La cosa es que podía soportar los comentarios. Ya no era nada nuevo para mí, pero no me gustaba que Alex estuviera allí para presenciarlo. Ya era bastante vergonzoso que te dijeran esas cosas y luego añadirle al chico malo buenorro, lo hacía diez veces peor.
Una gran parte de mí no quería ser amiga de Alex, Olivia o Derek. Era más fácil estar sola. Al menos así era la única que tenía que lidiar con los comentarios y el odio. Pero ya no quería estar sola. Quería salir con gente y olvidarme de mis problemas sólo por unas horas.
Sabía que era egoísta por querer ser amiga de Alex y de todos los demás. Era egoísta hacer que tuvieran que lidiar con los rumores y con lo que todo el mundo me dice/hace. Sé que no recibirán ninguna mierda de Mitch o Rebecca, pero eso no significaba que no tuvieran que sentarse allí y escucharla
En el momento en que Alex llegó a la librería cinco minutos antes de las tres, mis nervios se dispararon. ¿Por qué? Porque estaba a punto de pasar la tarde con Alex y su hermana pequeña. Sería la primera vez que pasaríamos un largo periodo juntos a solas. Sabía que iba a hacer alguna estupidez.Ahora nos dirigíamos hacia la escuela primaria. Alex estuvo callado todo el tiempo, dejándome con mis propios pensamientos. No sabía por qué estaba tan nerviosa por conocer a su hermana pequeña. Probablemente no ayudaba el hecho de que Olivia le diera tanta importancia a que conociera a su hermana. Me hizo preguntarme cuál era el problema.—Te lo advierto de antemano. Está a punto de volverse loco—. Advirtió mientras aparcaba.—Oh vamos no pueden ser tan malos—. Puse los ojos en blanco ante su exageración y salí del coche. &
—Quiero que te lleves todo eso antes de que vuelvas a jugar—. dijo Alex con severidad. Mascullaron mientras mordían sus medios bocadillos.—¿Te gusta el apio y la mantequilla de cacahuete?— preguntó Alex, volviéndose hacia mí.—¿Ah, sí?— Puso otro recipiente sobre la encimera y me hizo un gesto para que lo cogiera.—Estoy bien, de verdad.—No has almorzado—. Mis ojos se abrieron ligeramente al ver que se había dado cuenta. —Come.Le sonreí un poco, cogí el recipiente y me senté al lado de Layla, que estaba feliz comiendo sus palitos de apio.—¿Qué tal las clases?— preguntó Alex, sentándose frente a mí, al lado de Harper.—¡Hoy tenemos bichos!— gritó Harper con entusiasmo.—¿Ah, sí?— Alex enarc&oac
—De acuerdo—. Concedí, mi curiosidad sacando lo mejor de mí. Me levanté y cogí el bolso que había dejado junto a la puerta. Saqué el dibujo de la pequeña carpeta en la que lo tenía y me lo llevé al pecho. Volví a sentarme frente a él y le miré. —No te atrevas a burlarte de él.—No lo haré... a menos que sea horrible.—Alex.— Le advertí.—No lo haré. Te prometo pecas—. Dudando un segundo, finalmente me tendió la foto. Él me entregó la suya al mismo tiempo. En cuanto vi su retrato, dejé de preocuparme por el mío.Esperaba que Alex me dibujara como una figura de palo, pero una vez más me sorprendió. No tenía nada que ver con una figura de palo. En lugar de dibujarme con la barbilla entre las manos, Alex me dibujó con una mano junto al labi
—Así que... Ali, ¿eh? No pude evitar burlarme de él por su apodo.—No puedes llamarme así.—Pero Harper sí.—Es mi hermana y tiene 6 años. Ella tiene un pase, tú no.—No es justo, yo no puedo ponerte un apodo pero tú sí puedes ponérmelo a mí—. Hice un puchero. Alex me miró por encima del hombro.—Me da igual.—Aunque creo que te queda bien Ali.—Llámame así y te tiro por encima del hombro.—Vale, como quieras—. Me aparté del mostrador.—Siempre me salgo con la mía, pecas—. Por alguna razón, sus palabras me provocaron un escalofrío, al igual que la mirada que me dirigió. Intenté contenerme. No podía dejar que Alex me afectara. No puedo volver a acercarme tanto a un chico, no puedo.Ignorando su
—¡Mamá me parezco a Elsa!— gritó Layla, saltando a los brazos de su madre. Me dolía el pecho al ver a la madre de Layla sonriendo cariñosamente a su hija y comentando lo bonito que le quedaba el pelo. Aquello me hizo echar de menos a mi madre.Me quedé mirando mientras Rina y la madre de Layla se saludaban y le daban las gracias a Alex. Por la forma en que se dirigían a Alex parecía que lo conocían muy bien. Me hizo sentir más curiosidad por saber quién era Alex en realidad.—¡Adiós Cristal!— Layla me saludó mientras su madre la abrazaba. Sonreí y le devolví el saludo mientras las dos niñas salían de la casa. Podía oír a las dos niñas hablando animadamente con sus madres mientras se dirigían hacia el coche.Tenía una sonrisa permeable en la cara incluso después de que Alex ce
—Por favor, dime que has hecho los deberes de cálculo del señor Cannon—. preguntó Olivia de repente, con su brazo entrelazado con el mío. Rápidamente disimulé mi sorpresa ante su gesto y asentí.—Sí, los hice. ¿Necesitas ayuda?—Sí, por favor. El señor Cannon es lo peor, lo juro—. Suspiró dramáticamente. A su lado Derek puso los ojos en blanco.—No es tan malo.—Eso es porque se te dan bien las matemáticas, idiota—. Ella le respondió con un disparo.—¿Se te dan bien las matemáticas?— le pregunté.—No se me dan fatal—. Derek se encogió de hombros como si no fuera para tanto.—Creo que hemos encontrado un nuevo tutor de matemáticas—. Sonreí a Olivia, que asintió.Tras una rápida parada en
Apreté la mandíbula contra el dolor de la muñeca y me subí la mochila al otro hombro antes de salir del baño. Había algunas personas por el pasillo, pero las ignoré mientras volvía a mi taquilla. El timbre iba a sonar en cualquier momento y quería estar en el aula cuando lo hiciera.En cuanto sonó el timbre, metí el paraguas en la taquilla y me dirigí a Biología. Agaché la cabeza y pasé entre los chicos que se abrían paso por el pasillo. Por suerte, llegué a Biología sin que me atropellaran ni me empujaran.Fui la primera en llegar a clase y me senté al fondo. Después de sacar mi cuaderno, me quedé mirando la hoja vacía; mi mente seguía atascada en lo que acababa de ocurrir. Estaba tan ensimismada que no me di cuenta de que la clase se había llenado hasta que la silla contigua a la mía se ech&oacu
—Tienes que ponerte hielo en la muñeca antes de que empeore. Toma—. Con una delicadeza a la que no estaba acostumbrada, me agarró el antebrazo y me lo acercó. Observé en silencio cómo me subía el jersey y me colocaba la bolsa de hielo en la muñeca magullada. Inspiré con fuerza al sentir el frío.—Déjatelo puesto diez minutos y luego te lo quitas.—Gracias. susurré, conmovida. Fue hasta la enfermera para traerme hielo. Sus dedos acariciaron el interior de mi muñeca un momento más antes de apartarse. Me envió una pequeña sonrisa mientras la señora Benell empezaba a hablar.No oí ni una palabra de lo que dijo la señora Benell, demasiado ocupada mirando a Alex cada dos minutos. Me conmovió mucho que me trajera hielo. Sinceramente, fue lo más dulce que alguien ha hecho por mí en mucho tiempo.