Dianco De Luca se quedó mirando a Rita, su rostro estaba pálido como la cera mientras trataba de asimilar la bomba que acababa de lanzarle. Una hija, una hija con Rita, la mujer que había destrozado su corazón tantos años atrás.—No... —sacudió la cabeza, negándose a creerlo— no es posible —volvió a negarlo —estás mintiendo, ¡Tratando de engañarme otra vez!Rita soltó una risa sin humor, sus ojos ámbar brillaban con una mezcla de triunfo y resentimiento, definitivamente estaba disfrutando de aquello.—Cree lo que quieras, querido, pero esa hija es tan tuya como mía.Dianco se quedó helado, su mente retrocedió al día que Marcus llegó a la reunión con una hermosa chica, esa joven de ojos grandes y tristes... Se había sentido extrañamente atraído hacia ella, como si hubiera una conexión invisible entre ellos, pero cuando le preguntó por su madre, ella le dio un apellido diferente...—Mientes —escupió, aferrándose a esa última esperanza— querrás que tome como mi hija a la hija de cualqui
Marcus cruzó la puerta principal de la mansión matrimonial, sintiendo un enorme peso sobre sus hombros, la lujosa decoración de mármoles, maderas finas y costosos acabados parecía no tener importancia ante la tormenta que se agitaba en su interior después de lo ocurrido con Maya, cada rincón de esa fría mansión le recordaba lo vacía que estaba su vida sin el calor de la mujer que amaba.No tuvo tiempo de sumirse más en sus negros pensamientos, pues Miranda apareció al instante, parandose frente a él con su semblante molesto y una mirada cargada de reproches y recriminaciones. —¿Se puede saber dónde demonios has estado metido? —dijo con marcado desdén— ¿Revolcándote con alguna zorra otra vez?Normalmente Marcus no habría tolerado sus insultos, pero en esta ocasión, solo podía pensar en el bienestar del hijo que esperaban, así que optó por guardar silencio y soportar las groserías de su esposa.—Sólo un poco más —se decía a sí mismo —todo este sufrimiento valdrá la pena con tal de darl
Marcus se encontraba en su mansión, había decidido evitar a Maya por el momento, pues aunque la amaba con cada fibra de su ser, no quería hacer pasar una mala situación a Miranda ahora que esperaban un hijo juntos. Se recostó en el sofá de la sala, cubriéndose los ojos con el antebrazo, se sentía agotado.Un ruido de tacones sobre la fría losa de mármol lo hizo apartar el brazo, Miranda lo observaba con una mueca de desdén desde el umbral de la sala.—¿Evitándome otra vez, Marcus? —dijo con marcado desdén— ya sabía que eso de cambiar conmigo era momentáneo.Marcus contuvo las ganas de mandarla al diablo, se limitó a incorporarse en el sofá y mirarla.—No estoy de humor para tus provocaciones hoy, Miranda, ahórratelas, ¿Quieres? —sentía que de ella ya tenía suficiente, su cambiante humor lo asfixiaba.—Necesito fresas con chocolate, tu hijo las quiere.Los antojos de Miranda ya no eran un pedido, eran una orden, Marcus se levantó y se dirigió a la salida, Miranda no tenía idea de cuán
Dan sudaba copiosamente frente a la furiosa Miranda, no dejaba de maldecir su suerte internamente, Marcus le iba a deber una muy grande, mínimo le tendría que pagar unas buenas vacaciones por soportar aquello.Retrocedió otro paso, alzando las manos en señal conciliadora mientras negaba frenéticamente con la cabeza. La situación se tornaba más tensa con cada segundo que transcurría.—¡Le juro que no es así, signora! ¡Marcus está en Palermo atendiendo una situación de emergencia con el corporativo! —Su vista se posó en el vehículo que los guardias habían dejado estacionado— ¡Puedo mostrarle las grabaciones de las cámaras de seguridad del hangar si no me cree!Miranda entrecerró los ojos con suspicacia, cruzándose de brazos en una pose desafiante. —Más vale que sea verdad lo que dices, Dan, porque de lo contrario haré que Marcus se deshaga de ti si me mientes.Tragando saliva trabajosamente, Dan sacó su teléfono móvil y comenzó a buscar entre los archivos de video las grabaciones corre
Marcus finalmente encendió su teléfono móvil después de lo que pareció una eternidad, Una oleada de mensajes y notificaciones se agolparon en la pantalla, haciéndolo fruncir el ceño, presintiendo que aquello no anunciaba nada bueno.La mayoría eran reportes de seguridad y estadísticas de daños tras el devastador ataque sufrido en los hangares de Pomilia, pero hubo dos mensajes en particular que lo hicieron apretar el dispositivo con fuerza entre sus puños, conteniendo a duras penas la ira que amenazaba con estallar.El primero era de Dan, informándole sobre la repentina e inexplicable aparición de Miranda en la Villa donde él había dejado a Maya a resguardo, el segundo provenía de Gío, el guardaespaldas encargado de custodiar a su maniática esposa."...La signora Miranda atacó físicamente a la señorita Maya en los jardines de la Villa, no pudimos evitarlo debido a su embarazo, el signore De Luca intervino y se la llevó en la camioneta blindada..."—¡Maldición! —Masculló entre dientes,
Rita continuó molestando a Maya, en su vida era lo que más disfrutaba.—Ese tipo haría cualquier cosa con tal de no perder los privilegios que Marcus le da —dijo con desdén— ¿Verdad, Dan? Vamos, contesta con sinceridad.Dan permaneció impasible ante las provocaciones de aquella arpía venenosa. No caería en su juego de manipulación, especialmente con Maya presenciándolo todo.—Con el debido respeto, señora Jones —replicó con tono firme— creo que mi lealtad hacia Marcus es algo que no debería cuestionarse, él me ha dado oportunidades que jamás habría soñado, y no traicionaría su confianza tan fácilmente.Rita dejó escapar una risotada burlona al escuchar aquellas palabras. Negó repetidamente con la cabeza mientras se cruzaba de brazos y lanzaba una mirada despectiva a su hija.—¡Por favor, Maya! ¿De verdad creíste que este tipo haría algo para ayudarte sólo por lástima? —Mamá... —Maya la observó con los ojos enrojecidos y expresión cansada— Ya fue suficiente de tus denigrantes comentar
A primera hora de la mañana, Marcus abrió pesadamente los ojos, parpadeó un par de veces, enseguida volteó para ver el cuerpo desnudo que yacía profundamente dormido a su lado. Una oleada de frustración e ira comenzó a crecer dentro de su pecho al reconocer la larga cabellera oscura y las tersas curvas pertenecientes a Maya.—¡No, no, no! —Estalló en un rugido ahogado, apartándose de ella como si le quemara el contacto— ¿Por qué demonios sigo cayendo en tus redes una y otra vez? Se incorporó de un salto, tirando las sábanas al suelo con brusquedad mientras caminaba desnudo por la habitación. Un frío sudor recorría su espalda al darse cuenta de que, una vez más, su cuerpo lo había traicionado entregándose al deseo carnal con la misma mujer que lo había humillado de la forma más ruin al exponer su pasado.—¡Maldita sea! —Masculló entre dientes con profunda amargura, clavando su mirada cargada de reproche en la figura de Maya— Me muestro como un completo idiota ante ti, vulnerable y dé
Maya observaba con los ojos desorbitados por el terror cómo las grandes manos de Marcus se cerraban como tenazas de acero en torno al cuello de su madre. Los dedos del hombre se hundían en la carne con una fuerza letal, asfixiando lentamente a Rita.La mujer forcejeaba desesperadamente, su rostro adquirió rápidamente una peligrosa tonalidad rojiza mientras luchaba por llevar aire a sus pulmones. Sin embargo, Marcus parecía consumido por la ira y el resentimiento.—¡Marcus, detente! —El grito desgarrador de Maya finalmente logró penetrar en la neblina de locura que envolvía a su amante— ¡Por lo que más quieras, no la mates!Como si una poderosa fuerza lo hubiese abofeteado, Marcus parpadeó repetidamente y su semblante fue poco a poco recobrando la compostura. Miró primero a Maya con ojos desorbitados, y luego sus pupilas se desviaron hacia Rita, cuyo rostro se encontraba ya lívido e hinchado por la asfixia.Con un último gesto de desprecio, Marcus soltó bruscamente a la mujer y la emp