¿Cien mil dólares? Aquel hombre estaba loco, eso es lo que Sarah pensó mientras imaginaba todo lo que podría hacer con aquella suma de dinero. Era mucho más de lo que ella ganaría en varios años trabajando, y no necesitaría trabajar en dos sitios, ni vestir aquel horrible vestido apretado del bar, o dejar que los viejos la miraran con lascivia. Por supuesto, tendría que mentirle a su hermano, porque él nunca se creería que un hombre rico le había ofrecido aquella cantidad de dinero por solo fingir una relación con él, no, claro que no; le diría que le habían concedido un ascenso, y luego, iría ingresando dinero en la cuenta del hospital, sin informarle acerca del cobro que estaba a punto de conseguir.El resto del día se pasó en un suspiro para Sarah, que había decidido limpiar la casa, pues no solía tener mucho tiempo para hacerlo. Después de la inicial alegría por el contrato, había comenzado a emocionarse por la idea del viaje.Era cierto que no sabía adonde iban a ir, pero eso poc
El día siguiente no resultó tan placentero como podría haber previsto Sarah al principio. Ante la petición tan específica de su jefe, Sarah acudió a uno de los salones de belleza del centro de la ciudad, pues le daba miedo que en las peluquerías de su barrio no acertaran con el estilo que Adam deseaba que presentara ante su familia.Así que tomó el autobús, y se presentó a primera hora en la puerta de uno de los mejores centros de los que había oido hablar a las chicas con buenos puestos de su empresa. Nada más llegar se dio cuenta de que no había estado nunca en un lugar tan lujoso, y la familiar sensación de ansiedad ante lo que podría gastarse en aquel establecimiento, volvió a atacarla, como le ocurría siempre que pensaba en gastar en algo que no fuera extrictamente necesario. Se obligó a recordar la importante transferencia que había recibido esa misma mañana, y se aventuró en el interior del local. En el mostrador de recepción había una rubia escultural, que paseó su mirada de
Adam la vio llegar al aeropuerto y se quedó asombrado. Sarah parecía otra persona, llevaba el cabello arreglado, el maquillaje adecuado, y se movía con una elegancia que le encantó; incluso su ropa le pareció hoy diferente; ciertamente llevaba un vestido un poco pasado de moda, pero le sentaba bien, y le confería cierta personalidad. Era un vestido de color negro, con lunares blancos, con escote corazón, ajustado en la cintura, y con una impresionante falda de vuelo que la hacía moverse con cierta gracia. A Adam le recordó a las mujeres que salían en la televisión en los años cincuenta, y tuvo que esforzarse para no seguir con la boca abierta cuando ella llegó a su altura.- Buenas tardes, Adam.- Buenas tardes, Sarah, estás muy guapa.- Gracias, lo cierto es que no sabía bien que debía ponerme, ya que apenas sé nada sobre tu familia.- No debes preocuparte por eso, he pedido que te preparen una maleta con conjuntos suficientes para estos días que estaremos con ellos; y aunque fueras
- ¿Lobos? ¡Venga ya! Podrías haberte inventado algo más ocurrente.Sarah se echó a reír porque la afirmación de su jefe carecía de sentido. Suponía que iba a contarle que alguno de ellos había pasado por prisión, o algo que verdaderamente diera miedo, ¿pero decir que eran lobos? Lo miró aún riéndose, con lágrimas brotando de sus ojos por el esfuerzo realizado, y fue entonces cuando vio que él no se reía. Lo miró fijamente, y se dio cuenta de que parecía incluso enfadado por su respuesta, ¿acaso podía creerse verdaderamente lo que le había contado?- Cuando acabes de burlarte de mi, podemos seguir hablando.- Adam, siento haberte ofendido,pero es que tu afirmación… no sé como describirlo, es difícil de creer. - ¿Acaso te piensas que no sé lo que parece? Solo te pido que me escuches, porque necesitas estar preparada para cuando lleguemos. - Está bien, cuéntame tu historia.- Mi familia pertenece a una antigua dinastía de hombres lobo, que con el tiempo, fueron transmitiendo el secret
Desde que Adam le mostró su verdadera naturaleza a Sarah, ella se mostraba esquiva, y a pesar de que siguieron hablando sobre detalles de sus vidas que les permitieran fingir una relación delante de los padres de él, lo cierto es que Adam se dio cuenta de como intentaba alejarse de su lado; no fue nada grave, pero notó como se echaba hacia atrás en su butaca, como escondía las manos bajo sus piernas, e incluso como lo observaba como si de un animal peligroso se tratara. Él no le dijo nada, y trató de darle tiempo y espacio para que se habituara a su presencia, porque a fin de cuentas, entendía perfectamente que no debía de ser fácil descubrir que ahí fuera existe todo un mundo del que ella no tenía ni idea. Una vez aterrizaron en el pequeño aeródromo que la manada Lobingston utilizaba fundamentalmente para recibir cargamentos de bienes y para enviar sus exportaciones, subieron al coche que él había solicitado especialmente para la ocasión. Sarah seguía esquiva, lanzando miradas furti
Cuando Adam aparacó el coche en la puerta de la inmensa casa, Sarah se bajó como si estuviera hipnotizada. Aquella casa era una maravilla, no podía comprender como su acompañante de viaje no le había contado que había nacido, y se había criado en un lugar como aquel.Adam la agarró de la mano, y aunque la casa ejercía una influencia magnética sobre ella, se dio cuenta de que la calidez y suavidad de aquella mano masculina eran aún más atrayentes. Se dejó atrapar por su mano, que la cogía con la cantidad justa de presión y la obligaba a seguirlo en dirección al interior de la magnífica mansión.Ella se colocó a su lado, y aunque tenía claro en su cabeza que aquella situación era solo una interpretación, su cuerpo vibró de emoción al sentir la calidez que emanaba el cuerpo de Adam. Se sintió extraña, y deseó poder controlar su propio cuerpo traicionero, que nunca antes, en toda su vida, se había sentido de semejante modo en presencia de nadie. Observó el perfil tenso del hombre, y sinti
Adam se acomodó en el sofá, tras ponerse el pijama tan rápido como pudo; Sarah aún seguía en el baño, cambiándose para dormir, y él sintió la tensión en sus pantalones con solo pensar en ella.Nunca hubiera pensado que aquella ayudante de su empresa, que había accedido a embarcarse en aquel viaje con él por pura necesidad económica, podía albergar semejante fuego en su interior. Adam revivió de nuevo el beso que había unido sus bocas y sus almas en el salón, y sintió como la erección incrementaba su tamaño.Él sabía que aquello había comenzado como un simple modo de distraer a su padre, que los estaba acosando, e incluso había insultado a la pobre Sarah; pero después de aquello, cielos… Adam había querido hacerle el amor allí mismo, sin ser consciente de que se encontraban delante de su madre.Había perdido la noción de la realidad, y la había agarrado hasta presionarla contra su cuerpo duro, y ansioso; y lo que era más sorprendente, es que ella, lejos de asustarse, había respondido an
- Ni si quiero yo sé todos los detalles, Adam, en los últimos meses, tu hermano se mostraba esquivo con sus asuntos, no nos daba muchas explicaciones, y solo se dedicaba a viajar por ahí, con Brooke.- ¿De veras? Pero yo pensaba que estaba trabajando en la sucesión con mi padre, ya sabes, todo aquello que debería aprender antes de hacerse cargo de la manada.- Y así fue durante algunos años, él parecía contento, pero luego tu padre y él comenzaron a discutir, y siempre que intenté mediar entre ellos, me decían que me metiera en mis propios asuntos; Brooke también lo intentó, los vi discutir muchas veces, pero eso solo sirvió para enfriar su relación de pareja.- ¿Miles y Brooke tenían problemas de pareja?- Bueno, sigo siendo vuestra madre, y aunque creáis que sois mayores, y no me necesitáis, soy perfectamente capaz de ver cuando no estáis bien; y Miles casi nunca estaba bien, a veces los escuché discutir, pero nunca quise meterme en sus asuntos, no me pareció adecuado, teniendo en c