¿CÓMO LO SABES?Mientras huían de repente, Erika se detuvo abruptamente y dijo.―Antes de continuar, dime cómo te llamas. Tú ya sabes mi nombre.Con una sonrisa que irradiaba calidez, la loba respondió.―Me llamo Hanna. ―De forma inesperada, la envolvió en un abrazo lleno de emoción y añadió ―No tienes idea de lo feliz que estoy de haberte encontrado. Tener una hermana... y pronto, un sobrino.El rostro de Erika se tiñó de un suave rubor ante la noticia.― ¿Cómo lo sabes? ―inquirió, mezclando sorpresa con una pizca de incredulidad.Entre risas, Hanna explicó.―Ser una loba lunar tiene sus ventajas. Pero ahora no es momento para detalles, debemos apresurarnos.Mientras avanzaban, la loba empezó a revelar más sobre su linaje.―Erika, fuimos elegidas directamente por la diosa. Ella nos ha otorgado poderes que van más allá de lo que cualquier lobo común podría imaginar. Y hay algo más ―dijo haciendo una pausa para asegurarse de que Erika estaba absorbiendo cada palabra ―la diosa me habló
NO LO NECESITAS.―Dime, Erika, ¿cómo sabes que se trata de él? ―Hanna agarró de los hombros a su hermana, y sus ojos se tornaron rojos, era evidente que el nombre de Aleksander provocaba en ella una furia incontrolable.―Bueno, él estuvo en mi manada ―dijo Erika, balbuceante ―estuvo buscándote.Hanna la soltó y retrocedió.― ¿Cómo?―Sí, así como lo oyes. De hecho… ―Erika dudó un poco en continuar ―me confundió contigo. Pensó que yo era tú y se veía… ―se detuvo, buscando las palabras correctas ―ansioso por encontrarte, casi desesperado.Hanna resopló, burlona.― ¿Desesperado? Por favor, no tienes idea de lo buen actor que es. Así que no debes creer todo lo que diga. Lo único que él quiere es terminar con lo que empezó.―Hanna, ¿qué pasó entre tú y él? ¿Por qué te buscan desesperadamente? ¿Acaso…?―Sí ―dijo ella con los dientes apretados ―soy su pareja, pero no por mucho tiempo porque voy a poner fin a todo en cuanto terminemos con Magnus. Ya no soy la tonta Omega a la que todos maltrat
UNA CONEXIÓN INQUEBRANTABLE.Malakay y los demás lobos se acercaron a la fortaleza, y justo cuando estaban a punto de avanzar, un movimiento entre los árboles captó su atención. Tobías y Malakay se prepararon para el ataque, pero antes de que pudieran hacer su primer movimiento, un rostro conocido emergió de entre las sombras.― ¿Aleksander?El Alfa se detuvo, igual de sorprendido, y miró a Malakay confundido.― ¿Tú? ¿Qué haces aquí?―No, yo pregunté primero, así que responde. ¿Qué estás haciendo aquí? ―insistió Malakay.Aleksander cedió y respondió.―Estoy buscando a mi Luna. Sentí una conexión fuerte venir de aquí, así que tengo la esperanza de que Hanna esté cerca. Ahora... dime, ¿qué haces tú aquí?―Supongo que lo mismo que tú, buscando a mi mujer.La sorpresa se reflejó en las cejas alzadas de Aleksander.― ¿La cagaste como yo?― ¿Perdón? Yo... no he hecho nada. Además, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo? Cada segundo cuenta y ese infeliz de Petrus la tiene ―dijo Malakay con ur
SOLO TE ESTÁS HACIENDO DAÑO.Cuando Aleksander llegó a la aldea, su corazón latía con una fuerza desbordante, su mirada recorría cada rincón, cada sombra, buscando algún indicio de Hanna. El aroma de su compañera llenaba el aire, intensificándose con cada paso que daba, una mezcla de emoción y temor lo envolvió. Como Alfa, avanzó con determinación, aunque de repente fue detenido por un grupo de Betas que custodiaban el lugar.― ¿Quién eres y qué haces aquí? ―preguntó su líder, con una postura desafiante.Aleksander, intentando mantener la calma ante la interrupción, respondió con firmeza.―Mi Luna, estoy buscando a mi Luna y sé que está aquí.Los Betas intercambiaron miradas confusas antes de que su líder preguntara, sin entender completamente.― ¿Qué te hace pensar que ella está aquí? ¿Quién es tu Luna?La impaciencia crecía en Aleksander; quien respiró hondo antes de contestar.―Hanna Wolford. Y no te atrevas a decir que no está. Percibo su aroma en esta aldea. Así que, si quieres e
RECHAZO INTERRUMPIDO.Malakay la recibió con los brazos abiertos, y cuando Erika finalmente estuvo entre sus brazos, fue como volver a vivir para el Alfa.―Erika… ―susurró mientras cerraba los ojos y murmuraba un “gracias, Diosa” ―Cielo… yo…Erika también lo abrazó con fuerza, dejando que su lobo interior se regocijara por estar cerca de su compañero. Pero Malakay necesitaba respuestas; creyó que era Hanna quien estaba en la aldea, no ella. Aunque estaba agradecido, tenía que saber. La apartó un instante y la miró a los ojos.―Cielo… ¿Cómo… por qué estás aquí?Erika, con los ojos rojos, respiró unas cuantas veces para calmarse.―Hanna ―dijo al momento que miraba a Aleksander, quien al escuchar el nombre de su luna no pudo evitar emocionarse. ―Hanna me rescató, ella está aquí.Aleksander iba a preguntar dónde cuando ella hizo su entrada.―No te molestes en preguntar ―dijo la loba caminando con total seguridad y dominio. ―Sé que estás buscándome por los siete reinos, bueno, ¿querías ver
SIN PERDÓN.―No ―lo interrumpió ella suavemente ―él no tu hijo.Todos los sentidos de Aleksander se pusieron alerta y su lobo interior rugió con descontento. Estaba seguro de que el pequeño era suyo.―Hanna… ¿Crees que no puedo oler a mi cachorro? ¡A todas luces es mío!Ella no se inmutó ante su desafío y abrazó a su hijo más fuerte.―No ―dijo sin apartar los ojos de él ―no es tuyo. Recuerda tus palabras, Alfa Aleksander. Lo llamaste bastardo, dijiste que no merecía nacer porque mancharía tu orgullo Alfa. Me ordenaste que me deshiciera de él… ―Hanna retrocedió, queriendo estar lo más lejos posible de ese lobo cruel ―… ¿Y ahora lo llamas como tu hijo? Perdóname, pero eres el bastardo más grande que he conocido.Cada palabra dicha por Hanna se clavaba en el corazón y la conciencia de Aleksander. El lobo no podía refutar, puesto que cada palabra mencionada había salido de sus labios.―Hanna, lo lamento, sé que fui…―No ―lo interrumpió ella ―no te disculpes. No gastes energía y pienses qu
ORGULLO HERIDO. Malakay y Aleksander se reunieron con los demás lobos para discutir la situación. No obstante, la tensión entre Antoni y Aleksander era palpable. Aleksander le lanzó dagas con la mirada a su ex Beta, y este no se amilanó. ―Ya que estamos todos, podemos empezar ―dijo Malakay, tratando de aligerar la tensión. Uno de los lobos miembros de la manada Lunar se puso de pie y comenzó. ―Tengo información de que este lobo, Einar, planea atacar manadas cercanas. Sus fuerzas están aumentando; debemos organizar una estrategia y darle pelea antes de que se acerque demasiado a esta parte del reino. Malakay asintió y miró a Aleksander buscando su opinión, pero el lobo mantenía su mirada en Antoni, y este igual. Era un hecho que ambos tenían cuentas pendientes que ajustar. ―Aleksander, tus lobos son rápidos y letales. ¿Crees que puedas enviar un mensaje y organizar unos cuantos para unirlos a los lobos lunares? El Alfa no respondió de inmediato; sus ojos seguían fijos en Antoni,
PREPARÁNDOSE PARA LA BATALLA.En el corazón de un espeso bosque, bajo el manto protector de la noche, un grito urgente cortó el silencio.―¡Alfa! ¡Alfa! ―La voz ansiosa de un centinela resonó, atrayendo la atención inmediata de la manada. Los lobos, con sus orejas erguidas y los ojos brillantes bajo la luz de la luna, se giraron al unísono hacia la fuente del alboroto. Entre ellos, Malakay, el Alfa, reconoció de inmediato al joven beta, Bruce, cuyo pecho subía y bajaba con rapidez debido al esfuerzo de su carrera.Malakay, con el ceño fruncido y los músculos tensos por la anticipación, se adelantó para encontrarse con él.―¿Qué pasa, Bruce? ¿Por qué estás aquí? ―preguntó con una voz que, aunque firme, no podía ocultar su preocupación.―Es la manada… ―el beta apenas lograba recuperar el aliento, las palabras se le escapaban entre jadeos. ―Fuimos atacados.Esas palabras golpearon a Malakay como una tormenta invernal. Por un momento, el mundo pareció detenerse, y una frialdad mortal se a