KRISHA
– Debemos estar atentos al movimiento del enemigo a partir de ahora. Ya todos deben saber que Fitz está muerto y vendrán a destruirnos. – explica Fernanbeth a la cabeza de la mesa en el salón de reuniones del cuartel.
Luego de la batalla, nos transportamos a un sitio seguro junto a los demás. Los cuatrocientos heridos fueron trasladados a un hospital en una ciudad oculta bajo la superficie, los jugadores que se rindieron fueron entregados a su familia en la zona muerta que los mantendrá seguros de cualquier ataque; pero los demás, los jugadores que decidieron pelear – como yo – estamos reuniéndonos en consejos de guerra cada día. Planeando los movimientos a seguir, entrenando con los inmortales que seguían al guardián de sombras. Estamos haciendo todo lo posible para evitar una masacre cuando la guerra termine.
– Debemos darle un escolta a Cydiler. – dice Isabel, la cambia forma, sentada de brazos cruzados frente a mí. – Fodge sabe que está en un estado vulnerable.
Cydiler...
Mi mejor amiga fue la que terminó el juego de muerte en el que nos vimos atrapados; ella y los inmortales se unieron para matar a los guardianes que vendrían por nosotros y evitar una cacería por parte de ellos; pero tuvo que pagar el precio para que seamos libres.
Fernanbeth, la hermana de nuestro guardián de juego, la mujer de cabello negro y ojos del color del cielo, se hizo cargo de los consejos de guerra porque la verdadera predecesora está indispuesta de forma total. No podemos llegar a ella por mucho que lo intentemos, la mantenemos monitoreada gracias a Iván. El hombre de cabello castaño que roba técnicas la está vigilando mientras está en coma, ese sujeto de ojos azules puede lucir indiferente, pero también está preocupado.
– Iván... – comienza a hablar Fernanbeth con la mirada cubierta de tristeza.
El hombre se levantó de la mesa, arrojó un disco holográfico al centro y, de pronto, una imagen amorfa se mostró frente a todos, seguidos de un latido acelerado de corazón. Es...
– Nuestras sospechas eran ciertas. – habla el Rollins mirando la imagen con el ceño fruncido. – Estuve vigilándola durante una semana completa y esto fue lo que hallé. – cambia el holograma por una imagen pasada de la habitación de hospital de ella y, suspira cerrando los ojos. – El bebé es de Fitz, no cabe duda.
Fernanbeth se sentó temblorosa en su silla, mirando la madera de la mesa con terror absoluto mientras los demás observábamos la imagen holográfica que Iván nos trajo de Cydiler.
Mi mejor amiga y también la mujer de nuestro guardián.
– Octapergnas. – susurró Cydiler frente al cuerpo de Fitz.
Bran levantó el brazo cubriéndonos con un domo de color azul cielo, la tierra vibró un momento y, al siguiente, todos estábamos en el centro de un cuartel completamente nuevo. Jugadores e inmortales se miraron entre sí con los cuchillos afuera, preparados para cualquier ataque futuro.
– No les ocurrirá nada. – informa Texla, la madre de Cydiler. Ella se encontraba en el centro del lugar con una ropa de entrenamiento como la nuestra. – Este cuartel fue diseñado para que el enemigo no nos detecte.
– Las habitaciones están... – explica Erick.
Cuando de pronto, un grito de dolor rompió el silencio.
– ¡Cydiler! – gritó Isabel, transportándose hasta el lugar donde ella se encontraba.
La tomó en sus brazos antes que su cuerpo impactara con el suelo, Fernanbeth y Markler se transportaron junto a ellas y yo corrí hasta ese lugar con el corazón en la garganta.
Cydiler y Fitz eran pactos de sangre, lo que le pasa a uno le pasa al otro por igual. Y Fitz acaba de morir, ella...
Cydiler estaba arrodillada entre todos ellos, vomitando un extraño líquido negruzco en el suelo. Sus ojos lloraban sangre y las venas en sus brazos se marcaron de un color violáceo extraño que se veía doloroso. El cuerpo de Fitz estaba siendo cubierto por las mismas marcas a pocos metros de ella, la sangre seca en su cuerpo muerto estaba evaporándose en una nube de cenizas en medio de todos.
– ¡¿Qué le está pasando?! – Grita Markler intentando calmar los espasmos en el cuerpo de Cydiler.
– ¡Está convulsionando! – Grita Fernanbeth aterrada.
Entre todos acostaron a Cydiler en el suelo, sosteniéndola de los hombros para inmovilizar su cuerpo lo más posible. Sus ojos estaban desorbitados mirando el techo y brillaban de un intenso color rojo que me erizaba la piel cada que lo veía. Todo su rostro estaba cubierto de esas extrañas venas violáceas.
– Cydiler y Fitz son Octapergnas. – jadea Isabel deteniendo a Cydiler con una mueca dolorida. – ¡La estamos perdiendo!
Mis rodillas cedieron hasta el suelo con un ruido sordo. Hian y Galhet se cayeron de rodillas a mi lado luego de correr desde su lugar junto a los otros. Stormy se transportó junto a Markler y, con sus brazos cubiertos de cortes y magulladuras por la batalla, cubrió a Cydiler con una esfera de agua que parecía absorber el poder de las venas que la cubrían.
Los demás se levantaron para darle espacio a la Squadrys y, detrás de ellas, Alisha comenzó a hacer el mismo procedimiento con Fitz para evitar que siguiera afectando a Cydiler.
– Estás cansada. – le digo a Stormy con miedo. Traté de levantarme, pero mis piernas no respondían. – Te vas a hacer daño.
La mujer me miró con sus ojos azul brillante, un aura similar al agua comenzó a rodearla y su cabello rubio se ondeó a su alrededor como si estuviera en el fondo del mar. Venas azules se extendieron por sus brazos hasta su rostro y un gruñido de dolor surgió de su garganta cuando habló.
– No voy a dejar que muera. E-ella nos salvó. – mira a Cydiler con lágrimas en los ojos y solloza: – No puedo quedarme sin hacer nada mientras está muriendo, Krisha. Está embarazada.
Un grito ahogado surgió de la garganta de Cydiler dentro de esa esfera. Cerró los ojos apretando los dientes hasta que surgió sangre y luego volvió a gritar. Las venas violáceas estaban parpadeando en su cuerpo una y otra vez.
– ¡No puedo soportar el poder de Fitz! – grita Alisha.
De sus manos se deslizaban hilos de sangre, desde los dedos hasta caer al suelo. Sus brazos temblaban y el cuerpo de Fitz vibraba dentro de su esfera de agua. Gritó cubierta de dolor, cayendo de rodillas.
– ¡Erick! – Gritó Fernanbeth extendiendo sus manos a la esfera de su hermano. – Debemos contenerlo para salvar a Cydiler.
El equipo de Fitz lo rodeó desplegando sus habilidades para mantener el poder de su cuerpo a raya. Las venas violáceas se pronunciaron un par de veces más, hasta que, de pronto, se esfumaron completamente y la sangre se deslizó por los brazos, nariz y boca de todos ellos.
Estaban dando parte de su alma para salvarlo.
– ¡Necesito ayuda! – grita Stormy.
Sus manos goteaban sangre y su nariz también. Toda su barbilla estaba goteando ese líquido vital como si no tuviera fin.
Markler se colocó junto a ella, cojeando, extendió sus manos como lo hicieron los del grupo de Fitz y sus ojos se iluminaron de un color bronce brillante. Pero las venas en el cuerpo de Cydiler no se desvanecían.
– ¡Vamos, Hian!
Galhet se levantó tambaleándose hasta llegar a donde estaban ellos, las llamas doradas se extendieron por sus brazos y fueron absorbidas por Cydiler al extender los brazos hacia la esfera. Hian lo siguió goteando sangre de la herida de su costado y también extendió sus brazos cubiertos de ráfagas hasta Cydiler.
– ¡Cyndi!
La hermana de Cydiler, Cinthia, surgió entre las personas que miraban esto asombrados. Tenía el cabello a la altura de sus pómulos, usaba una ropa de combate cubierta de sangre y tenía algunos rasguños en los brazos. Sus ojos miel cambiaron a azul cuando se detuvo junto a Markler, extendió sus manos y comenzó a ayudarlos para salvar a Cydiler.
– Estamos a un paso de estabilizarla. – jadea Stormy cerrando los ojos. – Resistan un poco más.
Yo no podía quedarme aquí observando, todos ellos dieron algo de sí mismos para ganar la batalla. Cydiler mató al hombre que ama para salvarnos...
– No voy a dejar que mueras.
El jadeo de terror en la sala del consejo me trajo de vuelta a la reunión. Todos tenían el ceño fruncido mirando la imagen de Cydiler en el holograma de Iván.
Ella estaba en coma desde ese día.
Luego de estabilizar a ambos, trasladamos sus cuerpos a un hospital de la ciudad oculta. Cydiler fue aislada de todos, solo Iván podía entrar a verla porque no salía herido al estar cerca.
Luego de estar dos meses allí comenzó a emitir un aura asfixiante que nos mantiene fuera. El último doctor que se acercó murió al instante, de allí nuestra corazonada sobre el embarazo de Cydiler.
Si ella estuviera embarazada de una persona común no habría tantas alarmas a nuestro alrededor; pero lamentablemente está embarazada de un guardián. Y no uno cualquiera, sino aquel que se reveló al sistema y mató a la mayor parte de sus compañeros con un ataque.
Teníamos la esperanza de que el bebé no fuera de Fitz. Ellos se habían separado semanas antes de terminar el juego, pero según los estudios que comenzamos a hacerle a Cydiler – cuando aún no podía matarnos con su presencia – ella poseía dos meses de embarazo mientras peleaba con los guardianes y mataba a Fitz.
Ahora tiene seis meses y no sabemos cómo vamos a proceder con ellos.
– ¿Has podido ver el sexo del bebé? – Pregunta Fernanbeth pasando una mano por su rostro.
Todavía puedo recordar que varios jugadores propusieron matar al hijo de mi mejor amiga esa misma tarde luego que todos estuvimos al borde de la muerte para estabilizarlos. Dijeron que un hijo de ambos era demasiado peligroso para nosotros, nadie podría controlarlo.
Incluso intentaron matarlo mientras Cydiler dormía y nadie estaba mirando; pero nadie pudo acercarse siquiera. La espada de la muerte, esa que le pertenece a Fitz, la protege cuando nadie más lo hace. Es como si tuviera vida propia. Y de igual manera es la espada maldita de Cydiler. Nadie puede acercarse a Cydiler o a Fitz, ya murieron trece personas intentándolo.
Por eso le temen a un hijo de ellos.
Prácticamente sería invencible.
– Sobre eso...
Iván desplegó cinco fichas, y debajo de éstas, estaba la tabla de información de Cydiler y Fitz, junto a una foto de cada uno.
Mi mejor amiga con sus ojos rojos y el cabello castaño suelto, estaba del lado derecho. Tenía su nombre, habilidades resistencia, edad; al igual que Fitz con su cabello negro y ojos zafiro, pero...
– ¿Dónde están sus debilidades? – Pregunto sorprendida al notar que no sale ninguna información parecida en su ficha.
– No tienen. – afirma Iván con voz grave.
Una de las mujeres del fondo dejó salir un grito ahogado y luego comenzaron los murmullos: "Mátenlo" "Desháganse del bebé mientras hay tiempo".
El miedo se estaba apoderando de ellos.
¿Cuándo vas a despertar, Cydiler?
– Fitz era débil a la magia negra por el sello impuesto al ser nombrado. – explica Fernanbeth mirando las fichas con el ceño fruncido. –, pero ahora el sello se rompió con su muerte. Por eso no sabemos qué tipo de debilidad posee.
– Además. – Dice Isabel cerrando los ojos – Existe la posibilidad de que despierte y ni siquiera sepamos todas sus habilidades. Incluso puede intentar matarnos al no reconocernos. Todo es posible.
– Deben hacer algo para evitarlo. – habla Scarlett molesta. – Encontrar una manera de matarlo, junto a su engendro. Ninguno de los dos debió existir.
Ella era una enemiga de Cydiler desde el inicio de nuestros juegos, esta mujer de ojos azules y cabello castaño rubio puede provocar una revuelta entre los jugadores por todos sus ideales. Yo misma he encerrado a algunos por lo mismo.
– Estamos ante algo desconocido, Scarlett. – dice Fernanbeth apretando sus manos en puños sobre la mesa. – Es la primera vez que un guardián se revela ante el sistema. La primera vez que hace un pacto de sangre con un jugador. Y sobre todo, la primera vez que llega un embarazo entre Octapergnas. No podemos actuar a ciegas.
– No debe ser extraño lo del embarazo ¡A cualquiera le pasa!
– En eso te equivocas, niña. – dice Isabel con media sonrisa. – Tengo más de setecientos años y esta es la primera vez que presencio algo como esto. Ningún Octapergnas a lo largo de los siglos ha logrado tener hijos con su pacto, y aquellos que por suerte obtienen la oportunidad no soportan los dos meses de embarazo. Estamos ante un hecho único.
– Y bastante peculiar. – dice Iván revelando los datos de las otras fichas. – He logrado conseguir el sexo de los bebés.
– ¡¿Qué?!
Todos nos levantamos sorprendidos de nuestros asientos.
En las fichas restantes aparecieron los sexos de tres fetos y las imágenes que los acompañaban no parecían ecografías de un embarazo de seis meses. Eran imágenes de un embarazo a punto de entrar a labor de parto.
– Cydiler y Fitz no tendrán un bebé solamente. – explica Iván señalando cada ficha. – Según los estudios que le he hecho a la madre, en tres meses nacerán tres bebés completamente sanos y fuertes. Dos niños y una niña.
– Esto debe ser una mentira. – exhala Fernanbeth completamente pálida. – Puedo hacerme la idea de contener a un Tetzaco, pero no podré con tres. Nadie puede.
– Y según los indicadores que le implanté a Cydiler hace dos noches. Ellos no tendrán una limitación en sus habilidades, puede que incluso superen a sus padres.
Miré las fichas de ambos padres, seguidas de los videos de seguridad a tiempo real de sus habitaciones.
Todo lucía en calma en sus habitaciones y en sus signos vitales ¿acaso esta es la calma antes de la tormenta que desatará la llegada de los tres chicos Tetzaco?
¿Este es nuestro fin?
Un año y seis meses atrás...Cydiler depositó sus accesorios en uno de los casilleros del cuartel. Sus armas brillando con la tenue luz del lugar cuando le sonrió a Fitz. Estaban allí por petición de ella, porque se negaba por completo al cuidado que su novio quería colocar sobre ella. La Stanfers no dejaría de entrenar ahora que sabe la verdad sobre Francis Tetzaco, eso ya lo sabía Bran desde el minuto que vio a su mejor amigo entrar al cuartel con su novia detrás. Ya él conocía la terquedad de la mujer, él mismo se cansaba de ella.– Sigo sin creer que te haya convencido de traerla a entrenar con nosotros. – comenta el hombre de cabello rubio con los brazos cruzados. Sus ojos grises miraron al guardiá
CYDILER"Cydiler, debes correr..."Obedecí la voz de esa persona en mi mente y corrí por el espeso bosque cubierto de tinieblas en el que me encontraba. Estaba descalza de nuevo, con un vestido blanco y un cuchillo plata en mis manos. Mi cabello ondeaba con la brisa de la noche y mis sentidos estaban alertas ante cualquier sonido.No sabía nada sobre el entorno en que me encontraba, pero debía encontrar a esa persona. Hallar las respuestas del odio a los naturales.– Cydiler. – llama esa voz.– ¡Aquí estoy! – Grité.
Un año y cinco meses atrás...– Bienvenida. – Saluda Cydiler a Fernanbeth en la entrada de su departamento. – Fitz no me dijo nada que vendrías hoy de visita.Había transcurrido un mes a los entrenamientos vespertinos en el cuartel junto a Fitz. Ciertamente la Stanfers había mejorado considerablemente con el manejo de sus elementos, Fitz se encargaba de sus refinamientos con las armas; pero la mayor parte del tiempo ella estaba en la celda de contención junto a Erick e Iván. Por lo menos ya no se desmayaba a los cinco minutos de entrar a la celda y acceder a su habilidad.– Él no lo sabe, espero no incomodar. – dice Fernanbeth con media sonrisa.
FITZCuando salgo a cazar con mi hermana menor siento que alguien me observa, por lo que siempre vuelvo la mirada esperando encontrar a la persona dueña de esa presencia; pero nunca encuentro nada. Es como si eso que siento fuera una simple ilusión, por lo que luego lo olvido y sigo escuchando a mi hermanita hablar de su emoción por cazar su primer venado o conejito.Ella, como todo niño de nuestro pueblo quería estar capacitada para cualquier eventualidad por parte de nuestro jefe.– Voy a cazar tres conejos. – dice la pequeña con una amplia sonrisa.– Suerte con eso. – digo entre risas.
Un año y un mes atrás...– ¡Carajo!Cydiler escupió la sangre de su boca en el suelo de la celda de contención. Su cuerpo temblaba constantemente con moratones en sus brazos y mejillas, cardenales que no se curaban por decisión propia, ella no quería detener el combate entre Erick y ella. Ella estaba dispuesta a seguir sin importar el dolor.Erick sonrió con sus puños enguantados frente a su rostro y le hizo una señal para que se acercara.Eso molestó a la muchacha.– Si continúa tentándola. – comenta Fitz junto a Fernanbeth con una amplia sonrisa. &nd
GALHETEstaba de pie, frente al cristal de la habitación de ella y aún no podía creerlo del todo. Sigo regresando a ese instante donde la vi vulnerable y fuerte a la vez. Sigo sin poder creer todo lo que hizo, como se sacrificó junto a él para liberarnos ¿Por qué terminó aquí?Ese día hace siete meses seguía repitiéndose en mi mente. La veía saliendo del bosque cubierta de sangre, con la espada maldita en su espalda, sus ojos brillando de un intenso rojo mientras me liberaba y luego, verla con él.Sangre y oscuridad.Están hechos el uno para el otro, y aun así, yo la amo.A
CYDILERLo primero que sentí fue el dolor que cruzaba todo mi cuerpo; el intenso ardor provocado por las llamas que rodeaban la habitación y me sofocaban en sobremanera. Intenté mover mis piernas para levantarme, pero allí sentí el imprevisto segundo dolor.Ya no tenía unas pocas semanas de embarazo como cuando me desmayé en el cuartel. Ahora estoy en labor de parto.– Mierda. – gruño acomodando mi cuerpo para traer a mis hijos al mundo.Estaba en medio de un infierno, las llamas rodeaban la habitación, pero jamás me pudo importar menos eso. Levanté una barrera de aire sobre la cama, silencié el sonido de la batalla fuera de mi lugar y abr&
KRISHAElla estaba despierta.Estaba viva.Y era más fuerte que nunca...Cydiler apareció frente a Galhet, cubriendo un ataque de Fitz con la espada maldita. Extendió las cadenas en su antebrazo derecho, anudándolas al cuello de Fitz, y luego, como si no fuese nada, se transportó detrás del guardián enviándolo al suelo con la ayuda de las cadenas. El suelo del piso 5 del hospital tembló, Fitz gruñó, pero no podía moverse.Cuando Cydiler se irguió de su puesto tenía los ojos rojos brillantes, las cadenas de sangre estaban conectad