Capítulo 128
El sol iluminaba con ímpetu todas las líneas musculosas del hombre en la cama, mientras su pecho se elevaba y descendía regularmente con cada respiración. Sus músculos tenían unas líneas muy definidas, se veían sumamente atractivos y no le causaban ninguna incomodidad a Diana, emanando una sensación de poder y sensualidad.

Diana abrió los ojos de par en par de inmediato, para luego tapárselos apresurada con su rostro enrojecido por completo.

—¿¡Qué demonios en realidad pasó anoche!? —exclamó nerviosa.

—¿Ya no recuerdas nada?

Mientras hablaba, Valentín se levantó con calma, dejándole una frase casual:

—No hay prisa. Puedes intentar recordarlo.

Diana dejó caer sus manos, pero mantuvo su mirada fija en el suelo. Podía ver las piernas largas y esbeltas del hombre, y sus pies descalzos descansaban con delicadeza sobre la suave alfombra.

Ella apretó firmemente la sábana, mientras en su mente emergían de forma gradual las imágenes de la noche anterior…

Se despertó por la irritación insoportab
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