UNA CONEXIÓN INQUEBRANTABLE.Malakay y los demás lobos se acercaron a la fortaleza, y justo cuando estaban a punto de avanzar, un movimiento entre los árboles captó su atención. Tobías y Malakay se prepararon para el ataque, pero antes de que pudieran hacer su primer movimiento, un rostro conocido emergió de entre las sombras.― ¿Aleksander?El Alfa se detuvo, igual de sorprendido, y miró a Malakay confundido.― ¿Tú? ¿Qué haces aquí?―No, yo pregunté primero, así que responde. ¿Qué estás haciendo aquí? ―insistió Malakay.Aleksander cedió y respondió.―Estoy buscando a mi Luna. Sentí una conexión fuerte venir de aquí, así que tengo la esperanza de que Hanna esté cerca. Ahora... dime, ¿qué haces tú aquí?―Supongo que lo mismo que tú, buscando a mi mujer.La sorpresa se reflejó en las cejas alzadas de Aleksander.― ¿La cagaste como yo?― ¿Perdón? Yo... no he hecho nada. Además, ¿por qué estamos perdiendo el tiempo? Cada segundo cuenta y ese infeliz de Petrus la tiene ―dijo Malakay con ur
SOLO TE ESTÁS HACIENDO DAÑO.Cuando Aleksander llegó a la aldea, su corazón latía con una fuerza desbordante, su mirada recorría cada rincón, cada sombra, buscando algún indicio de Hanna. El aroma de su compañera llenaba el aire, intensificándose con cada paso que daba, una mezcla de emoción y temor lo envolvió. Como Alfa, avanzó con determinación, aunque de repente fue detenido por un grupo de Betas que custodiaban el lugar.― ¿Quién eres y qué haces aquí? ―preguntó su líder, con una postura desafiante.Aleksander, intentando mantener la calma ante la interrupción, respondió con firmeza.―Mi Luna, estoy buscando a mi Luna y sé que está aquí.Los Betas intercambiaron miradas confusas antes de que su líder preguntara, sin entender completamente.― ¿Qué te hace pensar que ella está aquí? ¿Quién es tu Luna?La impaciencia crecía en Aleksander; quien respiró hondo antes de contestar.―Hanna Wolford. Y no te atrevas a decir que no está. Percibo su aroma en esta aldea. Así que, si quieres e
RECHAZO INTERRUMPIDO.Malakay la recibió con los brazos abiertos, y cuando Erika finalmente estuvo entre sus brazos, fue como volver a vivir para el Alfa.―Erika… ―susurró mientras cerraba los ojos y murmuraba un “gracias, Diosa” ―Cielo… yo…Erika también lo abrazó con fuerza, dejando que su lobo interior se regocijara por estar cerca de su compañero. Pero Malakay necesitaba respuestas; creyó que era Hanna quien estaba en la aldea, no ella. Aunque estaba agradecido, tenía que saber. La apartó un instante y la miró a los ojos.―Cielo… ¿Cómo… por qué estás aquí?Erika, con los ojos rojos, respiró unas cuantas veces para calmarse.―Hanna ―dijo al momento que miraba a Aleksander, quien al escuchar el nombre de su luna no pudo evitar emocionarse. ―Hanna me rescató, ella está aquí.Aleksander iba a preguntar dónde cuando ella hizo su entrada.―No te molestes en preguntar ―dijo la loba caminando con total seguridad y dominio. ―Sé que estás buscándome por los siete reinos, bueno, ¿querías ver
SIN PERDÓN.―No ―lo interrumpió ella suavemente ―él no tu hijo.Todos los sentidos de Aleksander se pusieron alerta y su lobo interior rugió con descontento. Estaba seguro de que el pequeño era suyo.―Hanna… ¿Crees que no puedo oler a mi cachorro? ¡A todas luces es mío!Ella no se inmutó ante su desafío y abrazó a su hijo más fuerte.―No ―dijo sin apartar los ojos de él ―no es tuyo. Recuerda tus palabras, Alfa Aleksander. Lo llamaste bastardo, dijiste que no merecía nacer porque mancharía tu orgullo Alfa. Me ordenaste que me deshiciera de él… ―Hanna retrocedió, queriendo estar lo más lejos posible de ese lobo cruel ―… ¿Y ahora lo llamas como tu hijo? Perdóname, pero eres el bastardo más grande que he conocido.Cada palabra dicha por Hanna se clavaba en el corazón y la conciencia de Aleksander. El lobo no podía refutar, puesto que cada palabra mencionada había salido de sus labios.―Hanna, lo lamento, sé que fui…―No ―lo interrumpió ella ―no te disculpes. No gastes energía y pienses qu
ORGULLO HERIDO. Malakay y Aleksander se reunieron con los demás lobos para discutir la situación. No obstante, la tensión entre Antoni y Aleksander era palpable. Aleksander le lanzó dagas con la mirada a su ex Beta, y este no se amilanó. ―Ya que estamos todos, podemos empezar ―dijo Malakay, tratando de aligerar la tensión. Uno de los lobos miembros de la manada Lunar se puso de pie y comenzó. ―Tengo información de que este lobo, Einar, planea atacar manadas cercanas. Sus fuerzas están aumentando; debemos organizar una estrategia y darle pelea antes de que se acerque demasiado a esta parte del reino. Malakay asintió y miró a Aleksander buscando su opinión, pero el lobo mantenía su mirada en Antoni, y este igual. Era un hecho que ambos tenían cuentas pendientes que ajustar. ―Aleksander, tus lobos son rápidos y letales. ¿Crees que puedas enviar un mensaje y organizar unos cuantos para unirlos a los lobos lunares? El Alfa no respondió de inmediato; sus ojos seguían fijos en Antoni,
PREPARÁNDOSE PARA LA BATALLA.En el corazón de un espeso bosque, bajo el manto protector de la noche, un grito urgente cortó el silencio.―¡Alfa! ¡Alfa! ―La voz ansiosa de un centinela resonó, atrayendo la atención inmediata de la manada. Los lobos, con sus orejas erguidas y los ojos brillantes bajo la luz de la luna, se giraron al unísono hacia la fuente del alboroto. Entre ellos, Malakay, el Alfa, reconoció de inmediato al joven beta, Bruce, cuyo pecho subía y bajaba con rapidez debido al esfuerzo de su carrera.Malakay, con el ceño fruncido y los músculos tensos por la anticipación, se adelantó para encontrarse con él.―¿Qué pasa, Bruce? ¿Por qué estás aquí? ―preguntó con una voz que, aunque firme, no podía ocultar su preocupación.―Es la manada… ―el beta apenas lograba recuperar el aliento, las palabras se le escapaban entre jadeos. ―Fuimos atacados.Esas palabras golpearon a Malakay como una tormenta invernal. Por un momento, el mundo pareció detenerse, y una frialdad mortal se a
DEJA IR EL PASADO. Esa misma noche, los Alfas, Malakay, Tobías, Antoni y Aleksander partieron hacia el territorio de Malakay. Aleksander había avisado a su gente, por lo que estos se reunirían con ellos cerca de los límites. En cuanto a Antoni, varios lobos lunares se unieron y estaban dispuestos a hacerle frente. En cuanto a Tobías, su manada estaba demasiado lejos; para cuando llegaran sus refuerzos sería demasiado tarde, así que tendrían que sobrevivir con lo que tenían. ―¿Alguno tiene un plan de ataque? ―preguntó Malakay mientras corría, el viento chocaba con su rostro, pero se negaba a dejarle ganar más tiempo a Magnus. Bruce había conseguido escapar inteligentemente, pero las pérdidas eran muchas; de solo pensarlo, le dolía el corazón y su lobo se agitaba molesto. ―Sí, tengo una idea ―dijo Antoni, corriendo a la par con Malakay. ―Bien, soy todo oídos. Antoni asintió y explicó a todos. ―Dividiremos nuestras fuerzas en tres. Un grupo atacará de frente como distracción. Mien
COMBATE DEFINITIVO. Bajo la tensión de la noche, Einar, descendiente directo de Ragnar, movía sus piezas en el tablero de la guerra con una precisión fría y calculadora. Su alianza con Magnus se debía a que ambos compartían un odio profundo hacia los lobos, y fue así como nació su pacto sombrío. Einar, impulsado por la promesa de aniquilar a todas las manadas que se habían opuesto a Ragnar, encontró en Magnus no solo un aliado, sino también una herramienta para canalizar su venganza. Magnus, por su parte, estaba obsesionado con el poder antiguo que protegía la manada, un poder que creía podría ser la clave para su dominación total. En el corazón del castillo, Einar se preparaba para el enfrentamiento. ―Esta noche, las sombras serán testigos de nuestra victoria ―dijo ―No habrá piedad para aquellos que se interpongan en nuestro camino. Mientras tanto, Magnus tejía sus encantamientos, fortaleciendo las barreras alrededor del territorio. Sus manos dibujaban símbolos en el aire, creando