Jack se levanta con el mismo humor de perros de siempre, aunque estos últimos tres días ha estado realmente insoportable por culpa de la exigencia de su padre.
Sale de su departamento de emergencia, ese que tiene sobre su oficina para los días que no quiere salir de allí, y comienza a ver la lista de las candidatas. En total sólo cuatro quedaron, puesto que varias de ellas al no saber para qué era la entrevista, desistieron de ir.
—Cobardes —gruñe cuando se sienta tras su escritorio.
Ha dado la orden de que pasen directamente a la entrevista, las citó a todas a la misma hora y quiere saber quién llegará primero. Aunque no se molestó en ver sus rostros, siente cierta ansiedad por saber qué prospectos le llegarán.
Sonríe con satisfacción, ve la hora y faltan veinte minutos para que comiencen a llegar, se pone de pie para mirar por la ventana, allí se siente el dueño del mundo, intocable e inaccesible. El sonido del intercomunicador lo interrumpe en su alabanza personal y se acerca para responder molesto.
Por supuesto, lo hace con el mismo tono que usa para todos. Pero la respuesta que recibe lo deja helado, no por las palabras, sino por el tono de voz de la chica.
—Vengo a la entrevista de trabajo —la frágil voz lo deja con curiosidad y en lugar de decirle que pase, va él mismo a abrirle las puertas.
Cuando lo hace, su mirada se posa en esos ojos ámbares que lo miran con curiosidad. Aunque se ha encogido por su presencia, su mirada no es de miedo y eso… eso le atrae.
—Buenos días, señor Gosling —le dice nuevamente con esa melodiosa voz y Jack cierra los ojos para saborearla. Mientras que ella se pierde en la presencia de aquel hombre de ojos negros.
Nunca… jamás en su vida una mujer le ofreció a Jack esas sensaciones. Vuelve a abrir los ojos y los posa sobre ella, va con esa gabardina blanca y parece un ángel. Le extiende la mano para saludarla, ella la acepta enseguida, sin temor, no como todas las personas que se presentan ante él por primera, segunda o enésima vez.
La corriente que sienten fluir es innegable, ella retira la mano con rapidez y baja la mirada algo sonrojada.
—Adelante —le dice con esa voz profunda que la hace sentir en peligro y al mismo tiempo protegida de todo, es algo confuso e inexplicable.
—Gracias —Luna evita mirar el espacio en el que se encuentra, pues no quiere parecer curiosa, pero en una mesa de centro de color negro ve un huevo Fabergé—. ¡Que hermoso! Me encanta la historia de estos huevos, fueron creados para… —Luna se detiene y se gira para ver a Jack—, lo siento, no quise ser impertinente.
—Por favor, tome asiento —«¿por favor?» se pregunta en su mente, él jamás pide por favor ni da las gracias. Se aclara la garganta y frunce el ceño, volviendo a adoptar esa voz autoritaria—. Allí.
Ella hace lo que Jack le pide, se acerca al enorme sofá, se quita la gabardina y la deja perfectamente acomodada a su lado junto a su bolso, lo que a Jack se le hace de lo más excitante, una mujer que sabe comportarse como esas damas en extinción.
—Quiero saber ¿por qué aceptó venir a esta entrevista sin saber para qué era exactamente?
—Porque lo necesito.
—Como todas las candidatas, seguramente —dice con ese sarcasmo que no lo abandona, pero ella sólo sonríe—. ¿Se considera usted inteligente, bella, de buena salud y dispuesta a todo?
—Todas menos lo de bella —le dice con una risita nerviosa—. Pero supongo que puedo ser aceptable.
La manera en que se encoge de hombros le dice a Jack que habla muy en serio. Sus ojos son dos ventanas, no hay nada en ella que se oculte.
Jack la mira desde donde está, apoyado en su escritorio, da un par de pasos hacia ella y se sienta en un sillón frente a Luna. La evalúa con intensidad y, aunque ella se siente incómoda, no aparta la mirada.
—No puede hablar así… —quiere decirle que es hermosa, pero si lo hace reaccionará como todas las mujeres que han recibido un cumplido de él: creerá que pueden hacer lo que quieran y no es así. Prefiere hacerle una ligera pregunta de inteligencia con lo que acaba de ver—. Quiero que me diga ¿por qué le gustan los huevos Fabergé?
—Oh, eso es por la historia de su origen. Un hombre enamorado quiso hacerle un obsequio especial a su esposa, algo que fuera único, sólo para ella. Es lindo, romántico, una gran demostración de amor.
—¿Usted cree en el amor?
—No —Jack no puede evitar dar un respingo ante la respuesta tajante de Luna—. Es imposible creer en el amor cuando a uno le rompen el corazón.
—Creo que en eso coincidimos perfectamente —se miran fijamente, esa intensidad de Jack versus la dulzura de Luna es como un magnetismo—. Por cierto, no me ha dicho su nombre.
—Oh, disculpe mi descortesía —se pone de pie y camina hacia Jack con la mano extendida y esa sonrisa que la hace ver más atractiva—. Luna Walsh.
—Muy bien señorita, Walsh… —está a punto de hacer una pregunta acerca de sus actividades mientras estrecha su mano otra vez sólo para sentir esa corriente que lo adormece, pero el intercomunicador suena. Con el mismo mal carácter de siempre, Jack responde gritando—. ¡Pase!
La puerta se abre y entra una rubia despampanante, alta, de ojos azules intensos. Va con un vestido formal, pero que deja ver sus curvas a la perfección. Tras ella Jack logra ver a dos mujeres más que se ven casi como la rubia, eso lo pone de malhumor, porque tal parce que han ido a la audición para una película o a buscar trabajo de fulana.
Se pone de pie, camina hacia la rubia, la toma por el brazo con violencia y la saca de allí casi tirándola sobre las otras.
—¡Fuera todas!
—P-pero hemos venido a la entrevista de trabajo —dice una de ellas y eso sólo enfurece más a Jack, quien odia que lo debatan.
—¡Pues ya no hay oferta de trabajo! El puesto está cubierto… algo que no se puede decir de ustedes.
Las mira con odio y asco, las mujeres se encogen por la vergüenza y salen de allí por el mismo lugar por el cual llegaron. Luna ve la escena algo contrariada y muy sorprendida. Jack llega con ella y se para a escasos centímetros de la chica.
—¿Es verdad que el puesto está cubierto? Creo que he perdido mi oportunidad —dice decepcionada, pensando que no es ella quien se ha quedado con el puesto porque Jack no le ha dicho nada. Se gira para tomar sus cosas, pero el hombre la detiene.
—¿De qué habla? Usted se ha quedado con el puesto —Luna se gira para verlo a la cara sorprendida y sin pensarlo se lanza sobre él para abrazarlo, algo que Jack no sabe cómo tomar.
—¡Gracias! Muchas gracias, no sabe lo importante que es para mí —lo mira a los ojos algo avergonzada, se arregla la ropa y pregunta más compuesta—. ¿Cuándo debo comenzar? Pero lo más importante, ¿qué es lo que debo hacer? ¿Cuáles serán mis funciones?
—Muy simple —dice él con esa sonrisa mezcla de seducción y maldad—. Usted, señorita Walsh, será la madre de mi hijo.
Luna se queda con la boca abierta, como si le hubiesen quitado el aire y se deja caer en el sofá, sin salir de su sorpresa.
Luna intenta procesar aquella información, pero sencillamente no puede.Es verdad que se imaginó algo sucio tras aquel anuncio, pero jamás se imaginó que sería algo tan… no tiene idea de cómo verlo. Ve a los ojos a Jack para buscar algún atisbo de broma, pero allí sólo ve la oscura seriedad del hombre.—¿Es en serio? —le pregunta con la voz temblorosa.—Yo no hago bromas, señorita Walsh.—Pero… —Luna mira a todos lados, se siente perdida y de pronto el lugar se le hace demasiado enorme. O tal vez siempre lo fue, pero ella no se dio cuenta de ello—. Yo no quiero involucrarme con nadie sentimentalmente, le dije que estoy pasando por una ruptura.—Y yo le dije que no creo en el amor.—Entonces, ¿cómo se supone que tendré a su hijo?—Primero, para f0llar no se necesita sentir amor —le dice con brusquedad y ella se siente más perdida—. Segundo, el sexo no es el único método para tener un hijo en la actualidad y eso a mí me soluciona el tener que acostarme con una mujer para lograr mi propó
Al llegar a casa se siente agotada, como si hubiese trabajado en un día festivo. Se tira en el sofá, enciende la televisión y comienza a pasar de canal sin ver nada en realidad, porque su mente está pasando una y otra vez lo ocurrido con Jack. Su teléfono suena y ve que es su amiga, deja salir un suspiro antes de responder. —Si quieres que te cuente cualquier cosa, debes venir —le dice antes de que ella le diga cualquier cosa. —Pero ¿te quedaste con el empleo? —pregunta su amiga algo inquieta. —Sí —pero en la voz de Luna hay un tono más de derrota que de triunfo y eso alerta a su amiga. —No te oyes muy contenta. —Sólo ven cuando termines, prometo esperarte con algo delicioso para comer. —No, yo llevaré la cena, es lo menos que puedo hacer después que mi madre decidiera despedirte. —Fabuloso, este día no puede ir mejor… Las amigas se despiden y Luna sube a su cuarto para cambiarse de ropa, se quita el poco maquillaje que carga, se hace un moño alto bastante desordenado, que com
Luego de salir de la universidad, Luna va a la tienda a la que Beverly le recomendó, pero al llegar uno de los chicos le dice que han contratado ya a un muchacho. —Pero me dijeron que recién a esta hora verían a los candidatos… —le dice ella desanimada. —Lo siento, se lo dieron al sobrino del gerente… —el chico rueda los ojos, es claro de que es un favoritismo—, pero si quieres un dato confiable, necesitan gente en un bar exclusivo, dame unos segundos y te anoto la dirección. Ve que el chico revisa su teléfono y se mensajea con alguien, sonríe cuando le llega un último mensaje y luego anota todo muy rápido en un papel. —Te estarán esperando, les dije que eres una amiga, el puesto es sencillo, pagan el mínimo de entrada, pero si lo haces bien, puedes optar por algo mejor. —En serio, muchas gracias —le dice Luna con una enorme sonrisa. —No me agradezcas, yo también estudio —le dice apuntando a su mochila—. Y sé lo difícil que es encontrar algo que nos sirva. Suerte. Luna sale de
Luna siente que las piernas le fallan, abre los ojos buscando ayuda, pero vuelve a cerrarlos cuando la oscuridad se apodera de ella nuevamente.Las manos fuertes de Jack la sostienen y la levanta para llevarla directo a la oficina de su amigo. Entra como si fuera su casa y este se pone de pie de un salto cuando lo ve entrar con la chica inconsciente.—¡Luna! Chiquita, ¿qué te pasó? —Jack abre los ojos molesto ante el apelativo tan íntimo, pero su amigo no se da cuenta porque está más concentrado en despertar a la chica—. Por favor, despierta preciosa, no me asustes… ¡¿Qué demonios es lo que le pasó?!—Que trataron de abusar de ella —Zeus abre los ojos espantado y se envara.—Esto no se queda así…—Mejor llama una ambulancia, el imbécil se quedó inconsciente afuera del baño de damas… y manda a limpiar, creo que la pared le rompió la cabeza cuando le di un empujoncito —esa sonrisa siniestra hace que su amigo niegue.—Te excediste, como siempre.—¡La estaba forzando, no iba a ser delicad
En el auto, Luna no deja de mirar a Jack mientras conduce, hasta que el hombre gruñe y se detiene en medio del camino.—¿Tengo algo en la cara que no dejas de mirarme? —le dice con ese humor de perros que siempre carga. Luna se quita el cinturón y cuando Jack piensa que se bajará, ella se acerca a él y le da un beso en la mejilla.Él se queda con los ojos abiertos, espantado, como si le hubiese dado otra bofetada, ella baja la mirada y vuelve a colocarse el cinturón.—Gracias… —dice al borde de las lágrimas, mientras sus manos se retuercen en su regazo—. Lamento haberte hablado de esa manera en la oficina, pero sigo nerviosa por lo que pasó. Ustedes tienen razón, debo poner la denuncia, pero no es sencillo para alguien como yo, que no tiene nada y se puede malinterpretar. Ha pasado muchas veces.—Yo no dejaré que eso pase —ella lo mira buscando algún rastro de amor o algo que lo motive a hacer eso por ella, pero sólo está esa fría mirada de siempre.—Gracias. En verdad estoy agradecid
Luna se lo queda viendo sin poder creer que le está pidiendo una cosa así como favor. En ese preciso instante se arrepiente de haberle dicho que le debía algo, aunque para ser honesta no se imaginó jamás que el hombre se lo iba a cobrar de inmediato y con algo como eso.—Jack, yo no voy a ir a vivir a tu departamento —le dice ella con firmeza.—¿Por qué no? Dijiste que me debes dos favores y ahora te estoy cobrando uno —su mirada es oscura y perversa, lo que le produce a la chica un escalofrío.—Se supone que sean favores que yo deba hacer algo por ti. ¿De qué manera podría ayudarte que yo me vaya a vivir a tu departamento contigo? Eso no tiene sentido.—Eso ayudaría bastante a mi causa de convencerte para que seas la madre de mi hijo.Luna se para en seco y lo mira directamente a los ojos, está realmente furiosa. Ella no suele ser una persona que sea conflictiva, pero la verdad es que Jack es una de las pocas personas en su vida que ha logrado sacarle lo peor.Mientras él la mira con
Jack se ha largado la actuación de su vida, tiene que lograr que Luna confíe en él y la mejor manera es mintiendo descaradamente. Él nunca ha sido amable con y no comenzará con esa chiquilla insignificante, a la que sólo quiere para tener a su hijo. Pero ella le cree, lo sabe porque su mirada transparente se lo demuestra. La deja partir a casa en el autobús para simular que le da espacio, pero lo que menos hará es eso y para tales efectos, ya tiene un plan. Le marca a la única persona en la que medio confía para hacer preguntas del tipo social y en pocos minutos le responde. —Jack, por Dios… —Está bien, no exageres. Te llamo porque tengo una pregunta. —Claro, dime —Zeus se sienta al intranquilo en su escritorio, porque sabe que Jack no le dirá nada referente a Luna. —¿Cómo le subes el ánimo a alguien que está triste? —¿Es hombre o mujer? —¿Qué, no es lo mismo? —pregunta Jack exasperado, ¿por qué los humanos tienen que ser tan complicados—. Es mujer. —¿Joven o adulta? —esa pre
Luna está guardando las cosas de la universidad en una caja pensando en la respuesta a la pregunta que le hizo a Jack. No ha logrado quitársela de la cabeza en esos dos días y eso evita que pueda concentrarse del todo.«—Quiero que tú seas la madre de mi hijo porque confío en ti. No eres como las demás mujeres.—Pero a penas me conoces… ¿cómo sabes que soy confiable?—Eso no importa. Sólo importa que cargues mi hijo en tu vientre y yo te daré la mitad de mi fortuna.—¡No quiero tu dinero, por Dios, Jack!—Por eso quiero que seas tú, porque si fuera otra, me diría que sí en un segundo. Necesitas el dinero desesperadamente, pero aún así dijiste que no y eso te vuelve confiable, única y perfecta para ser la madre de mi hijo.»Unos toques en la puerta la sacan de sus pensamientos, se apresura para abrir y ve allí a diez hombres con monos de trabajo blancos.—¿Sí? —pregunta confundida.—Señorita Walsh, somos los encargados de empacar sus cosas.—Pero…—El señor Gosling nos contrató —le ent