—Solo trabajar… Creo que eso será hasta las cinco o seis de la tarde. —Minato inició su respuesta—. Iré a la iglesia en la mañana. Después de eso… me iré a casa y cenaré. —Sonrió.
—Deberías venir a mi casa —soltó Akari.
Ofrecimiento ante el cual Minato mostró una expresión de sorpresa: achicó el mirar en el mayor y, cuando Akari se dio cuenta de que estaba a punto de negarse, prosiguió:
—A mis padres les encantaba tener reuniones en casa. Ellos aprovechaban cada ocasión para reunir a sus amigos cercanos, y también a la familia.
»Para el año nuevo, solían invitar a algunos de sus amigos, y mis hermanas y yo invitábamos a alguien; amigos, parejas, compañeros, y nos reuníamos todos en casa a conversar, jugar, y a comer una gran cena —explicó
El llamado Jouji, habló. Su tono era jovial, no muy grave y, de buenas a primeras, Akari no pudo evitar notar que daba una sensación de calidez muy buena. Jouji se levantó e hizo una reverencia bastante pronunciada. —Soy Jouji, Nakamura Jouji; soy amigo de Matsuri, y estudio tercer año de ingeniería industrial en la Universidad de Chuo —soltó, aún en medio de la reverencia, con sus ojos mirando al suelo. Por supuesto, Akari no era un idiota, y sabía que su hermana jamás traería a un simple amigo a la celebración familiar por el año nuevo. Hasta ahora, siempre había invitado a sus amigas de la escuela. Pero… ¿quién era él para refutar al muchacho, si moría de nervios por dentro? —Soy Akari, el hermano mayor de Matsuri, aunque ya debes saberlo. —Con normalidad, y una voz mucho más serena que el otro, Akari lo saludó. Jouji se enderezó. »Así que… ¿de verdad fuiste alumno de este idiota por dos años? —preguntó, llevando la vista hacia Minato, con
—¿Por qué no bebes un poco? —Akari comentó—. En navidad no te importó casi emborracharte con champaña —destacó curioso. El ambiente de juego continuó tras entrar a la casa y secar las lágrimas; esta vez era un monopolio que Arata trajo, ilusionado, al saber que habría tanta gente. Era un juego divertido al estar todos sentados alrededor del kotatsu. Minato no jugaba en esta vuelta, pero estaba sentado al lado de Akari, relajado; la cerveza, el vino, y los bocadillos, estaban a pedir de boca. La sala estaba llena de ánimo. Akari y Kohaku, que bebían cerveza como agua, estaban haciendo que Jouji bebiera más y más, mientras que Yasu, Arata y Matsuri ya estaban lejos de la línea de partida. En contraste a navidad, Minato apenas se había tomado un par de copas de vino. —No necesito beber más… es divertido verlos a todos de esta forma. —El rubio contestó. «Tal vez se trata de que no está en su casa», murmuró la mente del cas
Al terminar de desvestirse, por fin, Akari entró a la ducha; Minato abrió la regadera en el agua fría, teniendo cuidado de no ver más de la cuenta, y se alejó.Apenas sentir la temperatura del líquido caer en su cabeza, y bajar, Akari pegó un chillido fuerte, en queja:—¡Ah, maldición!, ¡está demasiado fría!Minato soltó la risa, sin cohibirse nada, y cerró la puerta de la ducha. Este era un baño al estilo occidental, con dos lavabos, retrete y ducha grande, y era el que el mayor solía usar, ya que Matsuri tenía como suyo el de la habitación de sus padres, que contaba con ducha, y que Kohaku usaba cuando se quedaba a dormir.El rubio comprobó que todo estuviera bien y, tras unos segundos, se alejó, y comenzó a quitarse la ropa: primero la camisa, luego los pantalones.—¿Ya te está
Media hora después… sí, era exacta media hora después, porque lo estaba viendo en su reloj de mesa, no podía pegar ojo. Tal vez tenía demasiado alcohol encima como para calmar sus pensamientos, pero lo dudaba. Cuando bebía, solía relajarse y descansar con libertad. El problema era lo que pasaba en su mente.Akari se removió en la cama con mucha lentitud, para no agitar el colchón y no llegar a despertar a su acompañante. Se recostó sobre su costado izquierdo, y miró al rubio que dormía a su lado con una tranquilidad sin igual. Solo transcurrieron treinta minutos, pero Minato parecía llevar horas durmiendo; las facciones de su rostro, que podía distinguir gracias a cierta luz exterior que se colaba por las cortinas, se veían tan relajadas, tan en calma.Y, antes de si quiera darse cuenta, su diestra ya estaba demasiado cerca del rostro aje
Para Minato, el nivel de cercanía que se experimentaba cuando otra persona lo tocaba, era algo que no podría olvidar. Ahora mismo, mientras los dedos de Akari peinaban su cabello, y centraba sus movimientos con cuido, incluso tuvo la sensación de sentirse apreciado. Después de todo, ¿cuánto tiempo había pasado desde que esta sensación de paz y tranquilidad residió en él por última vez?Años… varios años.Akari se movía con un cuido destacable: sus dedos al compás del peine, e incluso ahora, al tenerlo tan cerca mientras le arreglaba el flequillo, sentir su fragancia… Lejos de ser atraído por este hombre, se sentía especial; y eso podía ser una tontería para un adulto de su edad, mas no le importaba.Al recordar su infancia, su madre solía ser quien lo peinaba; ella dejaba que a sus niños les creciera el
El tiempo podía avanzar de forma diferente para cada quien, porque cada persona en el mundo era diferente.Hacía mucho frío, ¡demonios, sí que estaba helando!Al bajar del avión lo primero que Akari sintió fue una gran ventolera que lo hizo tiritar y removerse del frío desde la planta de los pies, hasta su cabeza, cubierta por un gorro grueso.El nublado y blanquecino paisaje, de lo más típico en esta parte del país, a estas alturas del año, los recibió. Por fin habían llegado a Aomori.¿Cuándo fue la última vez que estuvo en esta ciudad?Cinco años atrás, cuando se trasladó aquí para acompañar a uno de los detectives privados que contrató por entonces para investigar el crimen de sus padres. Este fin de semana iba a hacer algo muy similar con Minato: visitar los últimos
A Minato no le encantaba el GPS, pero aun así metió el destino en él y emprendieron rumbo hacia Towada.Towada era otra ciudad de la prefectura de Aomori, y el lugar en el que Matsushita Yui poseía una casa de la que nadie había investigado nunca, hasta ahora. Como el resto de la prefectura, el frío era abundante y, desde donde se encontraban en estos momentos, pleno corazón de la ciudad de Aomori, hasta allí, serían unos setenta y ochenta minutos de carretera.No es que se aburrieran en ese tiempo, claro que no.Hablar con Minato era, recalcaba, algo de lo que Akari no se aburría. Ellos investigaron y leyeron mucho sobre las actividades que se podían hacer en Aomori, porque el rubio nunca estuvo en la prefectura antes y, lejos de estar consciente de que venían a examinar y explorar locaciones, también tenía muchos deseos de aprovechar lo
Lejos de lo que Akari pensó, Minato negó con la cabeza, y le dijo:—No se preocupe por eso, Akari-san. Creo que ambos hemos cosechado una buena confianza en el camino. —Resopló con ligereza.»Mientras estuve en Estados Unidos, en la universidad, fui algunas veces. La primera vez, tenía quince años, y el terreno seguía allí, todo estaba casi igual, porque era de mi padre y, en consecuencia, pasó a ser mío, pero yo era menor de edad.Minato llevó el último bocado de comida a su boca, masticó con lentitud, tragó, y continuó hablando:—La casa se encontraba bastante entera por fuera, y por dentro se conservaba mejor de lo que yo esperé. Todo lo que no se quemó: las cosas de mi padre, las de mi madre, las mías y de mi hermano, todo se guardó.Akari asintió.—Recuerdo haber leído