VISITA AL ORÁCULO.Malakay rebuscó en cada rincón de la cabaña de Petrus, su nariz olfateando cada lugar, mientras su corazón y su lobo interior se agitaban al detectar el aroma de su compañera.“Ella estuvo aquí,” gruñó su lobo interno. “Sí, él se la llevó, pero lo voy a hacer pagar. Cada lágrima y cada herida de mi compañera lo pagará con sangre,” prometió Malakay a su lobo.Su beta lo llamó de repente.― ¡Alfa! ¡Tiene que ver esto!Malakay acudió rápidamente y entró en lo que parecía ser un estudio; el aroma de Erika era más fuerte allí.―Mi luna estuvo aquí ―bramó, dejando que su nariz lo guiara.De repente, sus ojos se posaron en un libro sumamente raro. Malakay no entendía el idioma en el que estaba escrito, pero su instinto le decía que Erika lo había tocado. Y antes de que el beta pudiera hacerse cargo, Malakay tomó el libro él mismo.―Yo lo llevo ―dijo fríamente. ―Tú sigue buscando cualquier pista. Mientras tanto, iré a ver al oráculo. Creo que es el único que tiene una respu
UNA AYUDA INESPERADA.― ¿Mi peor pesadilla? ―Erika se burló, a pesar del miedo que se anidaba en su pecho. ― ¿Sabes qué pienso? Que eres un cobarde que recurre a trucos sucios para conseguir lo que quiere. ¡Dime, quién eres realmente!El mago chasqueó la lengua, su sonrisa burlona ensanchándose aún más.―Debo reconocer que eres valiente, pero tu valentía te costará caro. Si tanto quieres saber, te lo diré. Soy Magnus, señor supremo de los magos negros y desde antes de que llegaras a este mundo, mi raza y la de los lobos han estado en guerra. No sé por qué se creen superiores a nosotros. Pero, para no alargar el cuento, fue ese tonto lobo quien me dio la posibilidad de poner en marcha mi plan, vino a mí en busca del metal corrupto, su ambición por ser parte de la familia del Alfa lo llevó a su muerte y a mí a ocupar su lugar. Pero mis planes no eran ser parte de la familia del Alfa ―negó con la cabeza ―mis planes son aún mejores, conseguir el poder que ocultan los lobos Snow, ese poder
¿CÓMO LO SABES?Mientras huían de repente, Erika se detuvo abruptamente y dijo.―Antes de continuar, dime cómo te llamas. Tú ya sabes mi nombre.Con una sonrisa que irradiaba calidez, la loba respondió.―Me llamo Hanna. ―De forma inesperada, la envolvió en un abrazo lleno de emoción y añadió ―No tienes idea de lo feliz que estoy de haberte encontrado. Tener una hermana... y pronto, un sobrino.El rostro de Erika se tiñó de un suave rubor ante la noticia.― ¿Cómo lo sabes? ―inquirió, mezclando sorpresa con una pizca de incredulidad.Entre risas, Hanna explicó.―Ser una loba lunar tiene sus ventajas. Pero ahora no es momento para detalles, debemos apresurarnos.Mientras avanzaban, la loba empezó a revelar más sobre su linaje.―Erika, fuimos elegidas directamente por la diosa. Ella nos ha otorgado poderes que van más allá de lo que cualquier lobo común podría imaginar. Y hay algo más ―dijo haciendo una pausa para asegurarse de que Erika estaba absorbiendo cada palabra ―la diosa me habló
NO LO NECESITAS.―Dime, Erika, ¿cómo sabes que se trata de él? ―Hanna agarró de los hombros a su hermana, y sus ojos se tornaron rojos, era evidente que el nombre de Aleksander provocaba en ella una furia incontrolable.―Bueno, él estuvo en mi manada ―dijo Erika, balbuceante ―estuvo buscándote.Hanna la soltó y retrocedió.― ¿Cómo?―Sí, así como lo oyes. De hecho… ―Erika dudó un poco en continuar ―me confundió contigo. Pensó que yo era tú y se veía… ―se detuvo, buscando las palabras correctas ―ansioso por encontrarte, casi desesperado.Hanna resopló, burlona.― ¿Desesperado? Por favor, no tienes idea de lo buen actor que es. Así que no debes creer todo lo que diga. Lo único que él quiere es terminar con lo que empezó.―Hanna, ¿qué pasó entre tú y él? ¿Por qué te buscan desesperadamente? ¿Acaso…?―Sí ―dijo ella con los dientes apretados ―soy su pareja, pero no por mucho tiempo porque voy a poner fin a todo en cuanto terminemos con Magnus. Ya no soy la tonta Omega a la que todos maltrat
UNA CONEXIÓN INQUEBRANTABLE.Malakay y los demás lobos se acercaron a la fortaleza, y justo cuando estaban a punto de avanzar, un movimiento entre los árboles captó su atención. Tobías y Malakay se prepararon para el ataque, pero antes de que pudieran hacer su primer movimiento, un rostro conocido emergió de entre las sombras.― ¿Aleksander?El Alfa se detuvo, igual de sorprendido, y miró a Malakay confundido.― ¿Tú? ¿Qué haces aquí?―No, yo pregunté primero, así que responde. ¿Qué estás haciendo aquí? ―insistió Malakay.Aleksander cedió y respondió.―Estoy buscando a mi Luna. Sentí una conexión fuerte venir de aquí, así que tengo la esperanza de que Hanna esté cerca. Ahora... dime, ¿qué haces tú aquí?―Supongo que lo mismo que tú, buscando a mi mujer.La sorpresa se reflejó en las cejas alzadas de Aleksander.― ¿La cagaste como yo?― ¿Perdón? Yo... no he hecho nada. Además, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo? Cada segundo cuenta y ese infeliz de Petrus la tiene ―dijo Malakay con ur
SOLO TE ESTÁS HACIENDO DAÑO.Cuando Aleksander llegó a la aldea, su corazón latía con una fuerza desbordante, su mirada recorría cada rincón, cada sombra, buscando algún indicio de Hanna. El aroma de su compañera llenaba el aire, intensificándose con cada paso que daba, una mezcla de emoción y temor lo envolvió. Como Alfa, avanzó con determinación, aunque de repente fue detenido por un grupo de Betas que custodiaban el lugar.― ¿Quién eres y qué haces aquí? ―preguntó su líder, con una postura desafiante.Aleksander, intentando mantener la calma ante la interrupción, respondió con firmeza.―Mi Luna, estoy buscando a mi Luna y sé que está aquí.Los Betas intercambiaron miradas confusas antes de que su líder preguntara, sin entender completamente.― ¿Qué te hace pensar que ella está aquí? ¿Quién es tu Luna?La impaciencia crecía en Aleksander; quien respiró hondo antes de contestar.―Hanna Wolford. Y no te atrevas a decir que no está. Percibo su aroma en esta aldea. Así que, si quieres e
RECHAZO INTERRUMPIDO.Malakay la recibió con los brazos abiertos, y cuando Erika finalmente estuvo entre sus brazos, fue como volver a vivir para el Alfa.―Erika… ―susurró mientras cerraba los ojos y murmuraba un “gracias, Diosa” ―Cielo… yo…Erika también lo abrazó con fuerza, dejando que su lobo interior se regocijara por estar cerca de su compañero. Pero Malakay necesitaba respuestas; creyó que era Hanna quien estaba en la aldea, no ella. Aunque estaba agradecido, tenía que saber. La apartó un instante y la miró a los ojos.―Cielo… ¿Cómo… por qué estás aquí?Erika, con los ojos rojos, respiró unas cuantas veces para calmarse.―Hanna ―dijo al momento que miraba a Aleksander, quien al escuchar el nombre de su luna no pudo evitar emocionarse. ―Hanna me rescató, ella está aquí.Aleksander iba a preguntar dónde cuando ella hizo su entrada.―No te molestes en preguntar ―dijo la loba caminando con total seguridad y dominio. ―Sé que estás buscándome por los siete reinos, bueno, ¿querías ver
SIN PERDÓN.―No ―lo interrumpió ella suavemente ―él no tu hijo.Todos los sentidos de Aleksander se pusieron alerta y su lobo interior rugió con descontento. Estaba seguro de que el pequeño era suyo.―Hanna… ¿Crees que no puedo oler a mi cachorro? ¡A todas luces es mío!Ella no se inmutó ante su desafío y abrazó a su hijo más fuerte.―No ―dijo sin apartar los ojos de él ―no es tuyo. Recuerda tus palabras, Alfa Aleksander. Lo llamaste bastardo, dijiste que no merecía nacer porque mancharía tu orgullo Alfa. Me ordenaste que me deshiciera de él… ―Hanna retrocedió, queriendo estar lo más lejos posible de ese lobo cruel ―… ¿Y ahora lo llamas como tu hijo? Perdóname, pero eres el bastardo más grande que he conocido.Cada palabra dicha por Hanna se clavaba en el corazón y la conciencia de Aleksander. El lobo no podía refutar, puesto que cada palabra mencionada había salido de sus labios.―Hanna, lo lamento, sé que fui…―No ―lo interrumpió ella ―no te disculpes. No gastes energía y pienses qu