cap.4

Cap. 4

Irene miraba su teléfono esperando el mensaje para ver a dónde tenía que llevar el documento.

>>9:00 pm un coche la recogerá en la entrada del hospital.<<

"Al menos está vez aviso con tiempo, mamá tengo que salir hoy de acuerdo, iré a casa y volveré asta mañana cuídate mucho"—le da un beso en la mejilla y sale del hospital.

Cuando llega a su departamento busca entre sus cosas pero no tiene nada que ponerse, nunca le preocupo su apariencia pero seguro el hombre la llevaría a un lugar elegante de esos a dónde van los ricos.

Ahora se sentía un poco deprimida, se dejo caer en su cama para pensar que hacer, no tenía mucho dinero no podía darse el lujo de gastar en ropa.

Mientras estaba pensando sonó el timbre.

"Mmm quien será,? No espero a nadie.'—se fija por la mirilla, hay un repartidor y abre la puerta.

"Disculpa pero no pedí nada."

"No es usted la señorita Foster?"

"Si, así es, pero yo no pedí nada."

"Esto es para usted, lo manda el señor Miller."—mientras el joven le entrega una bolsa de papel y le pide que firme Irene solo es capaz de decir.

"Gracias."—pero en cuanto cierra la puerta se dio cuenta de algo.

"Cómo supo el dónde vivo.?"—pensó aturdida—"Supongo que los ricos pueden hacer estás cosas, que miedo."

En su habitación saco de la bolsa un hermoso vestido blanco justo de su talla con un escote en forma de corazón en la espalda, también había una caja con unas zapatillas plateadas.

Puso todo sobre su cama y fue a lavarse, 15 para las 9 Irene se miraba en el espejo del baño del hospital y pensaba que la ropa cara de verdad hacia milagros, asta la hacía sentir mejor.

"Será mejor que me dé prisa"—solo llevaba su cartera y el sobre con el contrato y tal como dijo el hombre, había un coche muy lujoso en la entrada del hospital, estaba muy nerviosa y sabía que una vez que se subiera al coche todo cambiaría.

"Ya estamos aquí señorita "– le habré la puerta el chófer.

"Muchas gracias."—se baja del coche y frente a ella aparece un restaurante muy bonito y elegante.

"Wau pero que hermoso lugar."-- piensa en voz alta.

"Piensa quedarse ahí parada?"—le dice Bruno desde atrás.

"Que susto!!, Por qué salió de la nada."—lo fulmina con la mirada

Bruno no dice nada y solo sigue su camino, cuando Irene se da cuenta tiene que correr para alcanzarlo.

"Espere!!."

La recepcionista los guio asta su cabina privada y en el camino Irene pudo notar como todas las mujeres miraban al hombre que iba a su lado.

Que? soy invisible o que les pasa, que descaradas, pensó ella alzando una ceja.

Una vez que se sentaron en sus mesas Irene puso el sobre en la mesa y se lo dio al hombre.

"Primero comamos."—dijo el.

"De acuerdo."—

Durante la comida de los dos dijo nada, pero Bruno la observaba de vez en cuando y noto que a pesar de no ser de una familia noble parecía saber comportarse como si lo fuera y algo en ella despertaba su interés, pero no quiso prestarle importancia esto era solo un negocio.

"Tiene alguna pregunta?"—Bruno hablo primero.

La verdad tengo muchas—dice ella mordiéndose el labio inferior como de costumbre, acto que a Bruno pone un nervioso.

"Entonces adelante"– dice el tratando de reprimir esa sensación.

"Porque necesitas una esposa? ¿Dónde viviremos? ¿Podre visitar a mi madre? ¿podre".—

"Hablas demasiado, necesito cobrar una herencia, viviremos en mi mansión y no podrás ver a tu madre o a menos no cuando tú quieras, si tienes más preguntas dilas después."

Irene se sonroja un poco al darse cuenta de que lo bombardeo de preguntas y se muerde el labio.

"Lo siento, preguntaré después, ya e firmado el contrato."

"Bien, entonces prepárate nos iremos el próximo miércoles."—dice mientras bebé un sorbo de vino.

"Cómo!? Tan pronto?."—y pone cara afligida.

"Tres días es suficiente para dejar todo en orden aquí, solo lleva lo más importante, todo lo demás ya estará listo en la mansión."

"Pero…"--Bruno la interrumpe

"Sin peros solo tus documentos y nada mas."—Irene tiene que respirar profundo y acostumbrarse a su nueva vida.

"Muy bien señor dictador."

Bruno frunce un poco el ceño, pero no puede molestarse porque la necesita.

"Deja de hablarme de usted, serás mi esposa y será mejor que te acostumbres."

"Entonces debería llamarlo “cariño”?"—dice Irene de forma coqueta, el se aclara la garganta.

"Pero que desvergonzada."—hace como que le resta importancia pero en el fondo se sintió avergonzado.—"solo llámame Bruno."

"De acuerdo Bruno "–dijo ella muy tierna.

Esa manera en que sonaba su nombre en sus labios, era como si ya lo hubiera escuchado antes, mientras el miraba sus labios perdido en sus pensamientos Irene se sonrojo y en un instante sus miradas se encontraron.

Como si ambos hubieran sentido cierta electricidad parpadearon y se sorprendieron, avergonzados miraron hacia cualquier lado.

"Bien"—de nuevo Bruno rompió el silencio –Hay algún ex novio que pudiera interponerse?

"Que?"—ella abre los ojos sorprendida, después bajo la vista a sus manos—"No, nunca tuve uno, así que no se preocupe por eso."

"Tu eres quien tendría que preocuparse por como decirle que encontraste a alguien mucho mejor"—hace énfasis en la palabra mucho

"Pero que narcisista señor Bruno, siempre es así?."

"Solo digo la verdad" –dice con arrogancia.

Irene solo pone los ojos en blanco, mientras salen del lugar para despedirse.

"Entonces nos vemos señor Bruno, que tenga buen viaje de regreso"—agita la mano para despedirlo.

"Igualmente"—Bruno sube al coche pero no se va hasta ver qué el otro coche desaparece.

Se queda perdido en sus pensamientos, siente que acaba de tener una buena cena en mucho tiempo, estar con esa joven lo hizo sentir bien, pero el aún guarda en su corazón a alguien más

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