—Señorita García, ¿se ha despertado ya? —preguntó el sirviente desde afuera de la puerta.Diana casi entró en pánico y hacía constantemente gestos a Valentín para que no emitiera ningún ruido.El hombre le preguntó con voz bajita pero maliciosa:—¿De qué tienes tanto miedo?—¿¡Te crees en un antro!? ¡Estoy en tu casa, no en un motel!Estaban en efecto en la casa de la familia Pizarro, y era la primera vez que ella visitaba. Sin embargo, había dormido directamente en el cuarto de su novio… Tal vez algunos viejos de mente abierta podrían comprenderlo. No obstante, según lo que había sucedido la noche anterior, a la abuela no le agradaba en absoluto…—Perfecto, ¿no? De esta manera, la familia se enterará de que ya estuvimos juntos. Aunque a la abuela no le guste, tendrá que aceptar el hecho —le dijo Valentín.En ese momento, se escucharon de nuevo los golpes en la puerta. Valentín ya estaba a punto de responder. Diana se puso nerviosísima y le tapó la boca. En el forcejeo, ambos cayeron
—Madre, no te enfades tanto. Después de todo, ella ya tuvo un matrimonio. Estas cosas ya no le darán vergüenza. Tal vez ella quiera mucho que todo el mundo sepa que se metió en la cama de Valentín. De esta manera, podría aferrarse a nuestra familia y confirmar la identidad de ser la novia de Valentín.Sonia miró a todos los presentes con una expresión sombría y los advirtió:—¡Mantengan todo eso en secreto!—Entendido —le respondieron los empleados con mucho respeto, sin atreverse a hacer ningún ruido.Elsa le sirvió un tazón de avena a Sonia, mientras intentaba sembrar más discordia:—Es realmente sorprendente. Solo escuchar esto me hace sentir avergonzada. ¡Se atrevió a hacer cosas tan sinvergüenzas en nuestra casa! Ya puedes imaginar cómo logró seducir a Valentín.Sonia soltó un remilgo de desdén. La poca buena impresión que había tenido de Diana la noche anterior se había desvanecido por completo.—Creía que era una joven educada, pero no imaginé que tuviera un carácter tan indecen
Valentín acababa de llegar a la oficina cuando su secretaria, Karina, tocó la puerta y entró diciéndole:—Jefe, hay un abogado en la sala que quiere verlo.¿Un abogado?Luis lo entendió rápidamente:—¿Acaso se apellida Fernández?Karina asintió:—Dice que su bufete de abogados quiere discutir una posible colaboración con el jefe.Luis le respondió de inmediato:—Tenemos nuestro propio departamento legal y no necesitamos colaborar con otros. Si usa esa excusa tan absurda, probablemente sepa que no tiene cita y probablemente no podrá ver al jefe. Dile sencillamente que el jefe no está disponible.Valentín les dijo con tono indiferente:—Pues, no importa. Ya que ha estado aquí, veamos qué quiere decirme.Luis se sorprendió. Karina, con una expresión impasible, salió de la oficina:—Voy a traerlo aquí.Luis, curioso, no pudo evitar preguntar:—Jefe, ¿por qué quiere verlo?—Después de todo, él ayudó mucho a Diana en el juicio de divorcio. Debo agradecerle en persona —dijo Valentín con una m
Al empezar a hablar, José adoptó una postura bastante agresiva. Podría haber ido directo al grano, pero se tomó su tiempo.Valentín desvió la mirada y le respondió brevemente, evitando la respuesta que José quería escuchar:—No lo sé.José no esperaba esa respuesta y sintió como si tuviera un nudo en la garganta. Después de dos segundos de silencio, finalmente no pudo contenerse más y propuso el tema directamente:—Todos saben la posición social de la familia Pizarro en la capital y, como heredero de esta familia, usted tendrá las mejores opciones, tanto en negocios como en matrimonios. Por lo tanto, entiendo que el Grupo Pizarro no necesitará la ayuda de mi bufete de abogados. De la misma manera, no se interesará en una mujer divorciada y sin antecedentes.Después de esas palabras, el aire en la oficina se congeló por la tensión.Sin saber cuánto tiempo había pasado, Valentín le respondió con calma mientras observaba a José:—Señor Hernández, no me gusta tu analogía.—Pero es correcta
Los pasos de José se detuvieron bruscamente, y luego apretó aún más los puños.Sara, que esperaba en la puerta, mostró una expresión atónita.¿La boda? ¿Acaso se había equivocado? Después de tantos años de soledad, ¿el jefe estaba listo para dar un sorprendente paso hacia un matrimonio relámpago?Tan pronto como José se fue, el grupo de secretarias casi estalló con el increíble chisme sobre su jefe.[¡Última novedad! ¡El jefe ha establecido una relación formal con la señorita García!] [¿Qué tipo de novedad es esa? Amiga pero que desactualizada que estas…][¿De dónde sacaron esa información…?][Karina y Luis charlaron frente al ascensor y alguien lo escuchó.][Bueno, tengo otro chisme. ¡Seguro que nadie lo conoce! ¡El jefe va a casarse con la señorita García!][¿¡En serio!?][¡Lo escuché con mis propias orejas! ¡Lo juro por mi prima de fin de año!]Luis acababa de terminar una reunión. Aprovechó un momentito para revisar las noticias. Al ver los mensajes del grupo, se quedó completamen
Al mismo tiempo, en el hogar de la familia Pizarro, Elsa le estaba masajeando los hombros a Sonia, y su mirada se había fijado en la figura apresurada que se acercaba.—Madre, ya ha regresado el mayordomo.Sonia abrió los ojos y le preguntó al mayordomo:—¿Cómo fue la cosa?—Señora, la señorita ha recibido la medicina y también le dije lo que me había pedido.—¿No dijo nada más?—Parecía que sabía que iba a buscarla.Elsa se burló:—Mira, ella sabe muy bien lo que hizo. ¿La viste tomar la medicina?—No, vi que no iba a resistirse.—¡Qué ingenua! —Elsa frunció el ceño—: ¿Cómo sabes que no la desecharía después de que te fueras? Si realmente quedara embarazada, podría aprovecharse de la situación.Sonia sonrió con desdén:—Si llegara ese día, la que sufriría sería definitivamente ella. ¿No sabes que en esta familia no reconocemos a los hijos ilegítimos?El rostro de Elsa palideció, como si recordara algo desagradable, y sus hombros temblaron ligeramente.Sonia se enderezó en su asiento y
De repente, se le ocurrió algo a Lucía y le recordó a Diana:—Pero ¿qué harás con tus acciones del Grupo Martínez? Eres también una accionista del grupo. Si contratas a esas personas, es cierto que eso hará daño al Grupo Martínez, pero la situación tampoco te beneficiará.—Ya pues las vendí —sonrió Diana mientras le mostraba un acuerdo—. Samuel ha siempre querido adquirir con ansias el Grupo Martínez. Cuando escuchó que me había divorciado de Manuel, se comunicó conmigo de inmediato y me presentó este acuerdo. Una vez que lo firme, entrará en vigor.—¿Samuel? ¿Acaso hablas del tío de Manuel?—Sí, el mismo que canta y reza.Como tío de Manuel, Samuel también poseía una parte de las acciones del Grupo Martínez. Pero él había tomado su propio camino, fundando su propia empresa después de tener conflictos con la familia. Su negocio era mucho más próspero que el del Grupo Martínez.Sin embargo, los seres humanos siempre tienen sus obsesiones. Aunque su empresa iba viento en popa, seguía bus
En la Ciudad de Villa Esperanza, el otoño ya había llegado, y el aire estaba impregnado con la frescura típica de la época.Diana García se encontraba con la espalda apoyada contra la puerta del baño, mientras miraba su móvil, en cuya pantalla se podía observar el perfil de un hombre, el cual se trataba de su esposo, Manuel Martínez.En la foto, junto al hombre había una mujer, pero su rostro estaba pixelado, por lo que solo se podía ver el tatuaje de una rosa en su hombro.Justo en ese momento, se oyó el sonido de un grifo abriéndose al otro lado de la puerta, acompañado de los susurros de los empleados.—¿Has visto cómo Diana siempre está ocupada y ni siquiera se preocupa por su apariencia? ¿No teme que Manuel busque a otras mujeres?—Sí, han estado casados casi tres años y aún no han tenido hijos.—Escuché que Diana no puede tener hijos.Pronto, las risas y las charlas se dispersaron, y todo volvió a la tranquilidad.Pálida, Diana abrió la puerta, y, en el espejo frente a ella, se r