Capítulo 32: Paredes que caen

—Akari-san.

Minato, quien había estado tan solo contemplando el pequeño accesorio por largos segundos, llamó al mayor, y el brillo de su expresión caló en el otro.

—¡Esto es genial! —canturreó en alegría, dejando salir toda su emoción en un fogonazo—. ¿Cómo sabía que iba a gustarme? —cuestionó en voz alta.

Akari pudo sentir todo el impacto de una alegría sincera, lo que lo tomó por sorpresa.

—¿Puedo usarlo? Puedo usarlo… ¿verdad? —habló rápido, y sumió al mayor en una espiral de inesperadas y burbujeantes emociones.

No obstante, Akari se dio cuenta de que existía algo más, además de su emoción natural, pero aún no lo conocía lo suficiente, aún, para saber con certeza qué podía ser. Solo lo sentí

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