Antes de que Diana pudiera hacer las respectivas presentaciones, Paola ya se había adelantado con entusiasmo y le extendía muy atenta la mano a Valentín.—¿Usted es el señor Valentín?—No sea tan formal, señora, dígame simplemente, Valentín.—Valentín, qué bonito nombre.Era extraño que Paola, quien ni siquiera terminó la secundaria, hiciera un comentario tan especial sobre lo bonito de un nombre.—Mamá, ¿cómo sabes quién es? —Diana empezó a darse cuenta de algo.—¿No estabas desmayada?Cuando Paola se desmayó, Valentín aún no había llegado. Si de verdad se hubiera desmayado, ¿cómo podría saber quién la había llevado al hospital? Además, ahora se veía tan lúcida que evidentemente había estado fingiendo.Diana estaba atónita.—¡Mamá, ¿por qué fingiste desmayarte?! ¡Me asustaste mucho!Paola le dio un golpecito en la espalda y, resignada, respondió:—Si me hubiera desmayado, parece que te habrías quedado decepcionada. ¿Te hubiera gustado que realmente me pasara algo?—Lo siento, no quise
Diana pensó que su madre estaba obsesionada con el dinero.Para deshacer cualquier idea que Paola pudiera tener, Diana le dijo directamente:—Él vende coches de segunda mano.Paola no dijo nada más.Al poco tiempo, llegó la comida que Valentín había ordenado a la habitación.No se podía negar que Valentín era bastante generoso. El servicio del restaurante trajo mariscos frescos y sirvieron los platillos directo en la habitación, llenando la mesa con acompañamientos de lujo.—Es mucha comida, señor Valentín. Se ha esmerado demasiado... Ahora la venta coches de segunda mano, ¿verdad?—¿Coches de segunda mano? —Valentín la miró con una expresión de desconcierto.Diana carraspeó con fuerza.—Mamá, por favor, empieza a comer. Me acabo de acordar de algo. —Dijo esto mientras apresurada tomaba a Valentín del brazo y lo sacaba de la habitación.Después de caminar un buen trecho, Diana por fin se sintió aliviada.Al darse la vuelta, se dio cuenta de que Valentín la estaba mirando fijamente. Al
Diana se asustó a sí misma.—Aquí tiene su agua. — La voz del cajero de la tienda de conveniencia la sacó al instante de sus pensamientos.Ella, sobresaltada, volvió en sí y respondió rápidamente:—Gracias.De regreso a su asiento, Diana le pasó la botella de agua a Valentín.—¿Cómo piensas decirle a tu mamá lo del divorcio?El hermoso espejismo se rompió de golpe, y Valentín, con una sola frase, logró traer a Diana de vuelta a la realidad, de que que era una mujer casada y que estaba en medio de un proceso de divorcio.—No hace falta que yo le diga. Mi mamá me lo preguntará tarde o temprano. Lo hablaré cuando llegue el momento.—Si necesitas ayuda...—No. — Diana lo rechazó sin titubeo alguno.— Con que no te aparezcas frente a mi mamá ya me estarás ayudando bastante.Valentín frunció el ceño y preguntó:—¿Tan mala impresión doy?Diana se quedó sorprendida y en silencio. —No quiero complicar más las cosas, ¿podemos dejar de hablar de esto por ahora?Al ver la cerveza en la mano de Dia
—¿Acaso la esposa de un hombre rico tiene algo que hacer?—Mi hija es estudiante en una de las mejores universidades y además es la gerente general de una empresa. Es una joven muy capaz.—¿De verdad?—¡Ustedes crean lo que quieran!...Una ligera calidez apareció al instante en las comisuras de los ojos de Diana mientras enderezaba su espalda y se dirigía hacia la salida del callejón. Apenas llegó a la esquina, una figura se interpuso de inmediato en su camino.Llevaba un vestido beige, su larga cabellera negra caía con delicadeza sobre los hombros, y su maquillaje era tan sutil que sólo una mujer con astucia podría notar el cuidado detrás de esa aparente sencillez, lo que le daba un verdadero aire de inocencia y dulzura. La única imperfección era que su meñique derecho estaba envuelto en un grueso vendaje.—Diana. —Sonrió para sí misma, y bajo la sombra en ángulo del callejón, esa sonrisa tenía algo de inquietante y sombrío.El rostro de Diana se oscureció.—María, ¿qué haces aquí?—E
—No lo voy a firmar.—¿Qué dices? —María cambió de expresión—. Sabes perfectamente que este es el mejor resultado, ¿o acaso realmente crees que puedes obtener la mitad de los bienes de la familia Martínez? Mira, es mejor que no seas tan ambiciosa, o terminarás sin nada y echada como un perro a la calle.Diana soltó una risa siniestra, sin ocultar el desprecio que sentía por María.—Mejor guardate esas palabras para ti misma.—¡Diana García! Solo estoy aquí porque te debo un favor, por eso lo estoy discutiendo contigo.—¿Un favor? Qué bonito suena todo eso... Manuel no está aquí, ya deja de ser ser tan hipócrita. Si es por el acuerdo, no hay nada más que hablar. Nos veremos en los tribunales. —Diana se levantó, tomando su bolso—. Y una advertencia: más te vale no ir con mi mamá a contarle mentiras, o la que terminará arrepintiéndose de todo serás tú.El párpado de María tembló ligeramente.Diana le lanzó una mirada aterradora y salió sin más.Si María tuviera realmente la capacidad sufi
—¿Quién vino? —Valentín frunció el ceño.—¡Carolina! Sabes muy bien que siempre hemos tenido una buena relación con la familia González. Ustedes se conocen desde niños, y cuando estaban en el extranjero, no solo asistieron a la misma escuela, sino que ahora ella también ha regresado al país. Quién sabe, tal vez algún día lleguen a ser una sola familia.—Elsa, no te metas en asuntos que no te corresponden.Con esa fría respuesta, Elsa cerró la boca de inmediato, pero aún sonreía, intentando disimular un poco su incomodidad:—Solo lo dije por decir...Valentín no se molestó en responderle más.—Voy a ver a la abuela.Apenas llegó a la puerta del cuarto, escuchó al instante risas provenientes del interior.Carolina había llegado en la tarde y ya había pasado toda la tarde con la señora Sonia, logrando que ella se pusiera de un humor excelente, algo que no se veía desde hacía muchísimo tiempo.—Señora Sonia, señorita Carolina, el señor Valentín ha llegado.—¡Valentín, ya estás de vuelta! —
—¿Cuándo? ¿Con quién? —La señora Sonia, muy sorprendida, se levantó de inmediato.Valentín mantuvo una expresión serena.—Muy pronto lo sabrán. —Tras decir esto, lanzó una mirada de odio a Carolina y a Elsa, añadiendo con gran indiferencia—. Así que no hace falta que nadie se preocupe por mi boda.Elsa, al escuchar esas palabras, quedó muy asombrada. Una expresión enorme de incomodidad se le vió reflejada en su rostro,.—Casarse sería algo muy bueno, pero al menos deberías prepararnos mentalmente. ¿Quién es ella?—Sí, ¿quién es? —Carolina también preguntó, con incredulidad escrita en todo su rostro.Aunque había regresado al país hacía poco, conocía a Valentín desde hacía muchísimos años. Jamás había visto a ninguna mujer a su lado, y a las que se le acercaban, él las rechazaba sin duda alguna.—Cuando su situación sea más estable, la traeré para que conozca a la abuela.Evidentemente, Valentín no quería revelar la identidad de la persona tan pronto.Los demás no lograban entender en s
Manuel sostenía en su mano una captura de pantalla de la cámara de seguridad de un pasillo de hotel. En la imagen en blanco y negro, se veía a una mujer abrazada delicadamente a un hombre, y la mitad del rostro que se alcanzaba a distinguir era, sin lugar a dudas, el de Diana.El rostro de Diana cambió al instante de color.¿Cómo era posible?Ella solo había estado con Valentín aquella noche en la que ambos se embriagaron. Entonces ¿De dónde había sacado Manuel esa información y cómo había conseguido el video de seguridad del pasillo del hotel?Manuel mantenía el rostro muy serio.—¿Cómo te atreves a decir que la persona en esa imagen no eres tú? ¿Quieres apostar a que en el tribunal mostramos este video donde te ven entrando a una habitación con un hombre?—¡No te atrevas! —José, aunque sorprendido, salió en ese momento en defensa de Diana.—Señor José, esta es la Diana "pura e inocente" que tienes en tu mente. Mira lo que ha hecho. No eres más que uno de los tantos hombres a los que