De pie junto al Alfa, Kary por fin se percata de los nuevos arañazos que se había hecho luchando contra la última invasión Bell. Aunque no lo demostraba, ella lo conocía lo suficiente como para reconocer la tensión en su cuerpo que delataba su dolor cuando fue a recoger su pistola desechada.

—Entonces, ¿debería preocuparme por si Shys nos gasta bromas en mitad de la madrugada?—preguntó mientras se deshacía de los pantalones que encontró en la sala de higiene.

Lark se rió por el tono divertido de su mujer—. No, ahora no. Shys se ha ido a cazar por ahí.

—¿Esa corriente de aire frío que sentimos antes de que desapareciera?—más que pregunta, era una especie de afirmación para confirmarlo.

—Sí. Incluso creo que pudo haberse retirado por esa grieta detrás del jardín. No creo que vaya a ningún lado que no conozca, porque le forzará si va a un destino en el que no haya estado antes—explicó mientras devolvía el arma que ya ha sido usada a la caja dentro del armario—. No nos molestará más hoy.