– De todas formas iré, y verás que con muchos mimitos te curaras – objetó Vanessa con determinación.
– En serio, no es necesario nena. Debes estar ocupada y no quiero molestar.Intenté disuadirla, sabiendo que era difícil hacerla cambiar de opinión una vez que se le metía algo en la cabeza, pero su respuesta fue tajante. – He dicho, caso cerrado – Aquella risa inocente resonó por el auricular mientras yo suspiraba resignada. Me preparé para lo inevitable mientras colgaba la llamada y me dirigí a la cocina para preparar el almuerzo. Andrey había salido de la habitación, yo sabía que aún estaba molesto. Preparé unos panqueques para el desayuno, pero él no quiso tocarlos y eligió prepararse un sándwich. Sus ojos se clavaron en los míos, llenos de una mirada infantil que me hizo hervir la sangre. A pesar de mi experiencia en mantener la calma, mi actitud en ocasiones se volvía impulsiva, logrando sacarme de mis cabales. – ¿Piensas comportarte como un niño inmaduro y despreciarme el desayuno? – solté, con una pizca de veneno goteando en mis palabras.– ¿Acaso no tengo derecho a elegir lo que quiero comer? – respondió con desdén.Sus palabras fueron como un golpe directo a mi paciencia. ¿Cómo podía ser tan egoísta? – ¿Entonces, para qué me molesto en hacer el almuerzo si el señor Andrey Mitchell no se tomará la molestia de comerlo? – pregunté con sarcasmo.Andrey cerró con fuerza la puerta del refrigerador, lo que hizo un pequeño estruendo en la cocina. Tenía muchas palabras amontonadas en la boca, pero solo guardó silencio. Ante su renuencia a decir algo, le espeté: – Mi mamá vendrá a buscar a los niños dentro de una hora y ni siquiera compartiste con ellos como es debido durante estos días. – Le reproché molesta – Vanessa también vendrá para pasar un rato conmigo.– No sé para qué me das explicaciones – respondió con un tono frío – De todas formas pareces hacer lo que te place, cuando te place. Además no fui yo quien tomó la decisión de que los niños vivieran con tu mama.Quise replicar en ese momento, pero mis lágrimas se escaparon con prisa; así que solo me di la vuelta y corrí a la habitación, dejando atrás el sonido de su respiración pesada y su expresión de enojo en el rostro.Paso una hora, me encontraba en el baño, tratando de disimular el rastro de lágrimas que habían dejado mis ojos hinchados y rojizos. Sabía que mi madre, Edna Stone, llegaría en cualquier momento, y quería recibirle con una sonrisa para aparentar que todo estaba bien. Pero no había jabón, ni agua suficiente que borraran la manchas de humedad que deja la tristeza cuando se desborda.Cuando los niños escucharon el timbre, salieron corriendo a recibir a su abuela. Ella era su cómplice en travesuras y la fuente inagotable de historias divertidas. Me arreglé rápidamente para bajar a saludarla, ya mamá estaba dentro de la casa. Los niños saltaban alrededor de ella, llenándola de preguntas y risas.– Ya niños, dejen descansar a la abuela – dije con una sonrisa tierna – ¿Qué les parece si suben a sus habitaciones y terminan de arreglar sus mochilas?Los niños obedecieron sin protestar, mientras mamá los veía con ternura. Pero cuando ya no estaban cerca, la expresión del rostro de mi madre cambió.– ¿Por qué estabas llorando? – preguntó con seriedad.– No estaba llorando mamá – respondí intentando hacerme la desentendida – Solo he tenido un poco de alergias.– Sunny – una expresión de incredulidad se posó en el rostro de mi madre. – ¿Acaso se te olvida quién fue la que te dio a luz? – Solo discutimos por un par de tonterías – bajé la mirada, avergonzada por no poder ocultar mis emociones – Ya sabes cómo soy de sensible, pero realmente no es nada grave – añadí intentando no preocuparla.– Puedes contarme lo que sea hija. Si quieres puedes venir conmigo y pasar también unos días en casa. Además puede que necesite ayuda para hacer la limpieza a la tumba de tu padre.Mi madre sabía perfectamente que el asunto era más complejo de lo que yo quería admitir. Desde la muerte de papá había usado el amor y la cercanía familiar como bálsamo para cualquier tristeza.– Me encantaría acompañarte, pero estamos en una temporada bastante ajetreada en el trabajo, y como ya sabes todo el material informativo que necesito y demás complementos los tengo acá en casa. Justo ahora no puedo darme el lujo de relajarme. Pero te prometo que apenas consigo un tiempo libre iré a hacerte compañía a ti y a los niños.– Está bien hija, solo quiero asegurarme de que estés bien – dijo mientras colocaba una mano en mi hombro.Decidimos dejar el tema a un lado y conversamos sobre distintos temas: comida, ropa, mis primas, entre otras cosas. El tiempo pasó volando y nos reímos mucho juntas. Al final del día, me sentí agradecida por su visita, me ayudó a liberar la tensión que me oprimía.– ¡Dios mío! mira la hora – dijo mi madre al mirar su reloj pulsera - Ya me tengo que irme mi niña.– Tranquila mamá, gracias por haber venido – Le respondí riéndome – Extrañaba estas charlas nada productivas, pero muy informativas.– Como buenas ciudadanas que somos – añadió mi madre y también rió.Llamé a los niños, que ya estaban impacientes por marcharse con su abuela. Les di mi bendición y se dispusieron a salir.– Te amo mami – dijo Garrett.– Te amo nene – le respondí, a medida que se iban alejando.Willa me decía adiós con su pequeña mano y yo agite la mía en respuesta.Mis dos hermosos niños eran lo más importante en mi vida. Desde el momento en que nacieron, me cambiaron para siempre. Cada día me despertaba con el objetivo de hacerlos felices y de darles todo lo que necesitaban para crecer sanos y fuertes. Se volvieron el centro de mi universo. Cada logro, cada sonrisa, cada lágrima los celebré y consolé con igual intensidad. No había nada más importante que ver a mis hijos felices y saludables. Y aunque a veces la vida podía ser difícil y complicada, el amor incondicional que sentía por ellos era siempre un faro que me guiaba hacia adelante en medio de las tempestades.Garrett tenía once años, poseía una apariencia singular y encantadora. Su cabello castaño oscuro y crespo enmarcaba su rostro moreno, acentuando la expresividad de sus grandes ojos marrones. Éstos parecían brillar con una curiosidad inagotable y estaban rodeados por largas y rizadas pestañas. Una pequeña nariz recta se asomaba por encima de sus labios rosados y carnosos, que parecían siempre prestos a soltar una risa contagiosa. Era un niño alto para su edad, con una complexión delgada pero atlética que reflejaba su amor por las actividades físicas. Sin embargo, también tenía una mente creativa y curiosa, siempre buscando nuevas aventuras y explorando el mundo que lo rodeaba. Era amable y cariñoso con los demás, mostrando una gran empatía y comprensión hacia aquellos que lo rodeaban.Willa solo tenía ocho años. Dueña de una belleza angelical y delicada. Su cabello liso y castaño, en un tono más claro que el de su hermano, fluía suavemente por su espalda, como si fuera una cascada de seda. Sus ojos marrones eran grandes y brillantes, con una tonalidad clara que parecía cambiar según lo dictaba la luz. A menudo, sus largas pestañas se curvaban hacia arriba con la inocencia infantil. Su piel trigueña era suave al tacto y parecía absorber la luz del sol, como si fuera un reflejo de su personalidad alegre y cálida. Era una niña pequeña pero activa, siempre corriendo y saltando con una energía inagotable. A menudo llevaba una sonrisa traviesa en su rostro que parecía iluminar todo a su alrededor.A pesar de que Andrey siempre ha estado ahí, nunca me he resignado a depender solo de él. Desde muy joven, aprendí la importancia de ser independiente y de trabajar duro para conseguir lo que quiero. Cuando me convertí en madre, esa responsabilidad solo se hizo más grande. Sabía que tenía que hacer todo lo posible para asegurarme de que mis hijos tuvieran todo lo que necesitaban, no solo en términos materiales, sino también emocionales. Por supuesto, mi pareja siempre había sido un gran apoyo para mí. Siempre había estado al pendiente y había hecho todo lo posible por ayudarme en todo lo que necesitaba, y aunque luego de doce años de matrimonio las cosas habían cambiado un poco, seguía dándonos atención a su manera. Pero aun así, siempre había sentido la necesidad de contribuir al hogar y apoyar a mi familia de la mejor manera posible. Por eso, trabajaba duro cada día para asegurarme de que mis hijos estuvieran cómodos, y para que Andrey se sintiera respaldado en todo momento. Mi independencia era una parte importante de quién era y nunca dejaría de luchar por aquello en lo que creía. Me sentía orgullosa de ser una madre trabajadora y comprometida con mi familia.Tras la partida de mi madre con los niños, regrese a la habitación, con la esperanza de encontrar a Andrey allí para discutir las cosas y resolver nuestras diferencias. A pesar de que mi mal genio se había calmado un poco, seguía sintiendo una mezcla de frustración y tristeza en mi interior. Sin embargo, al buscar por toda la casa, noté que Andrey no estaba por ningún lado. «Habrá salido a despejar la mente» pensé.Al darme cuenta que estaba sola en casa decidí relajarme en el sofá y ver una película. Pero antes de que pudiera siquiera elegir qué ver, mi teléfono sonó.– Mi Sun, abre la puerta que el lobo quiere entrar – dijo Vanessa del otro lado de la línea. Siempre hacia esta clase de bromas tontas, con las cuales era imposible no reírse al menos un poco. Al abrir la puerta, fui recibida por el grito emocionado de Vanessa mientras sostenía un litro de helado en alto.– ¡Surprise! – exclamó – Sopita para el dolor del cuerpo y helado para las penas del corazón.Ella siempre sabía e
Me sentía como si un cuchillo afilado hubiera atravesado mi corazón. La humillación y la vergüenza me envolvían como una manta pesada, sofocándome. Las palabras hirientes de Andrey resonaban en mi mente, repitiéndose una y otra vez como un eco doloroso. El recuerdo de la expresión de irá en el rostro de Vanessa, se transformó en una figura borrosa, y ahora parecía estar muy lejos de mí, como si estuviera observándome desde otra dimensión. La impotencia de no poder hacer nada para cambiar lo ocurrido me hacían sentir como si hubiera perdido el control sobre mi propia vida.Tomé el teléfono con manos temblorosas y marqué el número de Vanessa. Necesitaba disculparme por lo que había pasado. Esperé ansiosa mientras sonaba el tono, pero después de varios tonos, escuché la voz automatizada que me indicaba que había llegado al buzón de mensajes. "¡Hola! Lo siento mucho, pero no puedo contestar ahora. ¡Deja tu mensaje y te devolveré la llamada lo antes posible! ¡Un gran abrazo y que tengas u
Lo observé fijamente mientras se acercaba a la barra y tomaba asiento justo a mi lado. Vestía una camiseta negra y jeans, y su cabello oscuro estaba recogido en una pequeña coleta al estilo samurái.— Un Daiquiri, por favor — pidió con voz suave.El barman se dispuso a preparar el trago mientras mantenían una pequeña conversación.— Últimamente vienes muy seguido — bromeó el barman — Comienzo a creer que te echaron de casa.El permaneció impasible, sin cambiar la expresión de su rostro. — Solo he tenido un poco de tiempo libre — contestó.Me parece que le estás tomando cariño al bar — continuó el barman mientras mezclaba los ingredientes del Daiquiri — Si sigues dando este tipo de shows tan seguido, quizás Aiko se anime a contratarte como voz principal para los días en que haya algún evento o algo que se le parezca. Ya pareces haber llamado su atención. — Añadió y ambos dirigieron su mirada hacia Aiko, quien los observaba fijamente con una sonrisa coqueta— No creo que tu jefa me qu
Andrey despertó y al verme recostada a la ventana con la mirada pérdida en el horizonte, se acercó por la espalda y me abrazó.— Buenos días mi cielo — dijo con la voz aún rasposa por acabar de despertarse — ¿Aun sigues molesta por lo que hice? No debí tomar tanto esa noche, mucho menos dejarme llevar por el alcohol.— Está bien — contesté — Ya no estoy enojada, solo me da un poco de vergüenza con Vanessa, deberías disculparte con ella.— Lo haré en cuanto la vea, te lo prometo, y prometo que jamás volveré a llegar a casa a tal punto de ebriedad.Me di media vuelta y le di un beso. Como toda pareja habíamos tenido diferencias debido a nuestras personalidades, pero jamás nada que no se pudiera solucionar.— ¿Qué te parece si hago que vayas feliz y desestresada al trabajo? — preguntó lleno de picardía.— ¿Nos alcanzará el tiempo? — me sentí un poco tímida por su propuesta repentina.— Quizás tengamos que irnos sin desayunar, pero aún nos dará tiempo de llegar al trabajo.Era verano, el
Me recosté en el escritorio con la frente pegada a el, tratando de entender por qué mi día había sido tan malo. Había solucionado las cosas con Andrey, incluso habíamos tenido buen sexo antes de salir a trabajar. Había llamado a mi madre, los niños y ella estaban bien, en definitiva, me había despertado con buen pie — sin contar la pesadilla —. Entonces, ¿por qué mi día iba tan mal? Sentía un nudo en el estómago.— No me he cruzado con ningún gato negro — dije pensando en voz alta — No he quebrado ningún espejo, no caminé bajo ninguna escalera, tampoco he tirado la sal.— Quizás pusiste los zapatos sobre la cama o abriste el paraguas dentro de la casa — añadió Nathalie Moura, una de mis compañeras al escucharme.— Pero… si estamos en verano — contesté.Ella comenzó a reír. — ¿En serio crees en supersticiones?— Hmm... No exactamente — me sentí avergonzada de que hubiera oído mis pensamientos verbalizados. — Solo lo pensé por pensarlo.— No lo tengo en duda — contesto ella con sarcasmo
Su voz tenía un tono grave y un tanto rasposo incluso al hablar con naturalidad. Y sus ojos, mientras más los observabas, más parecía que ibas a perderte en ellos.Tartamudeé un poco antes de poder hablar con naturalidad — Mu... mu... mucho gusto, soy Sunny.— Hermoso nombre, Sunny — agregó dejando traslucir esa sonrisa de medio lado que lo hacía ver tan sensual. — Definitivamente haces honor a tu nombre, con tu presencia radiante como un día de verano.A pesar de querer responder cortésmente a su halago, sentía que las palabras se me enredaban en la lengua. Así que solo logré asentir con la cabeza.— ¡Venga hombre! que la has dejado sin palabras — exclamó Vanessa punzándome con el codo y devolviéndome a la tierra — Tendras que enseñarme ese truco.Raven seguía mirándome con expresión sería, pero amigable. Quise esconder mi rostro y mis mejillas sonrosadas, pero no había forma de hacerlo sin que fuera obvio mi estado.— ¿Acaso Raven no significa cuervo? — preguntó Vanessa algo intrig
— ¿Ustedes dos de dónde provienen? — preguntó Raven.— Ambas somos neolandesas — dije apresuradamente, antes de que Vanessa tomara la palabra y comenzará a dar detalles innecesarios — Yo vengo de la cuidad de Auckland y Vanessa es de acá de Wellington.— Y también somos bilingües como ustedes — dijo al final Vanessa, intentando no parecer menos interesante que nuestros acompañantes.— ¿Si? — Preguntó Volker — Muéstranos un poco.— Ka nui te aroha ki a koe — dijo y le aventó un beso al aire.— ¿Y que acabas de decir? Porque no sé si me has insultado o no.— Dije que te tengo mucho cariño — respondió Vanessa y luego mordió su labio inferior, haciendo obvia su intención de coquetear.Volker sonrió tontamente.— ¿Qué idioma es? — preguntó Raven— Es la lengua indígena de los maoríes. Acá tienen una gran importancia cultural y se enseña en las escuelas como parte de la educación bilingüe. — Contesté — Así que también se nos enseña sobre su cultura y tradiciones.— ¿Quiere decir que están i
Me preparaba para dormir junto a mi esposo, cuando una extraña sensación de culpa comenzó a invadir mi ser. Me sentía desleal conmigo misma y con Andrey. Al acostarme en la cama, una mezcla de emociones me embargaba: el deseo desenfrenado que había sentido por Raven, y a la vez una conmoción interna por haberme permitido sentirlo.Cada pensamiento fugaz que cruzaba mi mente se convertía en un latigazo de culpa, haciéndome cuestionar mi fidelidad y mi compromiso matrimonial. Las palabras dulces y los sueños compartidos con Andrey parecían opacarse en ese momento, y la angustia empezaba a atenazar mi corazón.Intenté encontrar consuelo en la figura de Andrey, quien descansaba a mi lado, pero cada abrazo y caricia prolongaba una pequeña sombra de engaño en mi interior. La sensación de fallarle se hacía cada vez más evidente, como si una traición silenciosa resonara en mi pecho. Suspiré profundamente, preguntándome cómo había llegado a este punto. Sabía que debía enfrentar mis sentimiento