Silencio.
No se escuchaba nada más.
Después de varios minutos de pelea entre esos dos lobos ya no se oían sus gruñidos y aullidos. ¿Se fueron? ¿En donde demonios está Tate que no aparece? Salí de mi escondite lentamente y me fijé por la ventanilla, la calle estaba vacía. Se habían ido. Respiré aliviada, soltando el aire que tenía contenido. Jamás había experimentado un espectáculo así. Jamás. Me acerqué al asiento piloto y traté de encender el coche, pero era inútil. Dos golpes en mi ventanilla me hicieron saltar y gritar del susto.
—Abre —demandó una voz fuerte. Era Tate. Abrí la puerta rápidamente. —¿Qué te pasó? —me inquirió al verme tan asustada y con mi rímel regado por mis ojos. Me limpié la cara y los mocos, no me gustaba que me vieran así.
—¿Donde demonios estabas? —le pegué en el hombro.
—Tranquila, gatita —me tomó de las manos.
—No sabes lo qué pasó.
—¿Qué pasó? —su mirada se encontró con la mía. —Dime, ¿qué fue lo que viste?
Fruncí el ceño ante su gesto y su pregunta. ¿Qué está tratando de hacer?
—Yo vi... lobos —respondí sincera, no tenía la mejor intención de engañarlo.
—Te diré qué pasará, Sasha, irás a tu casa y harás como si nada de esto hubiera pasado, como si nunca te llamé y como si nunca miraste lobos, ¿entiendes?
¿Por qué hablaba de manera lenta y por qué me decía todo esto? Era imposible olvidar algo como eso.
—¿Qué? —me zafé de su agarre. Pareció desconcertado—No puedo hacer como si nada pasó cuando en realidad miré a dos enormes lobos pelearse Justo frente a mi. ¡Ese lobo iba a comerme! —chillé—¿Y quieres que lo olvide? Estás loco.
—¿Qué...? No entiendo —dijo mas para si mismo.
—Quiero irme a casa.
—Está bien. —giró la llave del coche y éste arrancó. Me quedé atónita ante eso ¡estaba sin gasolina!
—¿Como hiciste eso?
—¿Qué cosa?
—No tenía gasolina.
—Siempre queda una reserva —me explica como si yo fuera una tonta.
—Ah.
Tate manejó fuera del lugar, saliendo al fin de la avenida Jackson. Jamás volvería a entrar aquí. Jamás. Ahora entiendo por qué las personas que entran no salen, esos lobos se deben de deleitar con sus pequeños cuerpecitos. Me parece todo como un tipo de pesadilla. Mi casa no estaba lejos, de pronto estábamos frente a mi casa.
—Gracias por traerme —le dije, saliendo del coche. Tate también salió y me dio las llaves.
—¿Vives sola? —preguntó, pero en su tono de voz noté más como picardía.
—No, está Dory, mi nana.
—No creo que haya nadie —miró la oscuridad de mi casa. Creo que Dory se fue porque tardé demasiado y no la culpo.
—Pues creo que se fue antes —le estiré mi mano para que me diera la pulsera.
Tate dudó pero después sacó la pulsera de su bolsillo y me la entregó. Pero no quitó su mano de mi mano.
—Tate... —traté de zafarme. Su toque provocaba escalofríos en todo mi cuerpo y me asustaba ese sentimiento. De verdad que me aterraba. Tate se acercó a mi, pasándome unos mechones de pelo detrás de mi oreja. Se inclinó tanto que podía sentir su respiración en mi piel. Respiración que provocó escalofríos en todo mi cuerpo.
—Mírame —mandó en un susurro.
—No —respondí con voz débil así que me aclaré la garganta y dije de nuevo—: No.
—¿Por qué estás nerviosa? —con el rabillo del ojo pude notar que estaba sonriendo.
—No estoy nerviosa —reí nerviosa. Okay, esto es muy vergonzoso. Quité mi mano de la suya y bajé la mirada al piso.
—Sí lo estás. Dime, ¿por qué te pongo nerviosa? —susurró muy cerca de mi oído. Su mano acarició mi hombro.
Por Dios, ¿qué demonios estoy sintiendo? Apenas lo conozco de hoy y ya siento que su toque lo he sentido por años. ¿Qué está pasando? Porque no logro entender. Es algo tan extraño, tan raro. Elevé mi cara y retrocedí un poco.
—Nos veremos mañana, Tate —hice el amago de irme.
—¿No se te olvida algo?
—¿Qué? —fruncí el ceño.
—Mi beso.
Me reí.
—JAMÁS —caminé hacia la puerta de mi casa.
—Qué duermas bien, gatita.
Abrí la puerta y me adentré. Me sentía acaloradísima. Necesitaba un baño con agua fría urgente. Dejé las cosas en la mesa y me acerqué a la cocina. Moría de hambre. Dory me había dejado la cena hecha y se lo agradecía telepáticamente porque no tenía ánimos de ponerme a cocinar a estas horas de la noche. Las manos me temblaban y ni siquiera sabía por qué. Tate. Los lobos. La noche. La oscuridad. Todo había pasado tan rápido que hasta me pregunté si en realidad había pasado. Pero sí, había sido real. Muy real.
Comí un poco y después subí a mi habitación, me quité la ropa y me metí a bañar con agua caliente. Necesitaba esto para relajarme.
Minutos después estaba en pijama dispuesta a acostarme pero mi laptop empezó a sonar en una videollamada. Era Grace. Me senté y contesté.
—¿Qué haces, niña? —preguntó del otro lado de la pantalla. Tenía una barra de chocolate en sus manos y un montón de dulces en la cama.
—Me estaba bañando —respondí, dando un sorbo a mi té. —¿Terminaste el artículo?
—Sí, Justo acabo de venir a casa. Pero quedó listísimo para mañana —sonrió satisfecha. Me daba miedo ese artículo de mañana, más porque Grace ni siquiera pidió permiso a Tate o a los demás chicos para escribir sobre ellos. Tate parecía del tipo que no le gustaba que lo molestaran o sino pagarías las consecuencias. —La idiota de Marcela se morirá de la envidia cuando vea que mi artículo superará las vistas del suyo.
Marcela Steffano. Mi archienemiga desde pequeñas. En realidad ni siquiera sé por qué me odia. Siempre ha estado ahí molestándome. Su familia era rica, vivían en el barrio más lujoso del estado y siempre estaba a la moda.
—Como sea.
—Oye... —Grace mira fijamente la pantalla.
—¿Qué?
—¿Con quien más estas? —quiso saber, sonriendo un poco—¿Metiste a un chico a tu habitación y no me habías dicho? —me sonrió coqueta—Lo siento, no sabía que estarías ocupada.
—¿De que hablas? No hay nadie conmigo, Grace —le dije seria.
—No me digas esas cosas porque empezarás a asustarme y tendré que manejar hasta tu granja para comprobarlo.
—Es la verdad —miré los alrededores de mi habitación con mucho sigilo. Solo la luz del ordenador alumbraba mi cuarto. Entonces me empecé a sentir un poco mal, con miedo. Sentía que no estaba del todo sola aquí. Por la ventana se coló un aire tan frío que me provocó escalofríos.
—¿Sasha? Me estás haciendo una broma, es eso.
—No —la miré—Estoy sola, Grace.
—Estoy teniendo problemas de la vista entonces porque juro qué hay un chico detrás de ti, en esa esquina. —señaló—Dios, tendré que ir al oculista esta semana.
—Me asustas, Grace —le recriminé.
Grace se quedó viendo fijamente a ese punto exacto detrás de mi.
—Entonces si estás sola deberías de salir corriendo de inmediato de ahí, Sasha, porque el hombre está caminando Justo detrás de ti.
Me puse de pie y encendí la luz de prisa. La habitación se iluminó, no había nadie más aquí. El corazón me latía a mil por hora. No me sentía segura.
—¿Grace? —volví al computador pero la señal se había ido.
De nuevo.
Después de la extraña conversación que tuve con Grace me llamó desde el celular. Simplemente le dije que estaba equivocada y que no había nadie más en mi habitación. Al parecer se quedó más tranquila y la convencí de que no viniera. Estaba muy lejos y será mejor que ella no se exponga, aunque me estuviera muriendo del miedo. Dejé todas las luces encendidas, tenía mucho sueño pero no podía dormirme, sentía que no estaba del todo sola. Encendí un incienso y medité un poco, necesitaba despejar mi mente y dejar ir el miedo. Quizás eran las doce de la noche cuando me estaba quedando dormida ya.•La alarma del despertador suena. Arrugo mi cara en señal de desacuerdo y la apago de inmediato. Me sentía el cuerpo pesado y mis ojos me ardían. No solía desvelarme jamás, pero ayer fue una noche larga. Sentía que no había dormido absolutamente nada. Me puse de pie con pereza y me dirigí al baño, el agua me terminara de despertar. Solo quería volver a la cama y dormir toda la mañana.Después del b
—¿De que estás hablando? —le inquirí a Grace, porque la verdad no estaba entendiendo. Afuera había un chico alto y delgado sentando en el capo de su coche. Usaba una pollera blanca y su pelo era negro. Jamás lo había visto. —Él... te juro que sus rasgos son iguales al tipo que vi anoche en tu habitación —insistió Grace. Me tomó de la mano y me llevó casi corriendo hacia una ventana. Aquí se podía ver mucho mejor. Parece que no era de aquí, al igual que no eran de aquí Tate y su manada. Desde que vinieron han pasado cosas raras.—No seas loca, anoche no había nadie en mi habitación. Lo imaginaste, así que por favor deja de decir esas cosas. —Sasha, estoy hablando en serio. Anoche... —pareció arrepentirse—¿sabes que? Tienes razón, quizás estoy empezando a delirar —se reincorporó, suspirando profundo.—Tengo que ir a la dirección y de paso averiguaré... —miró a ambos lados como asegurándose de que nadie nos viera—...Lo de Tate, ya sabes. —Como sea, solo no te metas en problemas —aconse
—¿Cómo va todo por ahí? —la voz de mi madre suena cansada y aveces me arrepiento de quejarme tanto cuando, al fin y al cabo, está trabajando para que pueda comer y estar en el colegio. Sin embargo, eso no justifica que nunca esté conmigo. —Todo está normal como siempre —me dirijo escaleras arriba hacia mi habitación para poder hablar en tranquilidad. Grace estaría diciéndole a Dory que le prepare unos tacos a como solo ella sabía hacer. —¿Y tu? —Agotada por tanto trabajo pero el lunes llegaré, estaré una semana contigo, ¿no te emocionas? —Claro... —fue lo único que pude decir. Me hizo sentir como si me hiciera un favor que ella estuviera conmigo cuando en realidad era su deber. ¿Para que se pone a tener hijos si no verá por ellos? Y estoy hablando del cariño y la compañía no del dinero. Tantas veces que la madre de Grace ha estado en reuniones familiares representándonos porque a mi madre no le dio tiempo de venir o no le dieron permiso. Son muchas cosas. A veces creo que Dory es m
Me bajé también del jeep y me adentré a las instalaciones del colegio, especiando alcanzar a Tate porque no sabía qué había dicho o hecho para que se portara así conmigo. Pero no lo encontré ya, solamente estaban la mayoría de los estudiantes con la delgada revista estudiantil en sus manos, leyéndola. Me apresuré a llegar a la sala de juntas, a pesar de que era la presidenta me había ausentado estos días y no tuve la oportunidad de revisarla. No sabía lo que contenía eso. Los escritores estaba ahí, quiero decir los estudiantes que trabajan conmigo. Grace estaba en una ventana viendo para afuera. —Grace —la llamé. —Te vi venir con Tate —ronroneó—¿Te dijo algo? —¿Algo como de que? —Sobre la revista. —No, supongo que no la ha leído —tomé una revista y me senté en una mesa para ojearla un poco. Eran seis escritores de la revista estudiantil, como había dicho anteriormente, Grace se encargaba de los chismes y noticias de la farándula. Mike hacía entrevistas a los mejores alumnos y esc
—Me tengo que ir —le pasé de lado, tomando mi bolso. —Te llevo —me dijo de pronto. Me sorprendió porque hace rato estaba enojado conmigo y ahora está igual. Me acomodé lo que pude el pelo porque me imagino que debe de estar hecho un desastre. Y qué vergüenza con Tate. —No es necesario, me iré con Grace —giré de muevo, saliendo al pasillo. En eso me topé con otra persona: Elton. —Hola, Sasha. —sonrió de lado. Sentí que Tate se tensó a mi lado, al parecer no le caía nada bien este chico. Me dio curiosidad el sabe por qué no se llevaba bien. ¿Problemas de chicas? —Hola. —medio sonreí. —Escuché lo de tu pelea con esa chica que se llama Marcela. —Me imagino, como todos aquí. —me encogí de hombros. —¿Qué haces aquí, Elton? Que yo sepa no estudias aquí. —Paterson, no te había visto —lo molestó—Pensé que estabas con Marcela, como la llevas a todos lados. Sentí como una estocada en mi pecho en ese momento, como si me hubieran dado una puñalada. Miré a Tate y él me miró, parece que le
Elton parecía un poco extraño esta noche, en especial con Tate, lo miraba con mucho odio. Sus ojos eran ahora de un color negro cuando hace unas horas eran miel con verde. —Vamonos de aqui —me repitió Tate, queriendo llevarme hacia la salida. —¿Qué te pasa? —me zafé de su agarre—¿Que? ¿Marcela no quiso estar contigo así que por eso vienes por mi? —lo molesté, sabiendo que quizás sonaría loca o paranoica, pero era la verdad. Tate Paterson era mentiroso y no sabía lo que quería de mi, no sabía el juego que se tenían todos ellos, aunque a simple vista pareciera que nadie lo manipula. Al parecer las apariencias engañan. —Sasha... —Ven conmigo, Sasha, Grace está por aquí. Me fui con Elton hacia donde se supone que estaba Grace con su nuevo amigo. Habían muchísimas personas, me empecé a sentir mal la verdad, me sentía sofocada, no quería estar aquí. Solo pensar que Tate esta jugando conmigo me pone de malhumor. Es un idiota. Grace estaba con su nuevo amigo platicando animadamente, me
Se sentía extraño tener los labios de alguien más en mi boca, es decir, empecé a sentir un cosquilleo en mi estómago y mis piernas me temblaron. Tate parecía todo un profesional con sus labios. Le seguí el ritmo intentando no parecer torpe, pero más que todo no pensé en si parecería torpe solamente disfruté mi primer beso, disfruté de tenerlo con Tate. Me acarició mi mejilla lentamente provocando pequeños escalofríos en mi cuerpo. Sentí una tranquilidad enorme en este momento, mis miedos, mis preocupaciones, mi ansiedad se había ido. Y el enojo también. Cuando nos separamos me sentí aún más extraña porque no sabía que venía después. ¿Le habrá gustado? ¿Y si no le gustó? ¿Y si hice las cosas mal? ¿Y si tengo mal aliento? Todos los pensamientos malos se colaron en mi mente y me hicieron sentir aún peor. —Quiero recostarme ya —fue lo único que dije, tomándolo completamente por sorpresa. Prefería actuar fría yo a que el lo hiciera, sería más doloroso. Si no le gustó el beso prefiero no s
—¡Tate! —lo empujé—¿Qué estás haciendo? —Besar lo que es mío —me tomó de los brazos para que no siguiera empujándolo—A mi no me interesa si hubo alguien antes de ti o no. —Supéralo ya —me zafé—Dejemos esto así, ¿quieres? —Por mi está bien pero no quiero que sigas pensando esas cosas porque no son reales. Traté de tranquilizarme un poco y pensar con claridad. No tenía nada que ver la verdad, apenas conocía a Tate así que sus cosas no me afectaban, ¿verdad? ¿Entonces por qué demonios me puse en este plan? Yo no era asi y ni quiero a serlo. —Está bien. Tengo que arreglarme para ir a clases. —No creo que haya clases hoy. —¿Por qué? —Por lo que pasó anoche. Todos deben de estar enterados. Fruncí el ceño ante su comentario. Anoche en la fiesta hubieron lobos, si, pero también lastimaron a personas. Sentí algo en mi pecho porque lo había olvidado por completo. El miedo y la ansiedad volvieron. ¡Me había olvidado! Tomé el celular y le marqué de inmediato a Grace. —Bueno... —sonó ado