“¡Sí!”, murmura con confianza.

“¿Así que no planeas meterte en otro incendio pronto?”.

Ella baja la mirada hacia el suelo del bosque y niega con la cabeza. “Duele”, susurra. Ella no hablaba del incendio.

“Estás dejando que tu mente se deje llevar por esta idea tuya”.

“No es una idea y lo sabes. Solo quiero saber por qué no me has rechazado”.

No le contesto mientras ella cambia su peso de un pie a otro. Ya me lo había preguntado varias veces y, por mucho que me niegue a ser su pareja, nunca podía responder a su pregunta. ¿Por qué no dije esas palabras? Sería libre de ser pareja de otra persona.

Me enferma la idea de que otro hombre la toque. Ya era bastante malo que la marca de Enzo aún rondara su cuello.

“¿Qué quieres de mí, Madison?”.

“No lo sé. Estás constantemente en mi mente”. Ella frunce el ceño. “¡Y no en el buen sentido!”.

Levanto una ceja. “Y no debería serlo. Soy un cazador”.

Ella se recuesta contra un árbol, cruza sus brazos debajo de sus pechos y aparta la mirada d