—Tengo que quedarme más tiempo, la revista de mañana tiene que quedar lista hoy.
Nos habíamos quedado un buen rato después de clases porque éramos los encargados de la revista estudiantil. Yo manejaba el tema de los reportes a alumnos que hicieron algún acto importante para la institución. La semana pasada había entrevistado a Ryan Grant, el capitán del equipo de futbol americano quien había ganado una medalla de oro en la final. Había jugado increíblemente y necesitaba tenerlo en la portada esta semana. Mi trabajo estaba hecho. Grace se encargaba de la parte de noticias de último momento en donde me había comentado que pondría la primicia de que los nuevos alumnos eran extremadamente guapos etc.
—Está bien, me quedaría acompañándote pero tengo algo que hacer —le respondí, tomando mis cosas—Te veré mañana.
—¿Como que mañana? —me inquirió—te llamaré en la noche.
—Está bien —rodé los ojos—Nos vemos.
Salí de la sección. Los pasillos estaban solitarios, tenía tanto tiempo pasando por aquí que era la primera vez que me sentía observada. La oscuridad me observaba. Le resté importancia y salí de ahí. Mi escarabajo estaba al final del parqueadero, me monté y manejé lejos de la preparatoria.
Tate.
Sus ojos se cuelan en mis pensamientos. Necesitaba quitarle mi pulsera cuanto antes, era un regalo muy especial para mi y ni siquiera conocía a ese chico. Pero ni siquiera sabía cómo encontrarlo. Mi teléfono celular suena en ese momento así que contesto rápidamente, aunque no me gusta contestar mientras voy manejando. Me aparqué a un lado de la carretera.
—¿Bueno?
Era un número desconocido.
—Hola, gatita.
Fruncí el ceño.
—¿Quién habla?
—Tengo algo que te pertenece.
Su voz me parecía tan familiar.
—¿Tate?
—El mismo. ¿Quieres recuperar la pulsera?
—Obvio, devuélvemela de inmediato —demandé.
—¿Siempre eres así de gruñona?
—No estoy bromeando —respondí. La noche estaba muy oscura el día de hoy, ni siquiera había luna, entonces me dio un poco de miedo el hecho de quedarme aparcada en medio de la nada. Sola. Encendí el coche de nuevo y lo puse en marcha, pero lento.
—Si la quieres tienes que venir por ella —se burló. No sabía por qué se burlaba así de mi. —¿Tienes donde anotar?
—Ni sueñes que iré a un lugar de esos raros a los que debes de asistir.
—Bueno, entonces despídete de ella. Es una lástima, se ve que tenía mucho sentimiento para ti.
Apreté las manos al volante, tratando de no perder la cordura. Odiaba hacer caso a lo que los demás mandaban. No era así. Pero Tate tenía algo que era muy importante para mi y no tenía otra elección.
—¿A donde quieres que vaya?
—A mi casa. Hicimos una pequeña reunión afuera. Adéntrate en la avenida Jackson y toma el camino de la izquierda. Ese te lleva directo a mi casa. Te espero, gatita. No tardes.
Terminó la llamada.
Sentí una pequeña opresión en el pecho al recordar el nombre que me había dicho: avenida Jackson. Nadie entraba, era bien sabido que si entrabas en ese camino no salías. Al menos eso es lo que se cuenta. Ese lugar estaba rodeado de bosques y de oscuridad, se dice que sus caminos son como un laberinto y que también hay muchos animales salvajes ahí dentro. ¿Y si es broma? ¿Y si Tate me está mintiendo? No tendría por qué hacerlo. No ganaría nada con eso.
Respiré profundo y manejé hacia la avenida, estaba a solo unos metros de mi. A lo lejos la pude ver, había un rótulo en pequeño que decía avenida Jackson en amarillo. Tenía muchos escritos que decían no pasar o con cuidado.
Me adentré. El camino aquí era de tierra, el clima se hizo más frío. Subí mis ventanas para evitar cualquier tipo de cosa. ¿Que camino me dijo que tomara? ¡Ya no recuerdo! Cuando llegué a un desvío de dos caminos me detuve. Quise llamar a Tate de nuevo pero no lo haría. Opté por el camino de la derecha.
Me pregunto a cuanta distancia estará la casa de Tate. Siento que he manejado mucho y no encuentro nada. Un ruido proveniente de mi coche me hace entrar el pánico.
—No, ahora no.
El coche se detuvo. ¡Mierda! Olvidé ponerle gasolina. Es que la verdad no tenía idea de que estos caminos fueran tan lejos. Y ahora me he quedado aquí a la deriva, aquí no hay nada. Tomé mi celular dispuesta a llamar a Tate pero este no tenía señal. Típico de las películas de terror, sin señal. Solo espero que no venga un hombre con un hacha e intente matarme. Mientras más escenarios catastróficos pasan por mi mente peor me ponía. De pronto me empezó a faltar el aire así que me salí del coche. Necesitaba un poco de señal
Busqué y busqué la señal, en el bosque quizás haya. Me adentré un poco.... Una rayita. ¡Si! Seguí avanzando más hasta que tenía dos rayitas. Creo que con eso puedo llamar a alguien. Me debatí si llamar a Grace o a Tate. Grace está muy lejos de aquí y no sabía si tenía el valor de venir y Tate estaba más cerca. Llamé a Tate.
Un, dos, tres... contestó:
—Te estoy esperando, gatita.
—Oye, se le acabó la gasolina a mi coche.
—Qué mala suerte tienes—se burló.
—No es gracioso.
—Tomé el camino de la derecha a como me dijiste pero...
—Aguarda un momento. Te dije el camino de la izquierda.
—¿Qué?
—Sasha, ¿estás dentro del auto? —preguntó.
—No, vine al bosque para poder llamarte. No hay señal en la carretera.
—Sasha, entra al auto y no salgas de ahí. Corre, no salgas, iré por ti.
—¿Qué? No entiendo qué pasa.
La comunicación se cortó, pero en eso escuché un aullido muy, muy cerca. Me asusté, mirando para todos lados. Pasos, escuché pasos cerca. Retrocedí, sintiéndome aterrada porque había un lobo acechando por ahí. Di media vuelta, tratando de no hacer ruido con mis pies para poder llegar a la carretera, pero era inútil, las hojas secas me delataban. Otro aullido más me confirmó que el lobo estaba por aquí. Si no me muevo no me ve. Me quedé quita cerca de un árbol, esperando.
Entonces lo vi: a una distancia considerable apareció un enorme animal de pelaje gris. No era un lobo... era mucho más grande, enorme. Sus dientes tenían sangre, acababa de cazar. Dejé de respirar en ese momento. Lo único que quería era salir corriendo de ahí. Tengo qué... como auto reflejo di un paso, pero las hojas me delataron y el lobo me miró, gruñéndome. Era mi señal para correr. Empecé a correr lo más rápido que pude, sintiendo las pisadas del lobo detrás de mi. Grité también. Cuando llegué a la carretera corrí pero me tropecé en medio. Di media vuelta solo para esperar la mordida del lobo, pero en cuanto ese lobo enorme saltó, otro animal lo empujó lejos.
Otro lobo. Este era negro. Y se posicionó a la par mía como un escudo. El lobo gris se lanzó al lobo negro y los dos empezaron a pelearse. Aproveché para meterme a mi carro, me hice un ovillo bajo los asiento y me quedé a esperar a Tate.
Silencio.No se escuchaba nada más.Después de varios minutos de pelea entre esos dos lobos ya no se oían sus gruñidos y aullidos. ¿Se fueron? ¿En donde demonios está Tate que no aparece? Salí de mi escondite lentamente y me fijé por la ventanilla, la calle estaba vacía. Se habían ido. Respiré aliviada, soltando el aire que tenía contenido. Jamás había experimentado un espectáculo así. Jamás. Me acerqué al asiento piloto y traté de encender el coche, pero era inútil. Dos golpes en mi ventanilla me hicieron saltar y gritar del susto.—Abre —demandó una voz fuerte. Era Tate. Abrí la puerta rápidamente. —¿Qué te pasó? —me inquirió al verme tan asustada y con mi rímel regado por mis ojos. Me limpié la cara y los mocos, no me gustaba que me vieran así.—¿Donde demonios estabas? —le pegué en el hombro.—Tranquila, gatita —me tomó de las manos.—No sabes lo qué pasó.—¿Qué pasó? —su mirada se encontró con la mía. —Dime, ¿qué fue lo que viste?Fruncí el ceño ante su gesto y su pregunta. ¿Qué
Después de la extraña conversación que tuve con Grace me llamó desde el celular. Simplemente le dije que estaba equivocada y que no había nadie más en mi habitación. Al parecer se quedó más tranquila y la convencí de que no viniera. Estaba muy lejos y será mejor que ella no se exponga, aunque me estuviera muriendo del miedo. Dejé todas las luces encendidas, tenía mucho sueño pero no podía dormirme, sentía que no estaba del todo sola. Encendí un incienso y medité un poco, necesitaba despejar mi mente y dejar ir el miedo. Quizás eran las doce de la noche cuando me estaba quedando dormida ya.•La alarma del despertador suena. Arrugo mi cara en señal de desacuerdo y la apago de inmediato. Me sentía el cuerpo pesado y mis ojos me ardían. No solía desvelarme jamás, pero ayer fue una noche larga. Sentía que no había dormido absolutamente nada. Me puse de pie con pereza y me dirigí al baño, el agua me terminara de despertar. Solo quería volver a la cama y dormir toda la mañana.Después del b
—¿De que estás hablando? —le inquirí a Grace, porque la verdad no estaba entendiendo. Afuera había un chico alto y delgado sentando en el capo de su coche. Usaba una pollera blanca y su pelo era negro. Jamás lo había visto. —Él... te juro que sus rasgos son iguales al tipo que vi anoche en tu habitación —insistió Grace. Me tomó de la mano y me llevó casi corriendo hacia una ventana. Aquí se podía ver mucho mejor. Parece que no era de aquí, al igual que no eran de aquí Tate y su manada. Desde que vinieron han pasado cosas raras.—No seas loca, anoche no había nadie en mi habitación. Lo imaginaste, así que por favor deja de decir esas cosas. —Sasha, estoy hablando en serio. Anoche... —pareció arrepentirse—¿sabes que? Tienes razón, quizás estoy empezando a delirar —se reincorporó, suspirando profundo.—Tengo que ir a la dirección y de paso averiguaré... —miró a ambos lados como asegurándose de que nadie nos viera—...Lo de Tate, ya sabes. —Como sea, solo no te metas en problemas —aconse
—¿Cómo va todo por ahí? —la voz de mi madre suena cansada y aveces me arrepiento de quejarme tanto cuando, al fin y al cabo, está trabajando para que pueda comer y estar en el colegio. Sin embargo, eso no justifica que nunca esté conmigo. —Todo está normal como siempre —me dirijo escaleras arriba hacia mi habitación para poder hablar en tranquilidad. Grace estaría diciéndole a Dory que le prepare unos tacos a como solo ella sabía hacer. —¿Y tu? —Agotada por tanto trabajo pero el lunes llegaré, estaré una semana contigo, ¿no te emocionas? —Claro... —fue lo único que pude decir. Me hizo sentir como si me hiciera un favor que ella estuviera conmigo cuando en realidad era su deber. ¿Para que se pone a tener hijos si no verá por ellos? Y estoy hablando del cariño y la compañía no del dinero. Tantas veces que la madre de Grace ha estado en reuniones familiares representándonos porque a mi madre no le dio tiempo de venir o no le dieron permiso. Son muchas cosas. A veces creo que Dory es m
Me bajé también del jeep y me adentré a las instalaciones del colegio, especiando alcanzar a Tate porque no sabía qué había dicho o hecho para que se portara así conmigo. Pero no lo encontré ya, solamente estaban la mayoría de los estudiantes con la delgada revista estudiantil en sus manos, leyéndola. Me apresuré a llegar a la sala de juntas, a pesar de que era la presidenta me había ausentado estos días y no tuve la oportunidad de revisarla. No sabía lo que contenía eso. Los escritores estaba ahí, quiero decir los estudiantes que trabajan conmigo. Grace estaba en una ventana viendo para afuera. —Grace —la llamé. —Te vi venir con Tate —ronroneó—¿Te dijo algo? —¿Algo como de que? —Sobre la revista. —No, supongo que no la ha leído —tomé una revista y me senté en una mesa para ojearla un poco. Eran seis escritores de la revista estudiantil, como había dicho anteriormente, Grace se encargaba de los chismes y noticias de la farándula. Mike hacía entrevistas a los mejores alumnos y esc
—Me tengo que ir —le pasé de lado, tomando mi bolso. —Te llevo —me dijo de pronto. Me sorprendió porque hace rato estaba enojado conmigo y ahora está igual. Me acomodé lo que pude el pelo porque me imagino que debe de estar hecho un desastre. Y qué vergüenza con Tate. —No es necesario, me iré con Grace —giré de muevo, saliendo al pasillo. En eso me topé con otra persona: Elton. —Hola, Sasha. —sonrió de lado. Sentí que Tate se tensó a mi lado, al parecer no le caía nada bien este chico. Me dio curiosidad el sabe por qué no se llevaba bien. ¿Problemas de chicas? —Hola. —medio sonreí. —Escuché lo de tu pelea con esa chica que se llama Marcela. —Me imagino, como todos aquí. —me encogí de hombros. —¿Qué haces aquí, Elton? Que yo sepa no estudias aquí. —Paterson, no te había visto —lo molestó—Pensé que estabas con Marcela, como la llevas a todos lados. Sentí como una estocada en mi pecho en ese momento, como si me hubieran dado una puñalada. Miré a Tate y él me miró, parece que le
Elton parecía un poco extraño esta noche, en especial con Tate, lo miraba con mucho odio. Sus ojos eran ahora de un color negro cuando hace unas horas eran miel con verde. —Vamonos de aqui —me repitió Tate, queriendo llevarme hacia la salida. —¿Qué te pasa? —me zafé de su agarre—¿Que? ¿Marcela no quiso estar contigo así que por eso vienes por mi? —lo molesté, sabiendo que quizás sonaría loca o paranoica, pero era la verdad. Tate Paterson era mentiroso y no sabía lo que quería de mi, no sabía el juego que se tenían todos ellos, aunque a simple vista pareciera que nadie lo manipula. Al parecer las apariencias engañan. —Sasha... —Ven conmigo, Sasha, Grace está por aquí. Me fui con Elton hacia donde se supone que estaba Grace con su nuevo amigo. Habían muchísimas personas, me empecé a sentir mal la verdad, me sentía sofocada, no quería estar aquí. Solo pensar que Tate esta jugando conmigo me pone de malhumor. Es un idiota. Grace estaba con su nuevo amigo platicando animadamente, me
Se sentía extraño tener los labios de alguien más en mi boca, es decir, empecé a sentir un cosquilleo en mi estómago y mis piernas me temblaron. Tate parecía todo un profesional con sus labios. Le seguí el ritmo intentando no parecer torpe, pero más que todo no pensé en si parecería torpe solamente disfruté mi primer beso, disfruté de tenerlo con Tate. Me acarició mi mejilla lentamente provocando pequeños escalofríos en mi cuerpo. Sentí una tranquilidad enorme en este momento, mis miedos, mis preocupaciones, mi ansiedad se había ido. Y el enojo también. Cuando nos separamos me sentí aún más extraña porque no sabía que venía después. ¿Le habrá gustado? ¿Y si no le gustó? ¿Y si hice las cosas mal? ¿Y si tengo mal aliento? Todos los pensamientos malos se colaron en mi mente y me hicieron sentir aún peor. —Quiero recostarme ya —fue lo único que dije, tomándolo completamente por sorpresa. Prefería actuar fría yo a que el lo hiciera, sería más doloroso. Si no le gustó el beso prefiero no s