ANNE Me separo de Ayrton, mis labios amenazan con temblar de la decepción. Por un momento he creído que es real, pero eso me hace confirmar que me ha escuchado hablar con Miranda. ¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta! Me separo de él y salgo de la pista fingiendo una sonrisa ante los invitados, dejando a un Ayrton confundido en medio de la pista. Avanzo al interior de la casa y entro hasta mi habitación. Al cerrar la puerta detrás de mí, me deslizo hasta el suelo y comienzo a llorar. —¿Por qué lloras, tonta?—murmuro cargada de enojo conmigo misma. Es obvio Anne-Lise. Ayrton es el mismo. Recuerdo el momento en que Miranda se había puesto pálida, antes de que llegara la señora Duncan... La señora Duncan. Acaricio mi mejilla, cierro mis ojos e intento tranquilizarme. Unos momentos después tocan la puerta. —Anne-Lise, soy Miranda, abre. Abro la puerta estirando mi brazo en el picaporte sin levantarme del suelo, entra sorprendida al verme sobre mi vestido de novia en la duela oscura de mi habit
ANNE Estoy sentada en la alfombra de mi habitación, son casi las seis de la mañana. Estoy intentando quitar mis zapatillas, pero veo doble y se me dificulta. He bebido mucho más de la cuenta después de cortar el pastel y el baile. ¿Quién no lo haría en su propia fiesta? Y no era cualquier fiesta, era mi boda. No quería pensar en que era una farsa, pero el pensamiento de «Farsa» no encaja. Fue un juez real, un sacerdote real, un vestido real y perfecto. Me quedo sentada en la alfombra contemplando el vestido… Es perfecto. Pero es interrumpido el momento al abrirse la puerta de mi habitación sin avisar. Es Ayrton y me sorprende lo sexy que se ve con el listón de su pajarita colgando de su cuello, dos botones abiertos de su chaleco y su barba que comienza a aparecer. Tira el saco de su traje sobre la superficie del escritorio. Entonces caigo en cuenta de algo: Ayrton está en mi habitación. —¿Qué estás haciendo? Tienes que irte a tu casa, ¿Recuerdas?—Ayrton afirma a mis palabras mientr
AYRTON Cierro los ojos mientras el agua cae por mi rostro, eso me agrada para el dolor de cabeza que amenaza con llegar. Y creo que finalmente llegará. Son apenas las siete de la mañana y necesito descansar, aunque Anne-Lise me haya corrido, no me iré. No saldré corriendo... Eso ella nunca lo va a entender. ¿Cómo decirle que no la quise tomar en medio de su borrachera, en la bañera y sumando nuestras ropas empapadas solo para follar? No, no, no. Ella se merece una «Noche de bodas» especial. No en una bañera y aun con el alcohol en sus venas. La quiero consciente totalmente. Quiero disfrutarla desnuda en medio de la cama y tomarme mi tiempo en adorarla. ¿Pero realmente me deseó por ese momento? ¿O fue el alcohol? —¿Ayrton?—de nuevo la voz de Anne-Lise. Salgo del chorro de agua, recorro la puerta de cristal empañada para prestar atención a la mujer que está de pie en el marco de la puerta. Sus ojos se los cubre con su mano para no ver mi desnudez. Es totalmente ridículo, el cuerpo
ANNE Bajo adormilada de la habitación al escuchar ruido. Ayrton sigue roncando en el sillón y mis tripas rugen por alimento y mi ebriedad se ha terminado por ir. Me pongo un chándal de cuadros rojos con negro y una camiseta blanca. Recojo mi cabello castaño en una coleta. —Buenos días, señora Goldman—dice emocionada mi madre cuando entro y tomo asiento en el comedor. La mesa está servida con fruta, pan tostado, mermelada, jugos y cafés. Y mis tripas rugen de nuevo. Mi padre no dice nada y me entrega una tostada con mermelada. La cual acepto hambrienta. —¿Qué tal tu primera noche?—pregunta mi madre levantando sus cejas pícaramente. —Madre, basta. No te diré mi vida sexual a esta hora y delante de mi padre—le guiño un ojo a mi padre. Ella sonríe de oreja a oreja ya con esto tiene para todo el día y así no la tendré pegada a mí con su interrogatorio. Veinte minutos después, baja, Ayrton. Vestido informal, unos pantalones, camiseta de algún equipo de futbol americano y el cabello hú
AYRTON Han subido las últimas cajas al ático. Es la mejor inversión de mi vida. Es perfecto para nosotros dos. —Estas cajas van en la habitación del fondo, subiendo las escaleras—Anne-Lise le dice a la persona de la mudanza. —Sí, señora Goldman—el hombre de overol sube las escaleras. —¿Te falta mucho?—le pregunto a Anne-Lise mientras entro a la nueva cocina. —No, ya mis cosas están en su lugar, en una media hora llega la mujer que se va a contratar para que sea el ama de llaves. —¿Tú puedes entrevistarla? Tengo que hacer unas llamadas. —Vale, lo hago yo. ¿Pido algo de comer? —Sí, pide lo que quieras, que lo mío no esté muy condimentado. Y entro al nuevo despacho. Ahora, es mi espacio, mi bati-cueva y sería mi sitio de trabajo. Está lo básico, pero aún faltan, como el librero y poner todos los libros que tengo en las cajas que están al lado de la entrada. Tomo asiento en la silla de cuero negro que he pedido en línea, es suave y se amoldaba a mi trasero. Me giro a la ventana qu
AYRTON Dios mío, esto está delicioso o es mi hambre. Miro hacia las escaleras. ¿Por qué no baja a cenar? No ha tocado la comida. ¿Subo? —A no, ¿Para qué me azote la puerta en la cara? No, gracias. Sigo con los palillos, pero algo me hace sentir incómodo. Me levanto y me dirijo a las escaleras hasta llegar a su habitación. Toco y nada. Abro la puerta susurrando su nombre, pero nada, su nueva cama está revuelta y su bata encima, camino y me acerco, la acaricio disimuladamente con mis dedos y siento la suavidad que cubriría su cuerpo. ¿Cómo sería tocar el resto de su cuerpo? Escucho ruido y la puerta del baño está cerrada, pero una luz sale por debajo. “Vámonos, Goldman” Pero mi cuerpo no recibe la orden. —Solo hay que confirmar que está bien, podría haberse quedado dormida… Me digo a mí mismo en un tono bajo. Agarro el picaporte de la puerta y lo giro lentamente hasta que puedo asomarme para mirar el interior. Pero al ver a Anne-Lise dentro de la bañera, casi provoca que mi boca
ANNE Estoy de pie frente al gran espejo que tengo en mi nuevo gran armario, decido dar un último vistazo mientras acomodo las ondas de mi cabello castaño. Es mi primer día en la empresa y no solo ante lo demás como la «esposa» de Ayrton, sino como una empleada con dos carreras profesionales, ayudaré en lo que se pueda. Ayudo a embargar la empresa para evitar que los acreedores junto con el banco despedacen la empresa de mis padrinos. Acomodo por última vez mi falda de tubo color azul oscuro, mi blusa blanca y calzaba unas zapatillas de aguja con un broche dorado. Tomé mi bolso y mi saco que era parte del conjunto que había comprado días anteriores. Bajo las escaleras y puedo ver a Sonia la nueva ama de llaves. Está en la cocina muy entretenida con el desayuno. Y antes de acercarme miro las escaleras arriba al notar la ausencia de Ayrton en la barra para desayunar. No pudo haberse ido sin mí. Claro que no… —Tuvo una llamada a primera hora y dejó disculpas por no llevarla. La voz d
A N N E Caminamos en silencio al exterior del edificio. —¿Dónde te apetece comer, Anny?—escuchar mi diminutivo en su boca por segunda tercera vez, me hace sentir incómoda. —Hay un restaurante a dos cuadras, ven—y caminamos otra vez en silencio hasta llegar al restaurante. Al entrar y tomar una mesa lejos del bullicio de los clientes, mis pensamientos se enfilan para hacer muchas preguntas a Jackdiel. “¿Por dónde empezarías, Anne-Lise?” —Listo, estamos aquí. ¿De qué quieres hablar Jackdiel?—pregunto directamente. Jackdiel solo se queda callado, pensando en alguna respuesta, supongo. Me observa de una manera extraña y eso me está empezando a incomodar más de lo que ya estoy. Él y yo de vez en cuando chocamos de adolescentes. Sus ojos azules se detienen en los míos. —¿Goldman, te hace feliz?—entrecierro los ojos y me remuevo incómoda en mi asiento. —Si solo ibas a preguntar eso, podías haber hecho una llamada o mandar un correo. —Quiero saber si el ex mejor amigo de mi difunt