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No podía creerlo...

Luego de buscarla por mucho tiempo, tenía frente a mí a mi compañera de vida y ahora había algo que me tenía atado a la realidad logrando que retomara mi control para suprimir mi celo hasta que pudiera estar a solas en mi habitación.

— Voy a matarte, cabrón— me gruñó Alex mostrando un destello en sus ojos indicándome que estaba furioso pero yo solo pude alternar la vista entre la reina y, muy evidentemente, sus hijas que eran increíblemente parecidas. — No quiero que toques a Zafiro.

Yo mismo me sorprendí cuando mi amigo me confirmó quien era mi pareja de vida. Ahora entendía la palidez de los demás líderes en el salón pues dos de las tres especies principales podrían unirse si algo surgía entre la princesa y yo, eso solo significaba aún más poder para los cazadores.

— No estoy aquí para que peleen como críos— un escalofrío recorrió mi cuerpo entero al escuchar esa voz que fue inefable para mí a pesar de que ella habló con frialdad sin siquiera verme.

Me quedé idiota admirando la belleza de esa mujer que dejaba ver un carácter fuerte e indomable evidenciado en la expresión furiosa de su rostro.

¡Diablos! Quería correr y marcarla allí mismo, me estaba volviendo loco de deseo por tenerla entre mis brazos para meter mi nariz en su cuello y embriagarme de ese delicioso aroma que además me tenía al borde de perder el control.

— Ha llegado tarde, princesa— gruñó la reina hada y las dos princesas sonrieron de forma sarcástica mostrando unos filosos colmillos que me helaron la sangre pues había olvidado que ellas era híbridas.

No cualquier híbridas. Alexander era un alpha que, al igual que yo, poseía una genética peligrosamente pura por lo que éramos más instinto y salvajismo que hombre, además, la reina Alexa era una híbrida de humano puro pero su genética era dominada en gran medida por su ascendencia espiritual y al ser hija de Lucifer era una mujer bastante poderosa. Esas genéticas combinadas eran una explosión catastrófica que formaban a un ser tan poderoso como dominante y peligroso. El problema era que existían dos seres más como ella: Su hermana, la princesa Rubí y su hermano, el príncipe Nicolás.

— Su comentario innecesario puede guardarselo donde no le llegue el sol— quise reír al ver a la líder de las hadas mostrarse roja de la indignación por las palabras de la próxima reina cazadora.— Yo no me la paso sentada en un maldito trono dando órdenes, soy una guerrera más de mi especie y no pienso sacrificar mis ideales por personas inservibles como usted y su patético grupo de acompañantes.

— ¡Debería...!

—Callese— le gruñó Zafiro con la voz distorsionada y los ojos destellando con ese negro endemoniado que caracterizaba su genética demoníaca.— Usted es una inútil, negligente e incapaz de llevar un puesto tan importante— la reina hada empuñó sus manos con ira contenida y se levantó mirando hacia la reina cazadora que se mantenía tranquila en su puesto mientras su esposo se mantenía a mi lado con el ceño fruncido.— Un poblado entero de hadas fue casi masacrado y con ello treinta y ocho bajas humanas— ahora entendía completamente el motivo de la furia desmedida de esa mujer, pues, actualmente no podíamos darnos el lujo de perder humanos puros debido a los sangre negra.— A partir de hoy queda removida de su cargo y espero que el inútil de su hijo tenga más cerebro que usted.

—Pero...

—¡Larguese!— rugió enfurecida sin dejar hablar al hada que no dudó en salir corriendo de la estancia que cada vez se tornaba más fría. Literalmente todo se estaba empezando a congelar y era impresionante darme cuenta que, del calor extremo provocado por la reina cazadora pasamos a un frío arrasador que incluso calaba hasta los huesos y hacía crujir las paredes.— No tengo por qué disponer de mis cazadores para proteger a especies que tienen sus propios guerreros, mi deber es con los humanos y evitar una posible guerra entre especies— les recordó a todos en el salón y la mayoría pasó un trago grueso antes de bajar su mirada al suelo.— No tengo más que decir así que largo todos— terminó ordenando de manera dura y la mayoría de los líderes y sus acompañantes se marcharon.

Solo dos de los líderes se quedaron y deduje que el líder de dragones era cercano a la familia Evans al igual que lo era el rey vampiro.

— Cálmate, hija— exigió Alex pero solo recibió un gruñido.

—¿Enserió vas a dejar que una cría tome este tipo de decisiones?— habló como si nada el líder de los dragones con un claro desafío en su mirada y una sonrisa socarrona que no inmutó a ninguna de las tres cazadoras en el salón.

—Creo haberte confirmado que tu presencia aquí no era importante, reina— suspiró Zafiro viendo a su madre a medida que el frío menguaba.— Y tu, hijo de perra, cierra el hocico o volveré a congelarte el culo.

— Ese lenguaje— gruñó Alex a mi lado llamando la atención de sus hijas que solo rodaron los ojos.— No estamos aquí solo por la reunión y lo saben.

— Ni pienses en hacer esa m****a, no estoy de humor y tampoco tengo tiempo para tirar a la basura por una estupidez como esa...

—¡Zafiro!— la regañó su madre logrando que la princesa bajara su mirada al suelo.— Comprendo lo que sientes pero ya es hora...

— Ni siquiera lo menciones— le interrumpió rabiosa logrando que el salón se tornara blanco debido al frío que al parecer era provocado por la princesa enfurecida que irradiaba un aura oscura, en extremo poderosa y peligrosa.

— Ya basta, hija— suspiró Alexander como si hablar de aquel tema del que yo no tenía la menor idea le doliera demasiado. — Ve a descansar y ya sea que lo desees o no tu fiesta de cumpleaños se hará.

— No piensen si quiera que asistiré— fue lo último que dijo antes de darse vuelta para retirarse del salón no sin antes extender de la nada un par de alas negras con toques dorados que me dejaron impresionado no solo por lo hermosas que eran sino por la envergadura que poseían.

— Ve con ella, Rubí— suspiró la reina y la segunda princesa hizo una pequeña inclinación de cabeza antes de darse la vuelta e ir detrás de su hermana.

— No deberías provocarla de esta forma, Alexa— habló otra vez el líder de dragones y la reina negó. — Sabes que las cosas aún son un poco recientes y ese no es un día que ella desee recordar.

—Yo creo que es hora de que deje el luto— comentó el rey vampiro y fruncí mi ceño pues no tenía idea de qué hablaban.

— Solo quiero que ella cambie un poco de ambiente, ya no sé qué más hacer para que no se sienta tan... dolida— susurró la reina al darme una mirada de reojo y no pude evitar mirar a Alex que negó sabiendo lo que yo deseaba saber.

— Creo que ahora tienes una buena ayuda— intervino el dragón sin apartar su mirada de mí.

—Lucían no lo ha logrado, ¿crees que será diferente con el alpha?— le cuestionó la reina recibiendo un encogimiento de hombros como respuesta.

—¿Qué tiene que ver Lucían con la princesa?— hablé por primera vez en un largo rato.— ¿Alexander?

Mi amigo tomó un respiro profundo como si tomara valentía para hablar y entonces supe que la noticia podría no gustarme mucho.

Lucían no era alguien desconocido para mí a pesar de ser el señor de los muertos, al contrario, Alexander y yo crecimos bajo el cuidado de este y con el tiempo nos volvimos casi inseparables.

Eso hasta que el cabrón tuvo que volver al mundo espiritual para hacer algunas cosas. La relación entre Lucían y yo era un poco tormentosa y no porque nos lleváramos mal, al contrario, nos llevábamos tan bien que terminamos follando en varias ocasiones pues los dos somos bisexuales.

—Lucían también es compañero de vida de Zafiro— soltó Alex como bomba y solo pude negar con diversión. — Pensé que te volverías loco, posesivo y furioso.

—Tal vez lo estoy un poco, pero los dos sabemos que Lucían y yo somos un tanto peculiares— respondí de forma calmada sorprendiendo a todos en el salón.— Creo que debiste saber que, si tu hija era pareja de Lucían, muy probablemente también sería la mía y lo es.

—¿A qué se refiere, alpha?— preguntó la reina curiosa y sonreí con gracia recordando viejos tiempos.

—Lucían y Ethan se fusionaron hace algunos siglos, jamás pensaron que fueran tan compatibles al punto de compartir un lazo bastante parecido al de las almas gemelas— le respondió Alexander y confirmé esas palabras con un asentimiento de cabeza.

—Eso no es posible

—Lo es, reina— le debatí tomando asiento al igual que Alexander y dejando a la reina pensativa.— De alguna forma mi alma se fusionó con la de Lucían cuando me ayudó a derrotar a mi padre y desde entonces estamos enlazados. No es algo común pero fue la consecuencia de que yo no muriera al transformarme con tan solo doce años de edad para terminar con la tiranía de mi padre.

—Pensé que había sido coronado a los dieciocho años— susurró confundida y asentí logrando que se confundiera más. — Yo no pude asistir a su coronación, la guerra estaba reciente todavía y no tenía el lujo de darme tiempo libre.

—Lo sé. Mi madre fue regente hasta que pude tomar el puesto que hoy en día ocupo— le aclaré con calma y sonrió mirando a su esposo a mi lado.— Mi padre solo deseaba tener en su poder a los humanos para esclavizarlos— susurré con rabia contenida al recordar todo lo que viví siendo a penas un niño.— Era una maltratador que torturaba a quien pudiese cuando quería, obligó a mi madre a entrar en celo para preñarla y quería tener el completo control de las especies.

—Mi madre siempre tuvo problemas con su padre, pero agradezco entonces que usted esté con nosotros y no él— asentí estando más que de acuerdo con sus palabras y me levanté queriendo retirarme al sentir la molestia en mi cuerpo por reprimir el celo que había adelantado la princesa con su maravilloso olor.— Espero que nos acompañe en la fiesta de cumpleaños de Zafiro en dos semanas.

—Allí estaré, reina— hablé sonriente y Alex me ayudó a caminar al ver que mi bestia luchaba por tomar el control.

— Es hora de que atiendas tu celo, amigo— se burló de mí luego de que me despidiera de todos y reí.— Y mucho cuidado con lo que harás de ahora en más. Zafiro no es una mujer sumisa.

—Me gustan mucho más los retos— Lo molesté y bufó como todo papá celoso.— Por ahora me encargaré de lo que tu hija adelantó y envíame la invitación al evento.

—Ten por seguro que irás, quiero ver como mi hija te patea el culo tal y como lo ha hecho con Lucían.

—Puede que sea diferente de ahora en más.

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