Cada hora,cada día, cada semana, una tras otra era igual para mí. No podía olvidar aún lo que había sucedido. Mi corazón se negaba a creer todo lo que paso.
Supongo que en lo más profundo de mi alma trataba de hacerme la idea de que una enorme parte de mí había quedado como una pieza de rompecabezas a medio hacer.
- No corras cariño - digo mientras lo veo jugar con sus juguetes en el pasto.
- Mami - dice él y me acerco
hastadondeestá.- Acá
estoy mi amorLos constantes mensajes de Alejandro durante todos esos días me estaban desesperando. Los había ignorado todos, por la única razón de que no quería que existieran más inconvenientes en lo que nos involucrara a Andrey y a mí.Pero parecía que su insistencia iba más allá de eso. Debía de ser algo verdaderamente importante para que me buscará de esa manera.Subo al auto de uno de sus hombres mientras Yura me sigue en la camioneta de atrás. Andrey no estaba conmigo ya que había estado en una junta con Valerik y acostumbraba a no contestar llamadas en ese tiempo. Sin embargo Yura le informaba cada movimiento que hacia fuera de la casa.La única y exclusiva razón por la cual había aceptado aquella cita con Alejandro era porque Lena estaba allí también. Ella misma era la que me había llamado para confirmarme que estaba allí.
ANDREYHabían pasado sólo semanas desde que Victoria y yo decidimos mudarnos a la casa de la granja. Una que yo mismo me encargué de modificar. Contaba con todo lo que ella había descrito tener. Incluso tenía un lago. El mismo lago que de niño era mi lugar favorito para escapar. Ahora era el hogar de nuestra familia.Bastian ya tenía seis meses y debía admitir que eran los mejores meses que habíamos pasado en nuestras vidas.Perder a Caleb, no había sido fácil, pero veíamos a nuestro hijo como el ángel que teníamos acá para compartir tantas alegrías en nuestras vidas.No sé si he hecho un buen trabajo como padre, supongo que sí, porque cada vez que despierto en las ma&ntild
VICTORIAAcomodo uno a uno los globos de color gris en el arco de la puerta del jardín. Hoy es el cumpleaños de Andrey y quise organizar una fiesta sorpresa para él. Pero desde hace unos instantes los niños no me han dejado un segundo quieta.Bastian es muy travieso y tengo que estar alerta con él las 24 horas del días y ni hablar de las gemelas. Son unas liendresillas.- Mamá - dice mi pequeño mientras tira del pliegue de mi vestido.- ¿Que sucede cariño? - digo mientras me coloco a su altura.Él extiende sus manitas y me hace un puchero.- ¿Quieres jugar con mam&aacu
Recuerdo desde niña que las madrugadas en New York siempre han sido heladas, de pequeña mi madre y yo dormíamos en una sola cama, debido a los problemas de calefacción que presentaba nuestra casa, mi padre trabajaba en una empresa de construcción como guardia de seguridad, sus turnos terminaban en la madrugada a eso de las cinco de la mañana, su único lugar de descanso era el viejo sillón de la sala, cuando mi hermana Georgia llego al mundo las cosas cambiaron, tuvieron que comprar una cama nueva y mi madre empezó a trabajar como camarera en un restaurante cercano a nuestra casa. Y hace cinco años cuando él murió, quedamos con miles de deudas por pagar, siempre he sido muy aplicada y dedicada a mis estudios, pero cuando termine le instituto, tu
Trato de no hacer mucho ruido, de irme lo más rápido de allí, si Andrey me ve, le dirá todo al señor Novicov no puedo arriesgarme de esa manera. Sigo mi camino hasta el interior del bar y la alta figura de Alejandro se convierte en mi salvavidas cuando mi cuerpo choca con el suyo. - ¿Qué sucede cara? - pregunta cuando levanto mi vista hacia él. - No me siento bien, me duele la cabeza - respondo tratando de seguir al interior del bar. - En mi oficina hay algunas aspirinas puedes tomarte una, luces como si hubieras visto un fantasma. - Sí, no me siento muy bien, discúlpame - me retiro de allí girando mi vista, asegurándome de que a Andrey no se le haya cruzado la idea de entrar al bar.
Alejandro detiene sus besos y se aparta de mí, pasa sus manos por su traje negro mientras yo lucho por recuperar mi aliento. Dios nunca había experimentado un beso tan intenso como ese. - No voy a obligarte a hacer algo que no quieras - susurra mientras saca un cigarrillo de su bolsillo junto al encendedor. - No te amo - le soy honesta. - Yo si - se acerca hasta donde me encuentro y toma uno de mis cabellos entre sus manos, - Me tomó tres meses enamorarme de ti como un jodido imbécil, soy patético - escupe el humo del cigarro y pasa sus manos por su cabello. - Si me amases, disolverias el contrato - me bajo del escritorio y acomodo mi vestido.
Alejandro se acerca hasta donde estoy, toma mi mano y sonríe, sé lo que va a decir, sé lo que me pedirá, y yo ya tengo una respuesta. - Victoria... Deseo hacerte una pregunta que viene rondando mi cabeza desde hace más de un mes. Alaric me devuelve una mirada de irritación, una mirada cargada de odio. - ¿Quieres convertirte en mi esposa? – ha sacado un estuche de terciopelo rojo que al abrirlo refleja un hermoso anillo con una piedra preciosa en el centro. - No puedo hacerlo – retiro mis manos de las suyas. - ¿Cuál es el problema? ¿es el anillo? ¿No te ha gustado? - Yo no te amo Alejandro, las personas se casan cuando se aman. - Estas equivocada no siempre es así, algunos se casan sólo por conveniencia. No siempre es por amor. - El día en que me case será por que ame a la otra persona. Alejandro guarda el estuche de nuevo en su bolsillo, esboza una sonrisa y vuelve a hablar. - Una de las cosas que
Me quedo sin hacer nada, debo pensar en una solución cuanto antes. ¿Acaso es una habilidad de los mafiosos el aparecer de la nada? - ¿Qué hace Alejandro ahí? Dios.. ¿me sigue a todos lados o que coños? - murmuro mientras saco mi móvil de mi bolsillo, a la única persona que se me ocurre llamar es a Lena. Ella es la única que me puede ayudar en estos momentos. Que esos dos hombres se encuentren, sería el último de mis deseos. Marco su número rápidamente y ella me contesta enseguida. -¿Venus? - responde del otro lado de la línea. - Necesito que hagas algo por mí - mi voz suena temblorosa.
Último capítulo