"El guardián se reveló, la jugadora lo mató.
La historia del juego apenas comenzó.
No dejes de mirar.
Cualquier detalle, oculto está.
La guerra, finalmente, acaba de comenzar"
La mujer jadeó exhausta al caer al suelo con lágrimas en los ojos. Su cabello oscuro cubrió los rasgos de su rostro, los cuales brillaron por un momento con la tonalidad azul vibrante que los caracteriza, y dentro de ella supo la verdad.
Todo estaba perdido para ellos.
Nadie podía evitar lo que estaba a punto de suceder, mucho menos se podía detener. El curso de la vida en este mundo escapa de las manos de todos, incluso de los más fuertes.
– Lo viste ¿Verdad? – Preguntó el hombre frente a ella, el nudo en su garganta era claro y sus ojos estaban brillando con las lágrimas contenidas.
La mujer lo miró – lo hizo con todo el dolor que sentía al saber esa verdad – y sin poder contenerse más tiempo, rompió en llanto.
– No puedo hacer nada. – solloza ella. – ¡No puedo detenerlo!
– Nadie puede. – se lamenta el hombre con labios temblorosos.
Se sienta en el suelo del gran salón, observando la pintura histórica del techo, su cabello oscuro como la noche cubrió sus rasgos por un momento cuando habló:
– Ella... ¿Qué papel juega?
– Es nuestra enemiga. – suelta la mujer llorando.
Apoya una mano en su vientre, sintiendo la vida creciendo en su interior, cerró los ojos afligida mientras intentaba calmar su respiración. Él la rodeó con sus brazos para reconfortarla, ambos sintiendo la verdad de ese momento, juntos. Aceptando los papeles que deben desempeñar para su propia historia.
– Hazlo. – ordena ella con labios temblorosos.
El hombre no lo dudó. Levantó el cuchillo oscuro de su cinturón, dejó que el grabado en la hoja se iluminase por un segundo, y al siguiente, enterró el objeto en el vientre de la mujer; provocando un alarido de dolor por su parte. La sangre corrió por la barbilla de ella, por la cortada profunda en su herida. Escupió un poco en el suelo con una mueca de dolor, miró al techo del gran salón y sonrió.
– Gracias.
Cuando desapareció, el cuchillo cubierto de sangre seguía allí.
KRISHA– Debemos estar atentos al movimiento del enemigo a partir de ahora. Ya todos deben saber que Fitz está muerto y vendrán a destruirnos. – explica Fernanbeth a la cabeza de la mesa en el salón de reuniones del cuartel.Luego de la batalla, nos transportamos a un sitio seguro junto a los demás. Los cuatrocientos heridos fueron trasladados a un hospital en una ciudad oculta bajo la superficie, los jugadores que se rindieron fueron entregados a su familia en la zona muerta que los mantendrá seguros de cualquier ataque; pero los demás, los jugadores que decidieron pelear – como yo – estamos reuniéndonos en consejos de guerra cada día. Planeando los movimientos a seguir, entrenando con los inmortales que seguían al guardián de
Un año y seis meses atrás...Cydiler depositó sus accesorios en uno de los casilleros del cuartel. Sus armas brillando con la tenue luz del lugar cuando le sonrió a Fitz. Estaban allí por petición de ella, porque se negaba por completo al cuidado que su novio quería colocar sobre ella. La Stanfers no dejaría de entrenar ahora que sabe la verdad sobre Francis Tetzaco, eso ya lo sabía Bran desde el minuto que vio a su mejor amigo entrar al cuartel con su novia detrás. Ya él conocía la terquedad de la mujer, él mismo se cansaba de ella.– Sigo sin creer que te haya convencido de traerla a entrenar con nosotros. – comenta el hombre de cabello rubio con los brazos cruzados. Sus ojos grises miraron al guardiá
CYDILER"Cydiler, debes correr..."Obedecí la voz de esa persona en mi mente y corrí por el espeso bosque cubierto de tinieblas en el que me encontraba. Estaba descalza de nuevo, con un vestido blanco y un cuchillo plata en mis manos. Mi cabello ondeaba con la brisa de la noche y mis sentidos estaban alertas ante cualquier sonido.No sabía nada sobre el entorno en que me encontraba, pero debía encontrar a esa persona. Hallar las respuestas del odio a los naturales.– Cydiler. – llama esa voz.– ¡Aquí estoy! – Grité.
Un año y cinco meses atrás...– Bienvenida. – Saluda Cydiler a Fernanbeth en la entrada de su departamento. – Fitz no me dijo nada que vendrías hoy de visita.Había transcurrido un mes a los entrenamientos vespertinos en el cuartel junto a Fitz. Ciertamente la Stanfers había mejorado considerablemente con el manejo de sus elementos, Fitz se encargaba de sus refinamientos con las armas; pero la mayor parte del tiempo ella estaba en la celda de contención junto a Erick e Iván. Por lo menos ya no se desmayaba a los cinco minutos de entrar a la celda y acceder a su habilidad.– Él no lo sabe, espero no incomodar. – dice Fernanbeth con media sonrisa.
FITZCuando salgo a cazar con mi hermana menor siento que alguien me observa, por lo que siempre vuelvo la mirada esperando encontrar a la persona dueña de esa presencia; pero nunca encuentro nada. Es como si eso que siento fuera una simple ilusión, por lo que luego lo olvido y sigo escuchando a mi hermanita hablar de su emoción por cazar su primer venado o conejito.Ella, como todo niño de nuestro pueblo quería estar capacitada para cualquier eventualidad por parte de nuestro jefe.– Voy a cazar tres conejos. – dice la pequeña con una amplia sonrisa.– Suerte con eso. – digo entre risas.
Un año y un mes atrás...– ¡Carajo!Cydiler escupió la sangre de su boca en el suelo de la celda de contención. Su cuerpo temblaba constantemente con moratones en sus brazos y mejillas, cardenales que no se curaban por decisión propia, ella no quería detener el combate entre Erick y ella. Ella estaba dispuesta a seguir sin importar el dolor.Erick sonrió con sus puños enguantados frente a su rostro y le hizo una señal para que se acercara.Eso molestó a la muchacha.– Si continúa tentándola. – comenta Fitz junto a Fernanbeth con una amplia sonrisa. &nd
GALHETEstaba de pie, frente al cristal de la habitación de ella y aún no podía creerlo del todo. Sigo regresando a ese instante donde la vi vulnerable y fuerte a la vez. Sigo sin poder creer todo lo que hizo, como se sacrificó junto a él para liberarnos ¿Por qué terminó aquí?Ese día hace siete meses seguía repitiéndose en mi mente. La veía saliendo del bosque cubierta de sangre, con la espada maldita en su espalda, sus ojos brillando de un intenso rojo mientras me liberaba y luego, verla con él.Sangre y oscuridad.Están hechos el uno para el otro, y aun así, yo la amo.A
CYDILERLo primero que sentí fue el dolor que cruzaba todo mi cuerpo; el intenso ardor provocado por las llamas que rodeaban la habitación y me sofocaban en sobremanera. Intenté mover mis piernas para levantarme, pero allí sentí el imprevisto segundo dolor.Ya no tenía unas pocas semanas de embarazo como cuando me desmayé en el cuartel. Ahora estoy en labor de parto.– Mierda. – gruño acomodando mi cuerpo para traer a mis hijos al mundo.Estaba en medio de un infierno, las llamas rodeaban la habitación, pero jamás me pudo importar menos eso. Levanté una barrera de aire sobre la cama, silencié el sonido de la batalla fuera de mi lugar y abr&