—En estos días… ¿ha notado alguna actividad extraña alrededor del lugar? —preguntó Nakahara, tras echarse para atrás en el siento.
»¿Ha visto a individuos desconocidos merodeando el lugar?, o… ¿alguno de sus inquilinos ha traído a personas que usted no conoce, y que sienta que no cuajen con el lugar? —indagó, siendo específico respecto a lo que deseaba conocer.
El castaño trabajador arrugó la boca, y la expresión en general, y se puso a pensar, fijando la vista en el vacío por largos segundos, hasta que algo se le vino a la mente.
—Hace unos días, sí… —afirmó el varón con la cabeza, y se fijó en los detectives—. Hace unos días vi a un hombre llegar en un auto bastante lujoso. No sé a qué departamento iba, pero su auto era extranjero, eso es seguro… y parecía nuevo: brillaba por todas partes, ya sabe. —Nakahara asintió.
»Él vestía un buen traje, de esos que se sabe que son bien caros con solo verlos. —Resopló con desilusión—. Mis inquilinos tienen buenos traba
—¿Por qué me miras así?El rostro de Akari se torció en una expresión dudosa y avergonzada después de hacerle la pregunta al rubio que estaba sentado a su lado, cerca, demasiado cerca, de él.—Es que… de verdad se ve guapo hoy, Akari-san —contestó Minato con un tono normal en apariencias, pero con unas obvias segundas intenciones que llevaron al mayor a ver a otra parte.Akari resopló y negó, pero sin poder dejar de sentir esos zafiros acosadores que lo atravesaban adrede, en busca de pescar cualquier reacción suelta de su parte.Ambos estaban sentados en la sala de la casa Azarov, en el sofá para ser más específicos. El televisor, de frente, pero en ligero ángulo, se hallaba encendido y mostraba una serie a la que, en este momento, ninguno de los dos le estaba prestando ni una pizca de su atención.—¡Ah…! ¿Cómo es que puedes decir es
—¿No ves lo que está pasando aquí? —preguntó Kohaku a su novio con la sorpresa palpable en su voz.Arata se encogió de hombros y arrugó la boca.—Bueno… claro que lo veo, no soy estúpido —apuntó—. Pero, para serles honesto, durante un tiempo, tal vez desde el año nuevo, he estado pensando que Akari y Minato podrían estar teniendo pues… este tipo de relación. —Los señaló con la mirada.El par aún dormía con profundidad, por completo ajenos a lo que sucedía a su alrededor.Arata siguió su camino a la cocina, y dejó la cara sobre la isla.Kohaku respiró hondo, para tratar de apaciguar su interior, y Matsuri preguntó, con aires de incredulidad:—¿Aka nii-chan y el profesor Minato? —Su voz era suave, tal cual su expresión confusa.
En algún momento se encontraba concentrado mirando la televisión, y al siguiente abrió los ojos y no vio nada.Akari se removió. Sentía el cuerpo pesado, y no le tomó mucho darse cuenta de que estaba siendo abrazado por alguien más. Solo entonces la información de lo ocurrido llegó a su mente y… ¿se quedó dormido en la sala de estar de su casa?, ¿en esta posición?Abrió los ojos de par en par con la misma velocidad con la que todo su cuerpo entró en acción y se tensó de los pies a la cabeza. Sin tener cuidado se deshizo del abrazo y se sentó en el mueble, solo para descubrir un cobertor que sabía que ninguno de los dos había colocado allí.Todas las luces estaban apagadas y el televisor también, y eso solo quería decir una cosa.El corazón se le aceleró al tan so
Kohaku enmudeció mirando a su hermana pequeña, y Akari tampoco pudo hacer alguna clase de movimientos, mientras enfrentaba esos ojos, que eran iguales a los suyos, y lo atravesaban como un taladro, uno lleno de dudas e impresión.—Tú… no nos dijiste nunca que te gustaban los hombres —continuó hablando Matsuri ante el silencio de los demás—. ¿Por eso no trajiste a nadie a casa desde que mamá y papá murieron?Kohaku estaba impactada. No es que ella no tuviera esa clase de pensamientos, pero jamás pensó que Matsuri dejaría salir esas cosas sin filtro frente a su hermano mayor.Volteó a ver a Akari, él parecía estar igual que ella, impresionado por escuchar a la menor de los tres hablar de forma tan directa. Pero tenía un punto extra.—No es así —hablo Akari en volumen medio y u
Eran cerca de las siete treinta de la mañana cuando salió de la habitación. Hoy era viernes, pero tenía clases a la tarde, y agradecía que fuese así. Para ser sinceros, no pudo dormir mucho.Después de lo que escuchó de su hermano la noche anterior, necesitó salir de ahí y tener un tiempo consigo misma dedicado solo a pensar, analizar y entender mejor toda la situación.Había visto a su hermano besar, y ser besado, por otro hombre y eso, lejos de lo que el mundo actual era, en su mente, no resultaba fácil de aceptar. Poseía una concepción tan idealizada de su hermana que, al ser golpeada por la realidad de esta forma, no pudo evitar alarmarse.Bajó las escaleras con calma y se dio cuenta de que las luces estaban encendidas y que alguien hablaba en voz alta: se trataba de su hermano.—Me di cuenta que estabas dormido, porque n
La sonrisa en su rostro no tenía precio.Después de cenar en casa, porque sería un fastidio hacerlo por allí con todas esas parejas demasiado acarameladas, ambos se cambiaron la ropa y estaban sentados en el sofá con algo más parecido a pijamas, aunque también podrían salir a la calle de esa forma.Hoy era catorce de febrero, San Valentín, domingo; después de ir a la iglesia, Akari vio cómo Minato convivía con niños, almorzó con todos y luego siguieron haciendo cosas. El rubio se encargaba de revisar asignaciones de la semana anterior, y también de ofrecer ayuda en los deberes escolares en los que los niños presentaban dudas, o no comprendían. A las dos de la tarde comenzó a explicarles inglés, y luego de eso se deshicieron de las formalidades para jugar futbol y merendar.Estaba impresionado.La
Sintió la diestra ajena recorrer desde al abdomen hacia arriba, y lo miró; parecía pálido y su respiración era rápida, un tanto descontrolada. En ese momento lo recordó, sí… el momento en el callejón. Llevó ambas manos a ese rostro, y pudo sentir cómo la temperatura de la piel era fría, y su mirar, a pesar de que estaba allí, poco a poco, segundo a segundo, parecía irse perdiendo.—Minato… —murmuró—, Minato… ¿puedes quedarte conmigo? —preguntó, el desespero se entremetió en su voz.El menor lo miró desde arriba, y se dio cuenta de que seguía allí.—Voy a estar con usted —susurró en un hilo de voz, más bajo de lo que al mayor le gustaría—. Yo solo… de verdad quería hacerlo. —Resopló con fuerza y se dejó
Viernes.El timbre de la entrada sonó cuando ya pasaban de las siete de la noche. Por fin, gracias al cielo, había llegado.Esto era como una cena institucional, el ambiente medio tenso no dejaba de recordárselo.Akari se acercó al vestíbulo y abrió la puerta, para encontrar a un varón rubio vestido impecable con jeans oscuros y… ¿mocasines?, vaya; también usaba un suéter gris sobre una camisa azul pastel, y pudo distinguir una barba de tres o cuatro días sombrear su mentón y la parte baja de las mejillas. Sin embargo, no pudo ignorar la forma en la que estaba peinado: hacia arriba y a un lado, y el reloj en su muñeca.Él se había hecho mantenimiento al corte, y este peinado, todo él en general, se veía muy bien.—¿Acaso vienes a pedir la mano de tu novia a sus padres? —soltó Akari sin