Esos dos hombres se estaban transmitiendo odio con sólo sus miradas. Y yo no iba a quedarme sentada en ese asiento sin hacer nada esperando a que alguno de ellos se le pasará por la cabeza realizar algún acto salvaje o poco cuerdo de su parte.
Abro la puerta del auto y avanzo unos cuantos pasos hasta que llego en donde se encuentran.
- ¡Deja a Victoria en paz, sólo eres un egoísta, la tienes a tu puto lado aunque ella se niege!
- Dime Vasilev..¿No harías lo mismo? ¿No la mantendrías a tu lado contigo siempre? Sabes que Victoria es más que una mujer. Me llamas egoísta. Pero si no sientieses que ella te hace feliz no estarías aquí.
- Cabr&oa
La extraña sensación que me invade en ese instante es difícil de explicar, es la primera vez que tengo ese tipo de regalo con una persona que no es mi familia, aunque la realidad era que el término "familia" era lo menos que encajaba entre la relación que manejaba con mi madre y mi hermana desde hace tiempo.Creo que jamás me había detenido a pensar en aquello, porque vivía concentrada en hacer lo posible para retomar mi vida con normalidad, por no dejar sola a mi madre, por resolver los problemas en los que se metía Georgia. Todo eso se había mezclado y había ignorado que para ellas quizás yo no era una persona importante en sus vidas.Cuando le regale el hurón a Andrey pensé en que lo consideraría un regalo infantil y soso de
Mi cabeza palpitaba como si fuese a explotar. Conocía esa sensación era consecuencia de una terrible resaca, el dolor en mi cuerpo se hace presente, poco a poco vienen a mi los recuerdos de la noche anterior, aunque no son recuerdos lucidos en su totalidad. Aquellos brazos fuertes que me rodearon la cintura, esos ojos verdes hechizantes e enigmáticos, la sensación de su manos recorrer todo mi cuerpo, me aferro a su figura que se encuentra un lado mío, esperando encontrarlo allí, pero en cambio me topo con una figura completamente diferente a él.No se trata de Andrey.¡Jode..Es Alejandro y al igual que yo estamos desnudos en esa cama, mi vista ahora se clava en la habitación que comparto, no estamos en el bar, posiblemente
Mi condición en estos momentos no era la mejor, me había estado sintiendo mal las últimas semanas, extraña y no comprendía lo que sucedía. Las cosas en el bar eran un completo desastre, empezando por el malhumor del italiano. De Andrey solo sabía que se había devuelto a las islas caimán, le escribí un e – mail explicándole una vez más todo, un correo que nunca respondió.Lena era la única persona cercana que ahora tenía junto a mí, ella y yo habíamos estado también buscando algún indicio de quien hubiera puesto la droga en las bebidas, pero Alejandro tenía razón, esas cintas habían desaparecido. La única persona que podía darnos razón era el barman de esa noche, pero varias veces negó que hubiera visto
Mi vida había cambiado, ahora las cosas serían diferentes. Me encargaría de que así lo fueran sin importar lo que tuviera que hacer. Ya no me consideraba una persona fuerte, de hecho estaba muy lejos de serlo. Pero no podía permitirme rendirme en este momento. Esa debería estar dentro de las últimas cosas que debía hacer.Andrey me había enviado en aquel mensaje la carta de renuncia de la mansión del señor Novicov. Ya no podría regresar, la que se había encargado de recoger mis cosas había sido Lena. Pero no logro haberlo visto, no había vuelto de las islas caimán.Y sinceramente no quería verlo. Quería olvidar todo. Aunque yo más de sobra sabía que sería imposible de lograr.
Debía admitir que lo que me había dicho Lena acerca de que Andrey intentaría buscarme rondaba mi cabeza todos los días, sabía que era impulsivo y era posible que lo hiciera. La propuesta de mi madre de irme a vivir con ella aún estaba disponible. Mi amiga tenía sus propios gastos, y hasta ahora yo había conseguido un empleo, no podía ayudarle aun con los gastos aunque quisiera. Y aunque no me gustara la idea del todo de compartir de nuevo la casa con Georgia. Era la mejor opción que ahora tenía.Aproveche el fin de semana para ver algunos anuncios en el periódico de apartamentos en renta. No quería arriesgarme a vivir en una localidad alejada del centro de la ciudad. Y tampoco estar cerca de pandilleros que frecuentaban ciertas zonas.- Este cuent
Habían pasado cerca de dos semanas de lo acontecido en nuestra casa con la policía y esos hombres, los problemas con Georgia no se habían solucionado, y esa era la razón por la que había decidido empacar mis cosas y decidir irme de New York a Michigan. Afortunadamente mi bebé y yo estábamos bien, pero no podía seguir colocándome en riesgo.No si quería que mi vida fuera diferente.Mi madre se había negado a creer que mi hermana fuese capaz de cerrar tratos con pandilleros, y menos que consumiese drogas. Era tan ciega en cuanto a la realidad de las cosas, que solo provocaba que me convenciera una vez más, de que solo contaba con una hija a su lado y esa no era precisamente yo.Andrey siguió buscan
Sigo mis pasos hasta donde se encuentra la multitud de personas que esperan para abordar el tren. Lucho entre el mar de gente para que Andrey no llegue hasta donde me encuentro, se perfectamente que ha decidido seguirme, y el encuentro de hace unos instantes me ha desestabilizado por completo.Mi respiración sube y baja al mismo tiempo en que mis manos tiemblan y sudan, cuando veo que no puedo seguir escapando, que me siento al borde de un colapso de nervios apoyo mi figura en una de las paredes de la estación.Al parecer lo he perdido de vista.- Pasajeros con rumbo a Michigan por favor abordar por la puerta número dos - una voz femenina nos indica a todos que debemos ocupar nuestros asientos.Doy un respiro prof
Nos hemos detenido en una heladería porque deseaba comer un delicioso helado desde hace mucho tiempo y los antojos hacían parte de mi rutina de todos los días.- ¿De qué sabor quieres tu helado? - enarca una ceja mientras mantiene su vista fija en la vitrina.- Hmm - achino los ojos-. Fresa - sonrío y señalo el sabor con mi dedo.- Uno de fresa y uno de chicle - le da la orden al chico encargado de tomar el pedido de la heladería este lo apunta en la registradora y nos pide que nos hagamos a un lado para recibir el pedido.Suelto una risita.- ¿Qué sucede? – pregunta, enarca una ceja y esboza una sonrisa mien