A Y R T O N Vamos en silencio hasta el auto. —¿Todo bien? —pregunta, sorprendido a mi silencio. —Vamos a buscar una banda—Owen sonríe. —Si es lo que estoy pensando, será una excelente idea ¿Anne-Lise lo sabe? Niego. —Creo que tomaré tu consejo, Bro. —digo mientras arranco el auto. —¿Cuál de todos? —Enamorarla. Recordarle sus sentimientos por mí. Sé, que siente aún algo por mí. Además, tú lo has visto como ha reaccionado por el tema de Rachel. Owen lanzaba un puño al aire divertido. —¡Si se puede! ¡Si se puede! Claro que está enamorada de ti, solo que le ha de costar aceptarlo. Y lo de la banda… ¿Es lo que tengo en la cabeza? Afirmo. —Será… uno de mis regalos de boda para ella. Nos dirigimos fuera del estacionamiento de la casa de mis padrinos. Había algo en el aro azul de los ojos de Anne-Lise que me han dado una esperanza. ¿Qué es? No sabría decirlo, pero tenía menos de un año para averiguarlo, ¿Por qué no empezar poco a poco? Su respiración se agita, casi tomo de su ci
ANNE —El color es perfecto, resalta el color de tus ojos es hermoso, hija—la voz susurrante de mi madre a mi espalda suena demasiada melancólica. Me giro hacia ella y sus ojos están cristalizados. —Madre…—pero me hace señas con su mano que no diga nada. —Te ves perfecta—la voz emocionada y al borde de las lágrimas de mi madrina, posa una mano en el hombro de mi madre en señal de apoyo. Regreso la mirada al espejo, aun en estado de shock. Es otra mujer reflejada en ese espejo. —Es el indicado…—murmuro para mí misma al ver el vestido de novia, es todo de encaje, se amolda desde mi pecho, cintura y al llegar a mis caderas, cae en una cascada de encaje y pedrería discreta. Mi cabello está en un moño sencillo y al mismo tiempo, elegante. La emoción me llena totalmente. Y por un rato me olvido de que todo esto no era real. Por un rato me siento como si realmente fuese una novia. Es el vestido perfecto, pero no la mujer correcta. —Se le va a caer la baba a Ayrton cuando te vea caminar
A Y R T O N Me muevo incómodo ahora yo, no entiendo si lo dice por algo que yo no sé, o solo está metida en su papel de futura señora Goldman. Desajusto mi pajarita al sentirme presionado, creo que estoy empezando a sudar. Me siento desarmado. ¡Malditos votos! Si solo… olvídalo Goldman. Trago saliva listo para lanzarme al acantilado. —Anny, no sé por dónde empezar…—susurro mientras mi mente empieza a ordenar las palabras en mi boca. —¿Ayrton? —me llama Anne-Lise al ver que me he quedado en silencio, sus ojos azules me contemplan, ¿Qué puedo decir? “Solo la verdad, Goldman.” —Anny… Una vez me has roto el corazón…—sus ojos se abren de sorpresa—pero como tú dices, el tiempo cambia a la gente. Por más que intenté borrarte de mi mente… Te aferraste con ganas a mis pensamientos. Diez años sin verte, tocarte o siquiera mirar esa sonrisa—levanto mi mano y acaricio sus labios que tiemblan a mi toque— y a pesar de nuestra pérdida. Seguimos aquí, de pie frente a uno, luchando, escuchando y
ANNE Me separo de Ayrton, mis labios amenazan con temblar de la decepción. Por un momento he creído que es real, pero eso me hace confirmar que me ha escuchado hablar con Miranda. ¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta! Me separo de él y salgo de la pista fingiendo una sonrisa ante los invitados, dejando a un Ayrton confundido en medio de la pista. Avanzo al interior de la casa y entro hasta mi habitación. Al cerrar la puerta detrás de mí, me deslizo hasta el suelo y comienzo a llorar. —¿Por qué lloras, tonta?—murmuro cargada de enojo conmigo misma. Es obvio Anne-Lise. Ayrton es el mismo. Recuerdo el momento en que Miranda se había puesto pálida, antes de que llegara la señora Duncan... La señora Duncan. Acaricio mi mejilla, cierro mis ojos e intento tranquilizarme. Unos momentos después tocan la puerta. —Anne-Lise, soy Miranda, abre. Abro la puerta estirando mi brazo en el picaporte sin levantarme del suelo, entra sorprendida al verme sobre mi vestido de novia en la duela oscura de mi habit
ANNE Estoy sentada en la alfombra de mi habitación, son casi las seis de la mañana. Estoy intentando quitar mis zapatillas, pero veo doble y se me dificulta. He bebido mucho más de la cuenta después de cortar el pastel y el baile. ¿Quién no lo haría en su propia fiesta? Y no era cualquier fiesta, era mi boda. No quería pensar en que era una farsa, pero el pensamiento de «Farsa» no encaja. Fue un juez real, un sacerdote real, un vestido real y perfecto. Me quedo sentada en la alfombra contemplando el vestido… Es perfecto. Pero es interrumpido el momento al abrirse la puerta de mi habitación sin avisar. Es Ayrton y me sorprende lo sexy que se ve con el listón de su pajarita colgando de su cuello, dos botones abiertos de su chaleco y su barba que comienza a aparecer. Tira el saco de su traje sobre la superficie del escritorio. Entonces caigo en cuenta de algo: Ayrton está en mi habitación. —¿Qué estás haciendo? Tienes que irte a tu casa, ¿Recuerdas?—Ayrton afirma a mis palabras mientr
AYRTON Cierro los ojos mientras el agua cae por mi rostro, eso me agrada para el dolor de cabeza que amenaza con llegar. Y creo que finalmente llegará. Son apenas las siete de la mañana y necesito descansar, aunque Anne-Lise me haya corrido, no me iré. No saldré corriendo... Eso ella nunca lo va a entender. ¿Cómo decirle que no la quise tomar en medio de su borrachera, en la bañera y sumando nuestras ropas empapadas solo para follar? No, no, no. Ella se merece una «Noche de bodas» especial. No en una bañera y aun con el alcohol en sus venas. La quiero consciente totalmente. Quiero disfrutarla desnuda en medio de la cama y tomarme mi tiempo en adorarla. ¿Pero realmente me deseó por ese momento? ¿O fue el alcohol? —¿Ayrton?—de nuevo la voz de Anne-Lise. Salgo del chorro de agua, recorro la puerta de cristal empañada para prestar atención a la mujer que está de pie en el marco de la puerta. Sus ojos se los cubre con su mano para no ver mi desnudez. Es totalmente ridículo, el cuerpo
ANNE Bajo adormilada de la habitación al escuchar ruido. Ayrton sigue roncando en el sillón y mis tripas rugen por alimento y mi ebriedad se ha terminado por ir. Me pongo un chándal de cuadros rojos con negro y una camiseta blanca. Recojo mi cabello castaño en una coleta. —Buenos días, señora Goldman—dice emocionada mi madre cuando entro y tomo asiento en el comedor. La mesa está servida con fruta, pan tostado, mermelada, jugos y cafés. Y mis tripas rugen de nuevo. Mi padre no dice nada y me entrega una tostada con mermelada. La cual acepto hambrienta. —¿Qué tal tu primera noche?—pregunta mi madre levantando sus cejas pícaramente. —Madre, basta. No te diré mi vida sexual a esta hora y delante de mi padre—le guiño un ojo a mi padre. Ella sonríe de oreja a oreja ya con esto tiene para todo el día y así no la tendré pegada a mí con su interrogatorio. Veinte minutos después, baja, Ayrton. Vestido informal, unos pantalones, camiseta de algún equipo de futbol americano y el cabello hú
AYRTON Han subido las últimas cajas al ático. Es la mejor inversión de mi vida. Es perfecto para nosotros dos. —Estas cajas van en la habitación del fondo, subiendo las escaleras—Anne-Lise le dice a la persona de la mudanza. —Sí, señora Goldman—el hombre de overol sube las escaleras. —¿Te falta mucho?—le pregunto a Anne-Lise mientras entro a la nueva cocina. —No, ya mis cosas están en su lugar, en una media hora llega la mujer que se va a contratar para que sea el ama de llaves. —¿Tú puedes entrevistarla? Tengo que hacer unas llamadas. —Vale, lo hago yo. ¿Pido algo de comer? —Sí, pide lo que quieras, que lo mío no esté muy condimentado. Y entro al nuevo despacho. Ahora, es mi espacio, mi bati-cueva y sería mi sitio de trabajo. Está lo básico, pero aún faltan, como el librero y poner todos los libros que tengo en las cajas que están al lado de la entrada. Tomo asiento en la silla de cuero negro que he pedido en línea, es suave y se amoldaba a mi trasero. Me giro a la ventana qu