—Se te van a meter las moscas en la boca—. Alex comentó haciéndome chasquear la mandíbula. Riéndose de mí se movió hacia el lado del conductor. Con las mejillas sonrojadas me deslicé en el asiento del pasajero y apreté mi bolso contra mi pecho.
Los dos nos quedamos en silencio mientras él salía del aparcamiento del instituto y se dirigía a la librería Sofía. No pude evitar enfadarme con Mitch por meterse con mi coche. No me importaba que me pusiera cordeles o incluso pintura lavable en las ventanillas, pero esto se había pasado de la raya.
—Toma.— Alex me sacó de mis pensamientos extendiendo su teléfono en mi dirección.
—¿Para qué es esto? pregunté, cogiendo su delgado iPhone negro.
—Pon tu número.
—¿Para que puedas llamarme a las tres de la mañana?
—Estúpido Mitch. Estúpida escuela—. murmuré en voz baja durante todo el camino a la escuela. Como no tenía coche, tuve que caminar 3 kilómetros hasta la escuela y el cielo parecía a punto de diluviar. Rezaba por llegar al colegio antes de que lloviera.Anoche, mi enfado por la situación del coche fue en aumento. Tuve que mentir a Helen diciéndole que quería —disfrutar del buen tiempo y volver a casa andando— después de mi turno de anoche, aunque fuera después de las cinco. Ahora estaba caminando a la escuela aún más enojado.Cómo quería arrancarle la cara a Mitch. Él no lo hizo, pero yo sabía que uno de sus matones lo hizo. Mitch no sabía nada de coches para hacerlo. Me estaba hartando de todo este asunto.Finalmente llegué a la escuela, ignoré a todos y me dirigí a mi casillero, listo para que
—¡Ay, a qué ha venido eso!—¡Nos has metido en un lío!— Cogí mi mochila y metí el cuaderno en ella antes de dirigirme a la puerta.—Tienes que admitir que ha sido divertido.—No sé si clasificar la diversión como ser atrapado por el profesor—. Como pequeña mascota de los profesores odiaba meterme en problemas con un profesor. Y la mirada que te enviaban era de tanta decepción. La odiaba.—Sólo tienes que vivir un poco—. Derek me dio un codazo en el hombro con el suyo. Como era mucho más grande que yo me hizo tropezar hacia un lado. —¡Mierda! Lo siento—. Me agarró del codo y me estabilizó.—Dios, ¿qué comes?— Levanté la vista hacia su enorme cuerpo. En serio, hasta ahora no me había dado cuenta de que era bastante alto y musculoso.—&ique
La cosa es que podía soportar los comentarios. Ya no era nada nuevo para mí, pero no me gustaba que Alex estuviera allí para presenciarlo. Ya era bastante vergonzoso que te dijeran esas cosas y luego añadirle al chico malo buenorro, lo hacía diez veces peor.Una gran parte de mí no quería ser amiga de Alex, Olivia o Derek. Era más fácil estar sola. Al menos así era la única que tenía que lidiar con los comentarios y el odio. Pero ya no quería estar sola. Quería salir con gente y olvidarme de mis problemas sólo por unas horas.Sabía que era egoísta por querer ser amiga de Alex y de todos los demás. Era egoísta hacer que tuvieran que lidiar con los rumores y con lo que todo el mundo me dice/hace. Sé que no recibirán ninguna mierda de Mitch o Rebecca, pero eso no significaba que no tuvieran que sentarse allí y escucharla
En el momento en que Alex llegó a la librería cinco minutos antes de las tres, mis nervios se dispararon. ¿Por qué? Porque estaba a punto de pasar la tarde con Alex y su hermana pequeña. Sería la primera vez que pasaríamos un largo periodo juntos a solas. Sabía que iba a hacer alguna estupidez.Ahora nos dirigíamos hacia la escuela primaria. Alex estuvo callado todo el tiempo, dejándome con mis propios pensamientos. No sabía por qué estaba tan nerviosa por conocer a su hermana pequeña. Probablemente no ayudaba el hecho de que Olivia le diera tanta importancia a que conociera a su hermana. Me hizo preguntarme cuál era el problema.—Te lo advierto de antemano. Está a punto de volverse loco—. Advirtió mientras aparcaba.—Oh vamos no pueden ser tan malos—. Puse los ojos en blanco ante su exageración y salí del coche. &
—Quiero que te lleves todo eso antes de que vuelvas a jugar—. dijo Alex con severidad. Mascullaron mientras mordían sus medios bocadillos.—¿Te gusta el apio y la mantequilla de cacahuete?— preguntó Alex, volviéndose hacia mí.—¿Ah, sí?— Puso otro recipiente sobre la encimera y me hizo un gesto para que lo cogiera.—Estoy bien, de verdad.—No has almorzado—. Mis ojos se abrieron ligeramente al ver que se había dado cuenta. —Come.Le sonreí un poco, cogí el recipiente y me senté al lado de Layla, que estaba feliz comiendo sus palitos de apio.—¿Qué tal las clases?— preguntó Alex, sentándose frente a mí, al lado de Harper.—¡Hoy tenemos bichos!— gritó Harper con entusiasmo.—¿Ah, sí?— Alex enarc&oac
—De acuerdo—. Concedí, mi curiosidad sacando lo mejor de mí. Me levanté y cogí el bolso que había dejado junto a la puerta. Saqué el dibujo de la pequeña carpeta en la que lo tenía y me lo llevé al pecho. Volví a sentarme frente a él y le miré. —No te atrevas a burlarte de él.—No lo haré... a menos que sea horrible.—Alex.— Le advertí.—No lo haré. Te prometo pecas—. Dudando un segundo, finalmente me tendió la foto. Él me entregó la suya al mismo tiempo. En cuanto vi su retrato, dejé de preocuparme por el mío.Esperaba que Alex me dibujara como una figura de palo, pero una vez más me sorprendió. No tenía nada que ver con una figura de palo. En lugar de dibujarme con la barbilla entre las manos, Alex me dibujó con una mano junto al labi
—Así que... Ali, ¿eh? No pude evitar burlarme de él por su apodo.—No puedes llamarme así.—Pero Harper sí.—Es mi hermana y tiene 6 años. Ella tiene un pase, tú no.—No es justo, yo no puedo ponerte un apodo pero tú sí puedes ponérmelo a mí—. Hice un puchero. Alex me miró por encima del hombro.—Me da igual.—Aunque creo que te queda bien Ali.—Llámame así y te tiro por encima del hombro.—Vale, como quieras—. Me aparté del mostrador.—Siempre me salgo con la mía, pecas—. Por alguna razón, sus palabras me provocaron un escalofrío, al igual que la mirada que me dirigió. Intenté contenerme. No podía dejar que Alex me afectara. No puedo volver a acercarme tanto a un chico, no puedo.Ignorando su
—¡Mamá me parezco a Elsa!— gritó Layla, saltando a los brazos de su madre. Me dolía el pecho al ver a la madre de Layla sonriendo cariñosamente a su hija y comentando lo bonito que le quedaba el pelo. Aquello me hizo echar de menos a mi madre.Me quedé mirando mientras Rina y la madre de Layla se saludaban y le daban las gracias a Alex. Por la forma en que se dirigían a Alex parecía que lo conocían muy bien. Me hizo sentir más curiosidad por saber quién era Alex en realidad.—¡Adiós Cristal!— Layla me saludó mientras su madre la abrazaba. Sonreí y le devolví el saludo mientras las dos niñas salían de la casa. Podía oír a las dos niñas hablando animadamente con sus madres mientras se dirigían hacia el coche.Tenía una sonrisa permeable en la cara incluso después de que Alex ce