—Así que... Ali, ¿eh? No pude evitar burlarme de él por su apodo.
—No puedes llamarme así.
—Pero Harper sí.
—Es mi hermana y tiene 6 años. Ella tiene un pase, tú no.
—No es justo, yo no puedo ponerte un apodo pero tú sí puedes ponérmelo a mí—. Hice un puchero. Alex me miró por encima del hombro.
—Me da igual.
—Aunque creo que te queda bien Ali.
—Llámame así y te tiro por encima del hombro.
—Vale, como quieras—. Me aparté del mostrador.
—Siempre me salgo con la mía, pecas—. Por alguna razón, sus palabras me provocaron un escalofrío, al igual que la mirada que me dirigió. Intenté contenerme. No podía dejar que Alex me afectara. No puedo volver a acercarme tanto a un chico, no puedo.
Ignorando su
—¡Mamá me parezco a Elsa!— gritó Layla, saltando a los brazos de su madre. Me dolía el pecho al ver a la madre de Layla sonriendo cariñosamente a su hija y comentando lo bonito que le quedaba el pelo. Aquello me hizo echar de menos a mi madre.Me quedé mirando mientras Rina y la madre de Layla se saludaban y le daban las gracias a Alex. Por la forma en que se dirigían a Alex parecía que lo conocían muy bien. Me hizo sentir más curiosidad por saber quién era Alex en realidad.—¡Adiós Cristal!— Layla me saludó mientras su madre la abrazaba. Sonreí y le devolví el saludo mientras las dos niñas salían de la casa. Podía oír a las dos niñas hablando animadamente con sus madres mientras se dirigían hacia el coche.Tenía una sonrisa permeable en la cara incluso después de que Alex ce
—Por favor, dime que has hecho los deberes de cálculo del señor Cannon—. preguntó Olivia de repente, con su brazo entrelazado con el mío. Rápidamente disimulé mi sorpresa ante su gesto y asentí.—Sí, los hice. ¿Necesitas ayuda?—Sí, por favor. El señor Cannon es lo peor, lo juro—. Suspiró dramáticamente. A su lado Derek puso los ojos en blanco.—No es tan malo.—Eso es porque se te dan bien las matemáticas, idiota—. Ella le respondió con un disparo.—¿Se te dan bien las matemáticas?— le pregunté.—No se me dan fatal—. Derek se encogió de hombros como si no fuera para tanto.—Creo que hemos encontrado un nuevo tutor de matemáticas—. Sonreí a Olivia, que asintió.Tras una rápida parada en
Apreté la mandíbula contra el dolor de la muñeca y me subí la mochila al otro hombro antes de salir del baño. Había algunas personas por el pasillo, pero las ignoré mientras volvía a mi taquilla. El timbre iba a sonar en cualquier momento y quería estar en el aula cuando lo hiciera.En cuanto sonó el timbre, metí el paraguas en la taquilla y me dirigí a Biología. Agaché la cabeza y pasé entre los chicos que se abrían paso por el pasillo. Por suerte, llegué a Biología sin que me atropellaran ni me empujaran.Fui la primera en llegar a clase y me senté al fondo. Después de sacar mi cuaderno, me quedé mirando la hoja vacía; mi mente seguía atascada en lo que acababa de ocurrir. Estaba tan ensimismada que no me di cuenta de que la clase se había llenado hasta que la silla contigua a la mía se ech&oacu
—Tienes que ponerte hielo en la muñeca antes de que empeore. Toma—. Con una delicadeza a la que no estaba acostumbrada, me agarró el antebrazo y me lo acercó. Observé en silencio cómo me subía el jersey y me colocaba la bolsa de hielo en la muñeca magullada. Inspiré con fuerza al sentir el frío.—Déjatelo puesto diez minutos y luego te lo quitas.—Gracias. susurré, conmovida. Fue hasta la enfermera para traerme hielo. Sus dedos acariciaron el interior de mi muñeca un momento más antes de apartarse. Me envió una pequeña sonrisa mientras la señora Benell empezaba a hablar.No oí ni una palabra de lo que dijo la señora Benell, demasiado ocupada mirando a Alex cada dos minutos. Me conmovió mucho que me trajera hielo. Sinceramente, fue lo más dulce que alguien ha hecho por mí en mucho tiempo.
—¡Ali!— El grito agudo se abrió paso entre los ruidos del garaje. Di un paso atrás del coche justo a tiempo para atrapar a la niña voladora que se lanzó hacia mí.—Hola pepita—. Sonreí a mi hermana pequeña. Cuando retrocedió, levanté una mano sucia y le di un golpe en la nariz, dejándole una mancha oscura.—Para—. Harper arrugó la nariz. Me reí y le senté los pies en el suelo.—¿Dónde está el tío Noah?—El increíble Noah está aquí—. anunció Noah. Harper soltó una risita a mi lado mientras Noah se pavoneaba hacia nosotros, contoneando las caderas de forma espectacular. Puse los ojos en blanco, pero no era nada nuevo.—Gracias por recogerla—. Asentí con la cabeza.—Por supuesto. Además soy el favorito
—Ahí está.— comentó Olivia en cuanto entramos en la zona de comidas. Saltó hacia la mesa en la que estaba sentada Lexi y yo la seguí despacio. Lexi iba a ser la primera amiga de Alex que conocería desde aquella noche en la cafetería.Ahora sabía lo de los rumores y no estaba segura de cómo iba a comportarse conmigo. Probablemente no muy diferente a la semana pasada.—¿Hace mucho que estás aquí?— Le pregunté a Olivia mientras me acercaba a la mesa.—No. Vi cómo los ojos de Lexi se posaban en mí al responder. Me sentí pequeña bajo su intensa mirada, pero le lancé una pequeña sonrisa con la esperanza de romper un poco el hielo. Ella no me devolvió la sonrisa haciendo que la mía se cayera.—¿Y la comida?— Olivia rompió el tenso silencio.—Sí
—¡Liv sólo elige uno!— Lexi gimió apoyándose en la pared a mi lado.—¡Pero no puedo decidirme!— gimió Olivia a través de la puerta de la caseta. Lexi volvió a gemir y cerró los ojos.Era nuestra décima tienda y habían pasado dos horas desde que llegamos al centro comercial. La primera parte no estuvo mal. De hecho, era divertido ir de compras con amigas, aunque no estaba muy segura de contar a Lexi como amiga. Pero incluso ella se animó un poco a medida que íbamos comprando e incluso me habló sin mirarme mal.Aunque pronto me di cuenta de que ir de compras con Olivia no era para débiles. En cuanto Olivia entraba en una tienda se ponía en modo compras, un modo que nunca había visto en nadie. Lo que la caracterizaba era que no era simplemente alguien que cogía una camisa que le gustaba y pagaba por ella.No, era
—Estás impresionante—. Apenas conseguí decirlo entre mis risitas.—Me lo imaginaba. Volvió a sonreírme y salió de la habitación, probablemente para sacar las pinzas del pelo. Por fin me calmé y me di cuenta de que Alex me miraba fijamente, con una expresión extraña en la cara.—¿Qué tal la muñeca?— me preguntó.Con todo lo que había pasado esta tarde, me había olvidado del dolor en la muñeca. Me la toqué con cuidado a través del jersey.—Está bien. Asentí con la cabeza. Alex se quedó callado un momento antes de pasar a mi lado.—Ven conmigo. Me hizo un gesto para que le siguiera. Derek, Olivia y Harper ni siquiera se dieron cuenta de que nos íbamos.Mientras seguía a Alex me quedé boquiabierta una vez más al ver el tamaño