegar a recuperar el puesto que un día ostentó su padre. Había escuchado a Sarah recomendarle que celebrara una fiesta, pero en el estado actual de la casa, y sin nadie que pudiera organizarla… no sería posible; y la pobre Sarah no podría viajar en los siguientes meses, el nuevo embarazo
Becca estaba ya preparándose para dormir, cuando la jefa de esclavas irrumpió en su zona de descanso. No le importó encontrarla semi desnuda, igualmente se acercó a ella con cara de odio.- Becca, acompáñame.-¿Adónde? No pienso acostarme con el invitado del jefe, él mismo me prometió que nunca ocurriría eso.- Sinceramente, el amo me ha pedido que te lleve al salón, y voy a hacerlo, si hace falta que te lleve arrastrando por el pelo, así lo haré; pero como esta noche me siento benevolente, te daré la posibilidad de vestirte y acompañarme.Becca se puso su ropa a toda prisa, atemorizada por la posibilidad de que aquella vil mujer cumpliera sus amenázalas, y la llevara a rastras al salón. Temía lo que sucedería en aquel lugar, pero desde luego, temía igual o m&aac
Philip se enteró a través de un mensaje de que Matt y los esclavos partirían al día siguiente, y no pudo hacer nada más que acostarse, e intentar olvidar que ahora era el dueño de varias personas. En su fuero interno había esperado que algo ocurriera, y eso les impidiera completar la venta, y de ese modo no tendría que enfrentarse al problema de ser el dueño de varios esclavos.¡Por todos los cielos! Él se había criado en una ciudad, y aunque su hermana Sarah y él habían sido muy pobres, nunca jamás habían oído hablar de algo semejante a la esclavitud.¿Cómo podían los Lobos mantener una costumbre tan bárbara como esa? Quizá el hecho de haberse criado alejado de una manada no le permitiera ver los motivos de permitir la esclavitud, pero lo cierto es que el hecho de haberse hecho con la propiedad de unos pobres muchachos lo turbó.Se durmió preocupado, dando vueltas, y cuando al fin concilió el sueño, tuvo pesadillas… o más bien, sus extraños sueños, con la hermosa ninfa que lo provoca
El viaje le estaba pareciendo muy duro a Becca, que nunca había recorrido tantos kilómetros, ni tan deprisa.La única vez que salió de su casa, fue como esclava del comerciante, y el viaje no fue tan largo, o al menos eso le pareció a ella, porque el hombre iba parando en todos los pueblos en el camino a vender sus productos, a veces incluso en granjas grandes, y en todos y cada uno de esos lugares, dejó a Becca dentro del vehículo, pues no quería que vieran que llevaba una esclava. Él le dijo que prefería que no preguntaran, pero ella, instintivamente, sabía que era porque en aquellos lugares no estaba bien visto ser dueño de esclavos.En cambio, ahora, Matt no se detenía nunca, y los muchachos que el comerciante le había conseguido parecían no cansarse jamás.Becca no quería resultar problemática, y por ello, soportaba aquel viaje sin decir nada, aunque le dolía la espalda, sentía las piernas cargadas, y le dolía la cabeza por el traqueteo del coche. Era un enorme Jeep, que conducía
Matt se arrepintió de haber parado en aquella taberna en cuanto vio como el tabernero miraba a Becca. La observaba con ansia mal disimulada, y no le pasó por alto la forma en la que miraba sus pechos marcados por la tela del vestido. Así que se mantuvo lo más cerca que pudo de la chica, que parecía no darse cuenta de como la miraba aquel hombre, y creyó haber salvado la situación en cuanto se subieron de nuevo al coche, y partieron.Pero después, cuando ya estaban en camino, y la pobre muchacha vomitó todo el contenido de su estómago por la ventanilla (afortunadamente), se dio cuenta del completo error que había cometido al elegir aquel lugar para comer.Matt paró en el arcén, y se bajó del coche, para revisar como se encontraba Becca, ya que los muchachos se habían apartado cuanto habían podido de ella, y comentaban el mal olor que exhalaba.- ¡Becca! ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido?La chica lo miró con las mejillas encarnadas, y a Matt se le cayó el alma a los pies, no era posible qu
Aquella noche, después de que la tabernera le hiciera ingerir varias dosis de preparados que según ella la ayudarían a sanar del estómago y a conciliar el sueño, Becca se durmió profundamente a pesar de estar en un lugar desconocido, y de no saber que sería de ella si Matt no regresaba a recogerla.Se vio a si misma caminando por los pasillos de paredes de piedra de aquella casa que era desconocida en el mundo real, pero muy recurrente en sus sueños, y se dio cuenta de que recorría el pasillo hábilmente, aunque no sabía el porqué. Se detuvo frente a la misma habitación en que siempre paraba, y abrió sin ni siquiera llamar.El cuarto era el mismo, eso estaba claro, pero algo había cambiado. Becca se dio cuenta de que la decoración del dormitorio era ahora diferente; una gran cama con dose estaba colocada al fondo de la enorme habitación, y unas ligeras cortinas de tul se mecían con el viento que entraba por la ventana abierta.Había varios armarios bajos distribuidos por todas partes,
Cuando Matt y los esclavos llegaron, Philip y el viejo que últimamente estaba más tiempo junto a él que su sombra, salieron a recibirlos. Philip abrió la puerta con una especie de ansia incontenible, suponía que a consecuencia del sueño, claro.El sueño… o el conjunto de imágenes que recorrían su mente cada vez que se dormía. En ellos, aquella mujer misteriosa lo hechizaba, lo volvía loco, lo llevaba al abismo, y solo para finalmente acabar desvaneciéndose justo antes del clímax.¿Llegaría ella junto a Matt tal y como había soñado? Sabía que era casi imposible, que aquella imaginación que lo devoraba cada noche no era más que un sueño, que seguramente aquella mujer no existiera, y aún así, no pudo evitar llevarse un disgusto cuando vio como Matt bajaba ágilmente la escalera y ella no los acompañaba.Fue tal su ensimismamiento, que cuando su amigo Matt llegó hasta la puerta, donde el viejo y él los esperaban para darle la bienvenida, éste primero le dio un codazo en las costillas, y po