Capítulo 41
Antes de que Diana pudiera hacer las respectivas presentaciones, Paola ya se había adelantado con entusiasmo y le extendía muy atenta la mano a Valentín.

—¿Usted es el señor Valentín?

—No sea tan formal, señora, dígame simplemente, Valentín.

—Valentín, qué bonito nombre.

Era extraño que Paola, quien ni siquiera terminó la secundaria, hiciera un comentario tan especial sobre lo bonito de un nombre.

—Mamá, ¿cómo sabes quién es? —Diana empezó a darse cuenta de algo.—¿No estabas desmayada?

Cuando Paola se desmayó, Valentín aún no había llegado. Si de verdad se hubiera desmayado, ¿cómo podría saber quién la había llevado al hospital? Además, ahora se veía tan lúcida que evidentemente había estado fingiendo.

Diana estaba atónita.

—¡Mamá, ¿por qué fingiste desmayarte?! ¡Me asustaste mucho!

Paola le dio un golpecito en la espalda y, resignada, respondió:

—Si me hubiera desmayado, parece que te habrías quedado decepcionada. ¿Te hubiera gustado que realmente me pasara algo?

—Lo siento, no quise
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