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¿QUIÉN ERES?Al día siguiente, el sanador llegó con la respuesta. Malakay se puso de pie; su aspecto era desaliñado, no había podido dormir preocupado por Erika. Sus centinelas aún seguían buscando en todos los alrededores y ya había avisado a las manadas vecinas, incluida la de Tobías.―Habla, de una vez ―exigió.El sanador hizo una pausa antes de explicar.―Se trata de un veneno potente, Alfa. Está hecho con metal corrupto de las tierras oscuras, donde habitan magos oscuros.Las cejas de Malakay se apretaron.― ¿Qué efecto tiene en los lobos?―Pues… ―el sanador suspiró y miró al Alfa con temor. ―Creo que esto es lo que ha estado haciendo que las lobas mueran y los cachorros también.Los ojos de Malakay se llenaron de ira. Las aletas de su nariz se abrieron y cerraron con fuerza.―Lilith… ―gruñó ―maldita…Sus pasos fueron rápidos mientras iba en dirección a la celda de castigo donde se encontraba Lilith. La tensión en el aire era palpable; cada paso que daba resonaba con la promesa d
EL SUERO DE LA VERDAD.Cuando Lilith tragó el suero de la verdad, su cuerpo comenzó a experimentar cambios que ella no podía controlar. Uno de los ancianos se acercó y preguntó directamente.―Lilith, por tu bien y para que no sufras más, ¿qué hacías con ese veneno en tu poder?La loba apretó los dientes sintiendo cómo sus entrañas dolían, como si sus huesos estuvieran quebrándose sin ser rotos. Luchaba con el suero y trató de mantenerse tranquila, pero el poder de este era demasiado poderos.―Yo… ―balbuceó sin poder controlar sus palabras, y entre más se oponía, más dolor sentía. ―Yo…― ¡Habla de una maldita vez! ―gritó Malakay perdiendo la paciencia y la ansiedad apoderándose de él. ―Di de una vez qué hacías con el suero, no lo alargues más, ¡confiesa!El suero desgarraba las entrañas de Lilith y el dolor era tal que la loba no podía soportarlo.―Era para envenenar a las lobas, y que perdieran a los cachorros ―dijo finalmente y los jadeos de los lobos presentes no tardaron en escucha
VISITA AL ORÁCULO.Malakay rebuscó en cada rincón de la cabaña de Petrus, su nariz olfateando cada lugar, mientras su corazón y su lobo interior se agitaban al detectar el aroma de su compañera.“Ella estuvo aquí,” gruñó su lobo interno. “Sí, él se la llevó, pero lo voy a hacer pagar. Cada lágrima y cada herida de mi compañera lo pagará con sangre,” prometió Malakay a su lobo.Su beta lo llamó de repente.― ¡Alfa! ¡Tiene que ver esto!Malakay acudió rápidamente y entró en lo que parecía ser un estudio; el aroma de Erika era más fuerte allí.―Mi luna estuvo aquí ―bramó, dejando que su nariz lo guiara.De repente, sus ojos se posaron en un libro sumamente raro. Malakay no entendía el idioma en el que estaba escrito, pero su instinto le decía que Erika lo había tocado. Y antes de que el beta pudiera hacerse cargo, Malakay tomó el libro él mismo.―Yo lo llevo ―dijo fríamente. ―Tú sigue buscando cualquier pista. Mientras tanto, iré a ver al oráculo. Creo que es el único que tiene una respu
UNA AYUDA INESPERADA.― ¿Mi peor pesadilla? ―Erika se burló, a pesar del miedo que se anidaba en su pecho. ― ¿Sabes qué pienso? Que eres un cobarde que recurre a trucos sucios para conseguir lo que quiere. ¡Dime, quién eres realmente!El mago chasqueó la lengua, su sonrisa burlona ensanchándose aún más.―Debo reconocer que eres valiente, pero tu valentía te costará caro. Si tanto quieres saber, te lo diré. Soy Magnus, señor supremo de los magos negros y desde antes de que llegaras a este mundo, mi raza y la de los lobos han estado en guerra. No sé por qué se creen superiores a nosotros. Pero, para no alargar el cuento, fue ese tonto lobo quien me dio la posibilidad de poner en marcha mi plan, vino a mí en busca del metal corrupto, su ambición por ser parte de la familia del Alfa lo llevó a su muerte y a mí a ocupar su lugar. Pero mis planes no eran ser parte de la familia del Alfa ―negó con la cabeza ―mis planes son aún mejores, conseguir el poder que ocultan los lobos Snow, ese poder
¿CÓMO LO SABES?Mientras huían de repente, Erika se detuvo abruptamente y dijo.―Antes de continuar, dime cómo te llamas. Tú ya sabes mi nombre.Con una sonrisa que irradiaba calidez, la loba respondió.―Me llamo Hanna. ―De forma inesperada, la envolvió en un abrazo lleno de emoción y añadió ―No tienes idea de lo feliz que estoy de haberte encontrado. Tener una hermana... y pronto, un sobrino.El rostro de Erika se tiñó de un suave rubor ante la noticia.― ¿Cómo lo sabes? ―inquirió, mezclando sorpresa con una pizca de incredulidad.Entre risas, Hanna explicó.―Ser una loba lunar tiene sus ventajas. Pero ahora no es momento para detalles, debemos apresurarnos.Mientras avanzaban, la loba empezó a revelar más sobre su linaje.―Erika, fuimos elegidas directamente por la diosa. Ella nos ha otorgado poderes que van más allá de lo que cualquier lobo común podría imaginar. Y hay algo más ―dijo haciendo una pausa para asegurarse de que Erika estaba absorbiendo cada palabra ―la diosa me habló
NO LO NECESITAS.―Dime, Erika, ¿cómo sabes que se trata de él? ―Hanna agarró de los hombros a su hermana, y sus ojos se tornaron rojos, era evidente que el nombre de Aleksander provocaba en ella una furia incontrolable.―Bueno, él estuvo en mi manada ―dijo Erika, balbuceante ―estuvo buscándote.Hanna la soltó y retrocedió.― ¿Cómo?―Sí, así como lo oyes. De hecho… ―Erika dudó un poco en continuar ―me confundió contigo. Pensó que yo era tú y se veía… ―se detuvo, buscando las palabras correctas ―ansioso por encontrarte, casi desesperado.Hanna resopló, burlona.― ¿Desesperado? Por favor, no tienes idea de lo buen actor que es. Así que no debes creer todo lo que diga. Lo único que él quiere es terminar con lo que empezó.―Hanna, ¿qué pasó entre tú y él? ¿Por qué te buscan desesperadamente? ¿Acaso…?―Sí ―dijo ella con los dientes apretados ―soy su pareja, pero no por mucho tiempo porque voy a poner fin a todo en cuanto terminemos con Magnus. Ya no soy la tonta Omega a la que todos maltrat
UNA CONEXIÓN INQUEBRANTABLE.Malakay y los demás lobos se acercaron a la fortaleza, y justo cuando estaban a punto de avanzar, un movimiento entre los árboles captó su atención. Tobías y Malakay se prepararon para el ataque, pero antes de que pudieran hacer su primer movimiento, un rostro conocido emergió de entre las sombras.― ¿Aleksander?El Alfa se detuvo, igual de sorprendido, y miró a Malakay confundido.― ¿Tú? ¿Qué haces aquí?―No, yo pregunté primero, así que responde. ¿Qué estás haciendo aquí? ―insistió Malakay.Aleksander cedió y respondió.―Estoy buscando a mi Luna. Sentí una conexión fuerte venir de aquí, así que tengo la esperanza de que Hanna esté cerca. Ahora... dime, ¿qué haces tú aquí?―Supongo que lo mismo que tú, buscando a mi mujer.La sorpresa se reflejó en las cejas alzadas de Aleksander.― ¿La cagaste como yo?― ¿Perdón? Yo... no he hecho nada. Además, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo? Cada segundo cuenta y ese infeliz de Petrus la tiene ―dijo Malakay con ur
SOLO TE ESTÁS HACIENDO DAÑO.Cuando Aleksander llegó a la aldea, su corazón latía con una fuerza desbordante, su mirada recorría cada rincón, cada sombra, buscando algún indicio de Hanna. El aroma de su compañera llenaba el aire, intensificándose con cada paso que daba, una mezcla de emoción y temor lo envolvió. Como Alfa, avanzó con determinación, aunque de repente fue detenido por un grupo de Betas que custodiaban el lugar.― ¿Quién eres y qué haces aquí? ―preguntó su líder, con una postura desafiante.Aleksander, intentando mantener la calma ante la interrupción, respondió con firmeza.―Mi Luna, estoy buscando a mi Luna y sé que está aquí.Los Betas intercambiaron miradas confusas antes de que su líder preguntara, sin entender completamente.― ¿Qué te hace pensar que ella está aquí? ¿Quién es tu Luna?La impaciencia crecía en Aleksander; quien respiró hondo antes de contestar.―Hanna Wolford. Y no te atrevas a decir que no está. Percibo su aroma en esta aldea. Así que, si quieres e