—Cuéntame un poco más, quiero material para poder pedir una orden de arresto —exigió el detective a Isabel.Isabel hizo una mueca de desagrado, y comenzó a tamborilear los dedos en la mesa.—Él me dijo que estaba enamorado de mí, que desde el primer día que me vio, quedó prendado, pero le daba vergüenza acercarse a mí por la amistad que tenía con Lucas —empezó diciendo Isabel—, luego de eso me invitó a salir y yo acepté, me parecía guapo, y no se fijaba en mis rarezas.El detective notó que esa última parte todavía afectaba a Isabel.—Todo iba muy bien, nos veíamos a escondidas, él creía que se iban a oponer a nuestra relación, me pareció bien, yo tampoco quería que fuera de dominio público, a la gente le gusta meterse en lo que no le importa —continúo diciendo Isabel.—Y los desfalcos, ¿en qué momento comenzaron? —interrogó el detective, quería que confesara lo importante.Isabel lo miró entrecerrando los ojos, no le gustó la interrupción.—Todo iba muy bien entre nosotros —repitió I
Dos días después del arresto de GaelLaura y Eva observaban a Lea, la chica que ahora traía el cabello de color rosa. Buscaba entre los documentos de la oficina del jefe económico.—Lea, ¿no crees que es mejor que pares ya de buscar? —preguntó Laura cuando Lea dejó una gaveta y comenzó a buscar en otra—, ¿Qué puedes encontrar en esas gavetas que la policía no haya encontrado?Lea las miró y siguió buscando, no se daría por vencida, en esa oficina estaba la respuesta que ayudaría a liberar a Gael.—Quizás se le pasó una parte de una gaveta, un documento que no tomaron en cuenta —comentó Lea buscando en otra gaveta.—¿A la policía? ¿Y lo encontrarás tú? —inquirió Eva.—Puede ser posible, esta vez no buscaron ¿o sí? —insistió ella.Las dos secretarias la dejaron seguir buscando, estaban en horario de descanso, no importaba si lo perdían en una búsqueda que no tendría el resultado que esperaban, pero haría feliz a su amiga.Laura esperaba que si encontrara algo, su hijo ya había comenzado
Varios días despuésEva se miró en el espejo de cuerpo completo que habían puesto en su habitación, no podía dejar de observar su vestido de novia, por el tamaño del vientre, creyó que no podría usarlo, sin embargo, ahí estaba, con su hermoso vestido, lista para ir hasta el altar.—Estás preciosa —dijo Verónica detrás de Eva—, y ese vestido está hermoso.Eva le sonrió a través del espejo a su madre, había llegado dos días antes, y la había ayudado en todo lo que no había hecho la organizadora de la boda, aunque esto fue más por decisión, querían hacerlo entre sus amigas, su abuela, su madre, su suegra y ella, un tiempo entre mujeres.Eva volvió a mirar el vestido. El diseño la favorecía mucho, un vestido de bodas de maternidad doble capa con encaje y manga larga, el corte cintura de imperio resaltaba su cintura, con algunos detalles estratégicamente colocados. El ajuste suave de la silueta creaba un efecto cola de pez, en una sutil perfección. El toque glamuroso y vintage del vestido
Tres días después—Vamos, Benjamin, dígame con quién hablaba a través del teléfono, la peor confesión ya la hizo —exigió el detective Jacob Tolbert.Benjamin miró al detective enojado, no quería estar allí.—Uno de mis ayudantes, este chico era el informático, me ayudaba cuando tenía que ingresar o cambiar información en la empresa —respondió Benjamin después de unos minutos—, nadie importante.—¿De quién fue la idea del desvío de dinero? ¿Tuya, de Isabel, de alguien más? —interrogó el detective.—Mía, solo incluí a Isabel porque ella merecía más de lo que esos desagradecidos le pagaban —respondió el economista.Jacob lo miró con incredulidad disimulada, él había revisado el salario de cada puesto de trabajo, era un buen salario, solo podía pensar que tenían problemas psicológicos, sin embargo, no pediría una revisión médica, los quería en prisión, esperaba que los abogados tampoco solicitarán una revisión para ayudarlos a permanecer en libertad.—¿Por qué asesinó a Katherine Maurren?
Varios años despuésLaura observaba a su hijo Matthew, ya no era el niño pequeño que jugaba con carros de juguetes, ahora era un hombre de veintiséis años. Laura sonrió, la chica que estaba junto a él no dejaba de tocarlo y besarlo.—Deberías de prohibirle que traiga a cualquier mujer a la casa, ¿qué necesidad hay de que tengamos que conocer a todas sus conquistas? —ordenó con sorna Evelyn, la hija mayor de Eva y Dante.—Ea guapa la chica —respondió Laura y recibió una mueca de desagrado.—Lo sé, y disculpa que te diga esto, tía Laura, pero es muchísimo más guapa que Matthew, tu hijo es un poco feito —comentó Evelyn y se fue junto a Paulette que estaba de visita en la ciudad.Laura miró a su hijo detenidamente, ella lo veía muy guapo, lo único que veía feo en él, era la cantidad de tatuaje que tenía en su cuerpo.—No le hagas caso a Eve, no le digas, pero creo que está enamorada de Matthew y él no le hace caso —le dijo Eva, la morena estaba sentada al lado, tomando una bebida.—¿Tú cr
Eva va caminando por el pasillo del bufete donde trabaja... mejor dicho, donde trabajaba. Todos se quedan mirando cuando pasa frente a ellos.«!Cobardes!» —Piensa ella.La despidieron sin motivos y todos callaron. Siente que algo arde dentro de ella, ira, tristeza. A muchos los consideró amigos, a otros buenos compañeros.«Pero no me iré como si fuera una fracasada, defendí mi caso como toda una profesional. Lástima que pese más lo celos de una mujer insegura, que un buen trabajo.»Camina con orgullo, espalda recta, barbilla alzada, con movimiento calmados, pisada firme.Llega hasta la recepción donde está Emma con sus pertenencias. Le da las gracias y está por irse cuando Emma la coge por el brazo y dice:—Siento que tengas que irte así, te voy a extrañar. Yo hablé en tu favor, pero no me hicieron caso. —Y agrega soltando el brazo—. Me gustaría seguir en contacto,
Dante llegó a la oficina y Sofía ya estaba allí. No sabía que haría sin ella, llevaban muchos años juntos, y antes de ser su secretaria, lo fue de su padre. En el trabajo era muy organizado, ellos dos ya tenían una dinámica, alguien nuevo vendría a romper todo eso. No quería que se fuera, pero la entendía.—Buenos días Sofía. —saludó mientras se dirige a su oficina.—Bueno días Dante. Si no es mucha molestia quería comentarte algo.Dante se detiene y va hasta donde está ella.—Te escucho. —Cómo sabes ya me retiro, y aun no has encontrado una secretaria a tu gusto.—Sí, lo sé, lo entiendo, aunque no quiera. Y las secretarias que han venido no me convencen.—Te tengo la ideal, a ella no podrás decirle que no.—¿Es así como tú?—Es muy competente. Y lo mejor, es secretaria jurídica. Mejor que ella no encontrarás. ¿Puedo decirle que venga
«Lo que me pasa a mí, no le pasa a nadie. Venirme a chocar con un desagradable. Espero no trabaje en el mismo edificio, para no tenerlo que ver otra vez.» —Eva va tan ofuscada que casi olvida presionar el número del piso al que va.El ascensor abre las puertas en un recibidor muy elegante. Camina hasta la recepcionista, saluda y pregunta por Sofía. Le dicen que espere y a los cinco minutos le dicen que pase —esto asombra a Eva, por la rapidez— tiene que ir hasta una oficina que fuera dice «Dante Lombardi, Director Jurídico». Lo poco que ha visto de la empresa le gusta, la decoración del lugar es excelente.Sigue las indicaciones que le dieron y cuando llega a la oficina en cuestión bromea pensando:«¿La última oficina? Está muy lejos de recepción, espero no me envíen mucho allí.»Entra a la oficina de la secretaria y Sofía se pone de pie cuando la ve, la invita a sentarse en el sof