Abril LaraLos días comenzaron a pasar, cada día moverme era mucho más fácil. La compañía de Elías me hacía los días mucho más alegres a pesar de que extrañaba mucho a mis padres. Hablaba con mamá algunos días, mi tía venía seguido a visitarme incluso Elías le propuso que se quedará a vivir aquí para que pudiera encargarse de llevar la casa, pero ella negó la propuesta, no quería dejar de lado la florería.Fui aprendiendo poco a poco sobre la rutina de Elías, gran parte del día se la pasaba encerrado en el sótano de la casa, ahí tenía una especie de taller en la que trabajaba construyendo robots y otras cosas que no entendía mucho, pero me hacían sentir orgullosa de él.—Señorita, su medicamento —escuche la voz del robot gracioso, era como una especie de mascota que siempre estaba detrás de mí, monitoreando mi salud.—¿Puedo llamarte de otro modo? ¿R2 es un nombre muy seco, no crees? —reí bajito, ya sabía que el robot no podía pensar por sí mismo pues Elías me había dicho antes que él
Sonrío con malicia. Atraigo sus caderas pegándolas justo en el interior de mi entrepierna sin dejar que entre en mí. Comienzo besando y chupando el lóbulo de su oreja izquierda con deleite, bajo por toda su piel hasta su cuello donde me detengo besándolo con esmero mientras él suspira de placer.Sus manos se pierden entre mi melena al tiempo que comienza a hacer lo mismo, besa mi cuello provocando pequeños espasmos en mi feminidad. Con cuidado abre los botones delanteros de mi vestido, desde que me operaron he optado por los vestidos que se abren por el frente para no lastimar la herida, aunque eso ya es más mental, se supone que ya he pasado la etapa de recuperación. Le ayudo a deshacerse de él y lo pone junto a mi sobre el tocador, dejando expuestos mis pequeños pechos pues tampoco estoy utilizando sostén. Al ver mi piel desnuda el semblante de Elías se ensombrece tragando grueso, acaricia la piel de mi cuello con ambas manos bajando lentamente hasta llegar a mis hombros.Con sus pu
Abril LaraEra la segunda vez que miraba a mi espalda para encontrarme con la mirada de Elías que me alentaba a tocar la puerta de madera que tenía frente a mí, había venido hasta esta ciudad a dos horas de la Capital, para enfrentar todos los miedos, frustraciones, preocupaciones y problemas que sabía no podía evadir para toda mi vida.Mi móvil sonó, una ligera sonrisa se dibujo en mi rostro al ver que la llamada era de Elías.Conteste.—Puedo acompañarte si es demasiado difícil para ti —exhalo.Lo miré de nuevo negando con la cabeza, él me observaba desde el auto sobre la calle frente a esta casa en la que mis padres habían estado viviendo el último año, después de mudarse de la capital.—Puedo hacerlo sola… —conteste respirando profundo. Debes poder Abril, pensé.Toque el timbre junto a la puerta, esperaba que él estuviera en casa. Los segundos que pasaron fueron eternos en lo que sentí que los nervios me sobrepasaban.Finalmente, la puerta se abrió, mi padre estaba llamando por te
Elias FerrerDe vez en cuando mientras conduzco miró a Abril quien mantiene la vista fija al cristal de la ventana. Nos dirigimos a casa de mis padres. Me ha dicho que esta bien que solo necesita estar un momento en silencio, le doy tiempo para que digiera la conversación que tuvo con su padre, cuando ella se sienta lista me contará lo que hablaron.Al parar en un semáforo, tomo su mano, la acarició con suavidad como muestra de apoyo, ella sonríe, su carita de Ángel siempre me derrite.Pero hay una cosa que me mantiene muy inquieto, mamá ha estado algo sospechosa, cuando me llamó para que fuéramos a su casa el tono de su voz era diferente al de siempre, no quiso darme más detalles.Cuando llegamos a casa me llevo la sorpresa de que mi tío Elian está en el living de la casa de mis padres hablando con ellos, por su semblante serio pienso que estaban esperando a que llegáramos. Abril los saluda con entusiasmo, yo hago lo mismo pero no puedo evitar analizar el rostro de mis padres.—Me da
Elias FerrerSubí a mi habitación con un sabor agridulce en mi boca. Abrí la puerta despacio pensando que Abril estaría ya recostada, pero estaba sentada en el taburete frente al tocador, peinando su cabello. Caminé despacio hacía ella, sonreí al encontrarse nuestras miradas por el reflejo del espejo. La abracé rodeando con mis brazos su cuerpo y dejando que el aroma de su cabello con olor a flores inundara mis fosas nasales, un estremecimiento grato de placer me recorrió por el cuerpo.La amaba, era la mujer que no espere conocer en mi vida, ella era todo por lo que mi ser tenía un sentido.—¿Pasa algo? —preguntó en voz baja al mismo tiempo que recargó su mejilla en la mía. Deposité un beso en ella, negando.—Vamos a la cama —le propuse tomando su mano para que se pusiera de pie. Ella dejo su cepillo sobre la mesita de madera blanca, se puso de pie pero recargo su cuerpo en ella, mirándome con esos ojos color avellana que alteraban mis sentidos.—Algo tienes —dijo suavizando su voz,
Abril LaraEl tan esperado día llegó. El día en que regresaría a la universidad para terminar mis estudios, estaba feliz, espere este día con muchas ansias, incluso por la noche no pude reconciliar el sueño como se debe. Pero no me importaba, no estaba cansada al contrario, caminaba de un lado al otro de la habitación preparando mi mochila, quería que este día fuera perfecto para mí.Me mire en el espejo, sentía una mezcla de emociones al verme de nuevo con el uniforme de medicina. Vestía una bata de laboratorio de algodón puro que caía elegantemente hasta mis tobillos, con mangas largas que me proporcionaban un aspecto profesional y pulcro. La bata tenía cierres en la parte delantera que resaltaban mi cintura, y el cuello alto me daba un aire de seriedad. Debajo de la bata llevaba una blusa de algodón que asomaba sutilmente hacia afuera, a juego con esto y pantalón de tela del mismo color que se ajustaba cómodamente a mis piernas sin ser demasiado ceñido. También llevaba puestos unos
Capítulo 35Abril LaraMiro a través del vaso de cristal con agua que mi tía me acaba de dar. Estamos en su apartamento, se suponía que comeríamos juntos Elías, ella y yo, para contarles como me había ido en la universidad. Comenzaba a sentir que mi corazón latía con fuerza, estaba preocupada. Nunca antes había sentido este sentimiento de temor por alguien que amo.Muerdo mi labio inferior.—Todo estará bien Abril, confiemos en que tal vez Elías tuvo algo importante que hacer, cuando regrese lo aclarará —dice mi tía, tratando de darme ánimos.Niego.—Me hubiera dicho está mañana, si tenía algo importante, algo está pasando, debería llamar a su madre de nuevo.Mi tía asiente sentándose a lado mío, frotando mi espalda en un movimiento suave para tratar de tranquilizarme.Marco el número de mi suegra, tarda en contestar, después de varios timbres responde la llamada.—Sabe algo de Elías, Sally —me adelanto a preguntar. Hay un silencio del otro lado de la línea. Mis nervios están al limit
Elías FerrerAbrí mis ojos, el recuerdo de los golpes ya solo quedaba en mi memoria, me puse de pie rápidamente. Estos tipos…Lleve mis manos al rostro, preocupado de que en cualquier momento alguien descubriera mi secreto.En ese momento las puertas de la fría y oscura habitación se abrieron. Era el mismo tipo con pasamontañas de ayer.Cuando me miró sonrío —pero que, fenómeno creo tu madre… —hasta el último de mis poros se estremeció de terror, se acercó apretando mi barbilla con fuerza, analizando cada centímetro de mi rostro que ya no tenía rastro alguno de la golpiza que me habían propinado ayer, su mirada era de una incrédula admiración pero también podía ver la codicia que de pronto se reflejo en sus ojos —por esto Sally Brin cancelo sus investigaciones.No tardó ni un par de segundos cuando llamo a sus hombres de nuevo para que vinieran a golpearme otra vez, está vez alcance a escuchar que les dijo “déjenlo moribundo pero no lo maten”.Cuando caí al suelo alce mi vista para ve